Ecologistas han denunciado que hay un problema grave en España con los eucaliptos, ya que la expansión de estas plantaciones de este tipo de árbol se ha ido de las manos.
«Los planes forestales no se cumplen y algunos intereses económicos juegan a favor de que se desregule la plantación de eucaliptos. Y esto provoca algunos problemas serios», argumentan estas organizaciones de defensa medioambiental.
El más común, el Eucalyptus globulus suele entrar en competencia con el resto de especies vegetales nativas que haya en la zona donde se ha plantado y esto hace que poco a poco vaya cambiando la composición del suelo, del agua, de la biodiversidad…Es esta es solo una de sus graves consecuencias.
Entonces, ¿cuál es el problema con los eucaliptos?
El eucalipto es un gran árbol. Bueno, en realidad son muchos: existen más de 600 especies diferentes del género Eucalyptus, nombrado así por el naturalista Linneo en el siglo XIX. Todos ellos son una muestra fascinante de la adaptación de la vida vegetal al clima y al suelo de nuestro planeta Tierra.
Hay muchos tipos de eucaliptos diferentes, pero como proceden del lejano continente australiano, en la península solo se pueden ver unos pocos. Desde hace varios siglos se han plantado en parques y jardines, como árbol ornamental, pero también en el monte para utilizarlos como traviesas de ferrocarril o apeas para “entibar” (un verbo en peligro de extinción, por cierto…) las galerías de las minas, esto es, fortalecer y sostener muros y techos y evitar de esta forma que el lugar donde trabajaban los mineros no se hundieran dejándolos atrapados.
En la Península Ibérica, aunque solo hay unas pocas especies presentes, el Eucalyptus globulus (conocido como eucalipto blanco) es el más común. Este árbol puede superar los 30 metros de altura y sus plantaciones son necesarias y muy útiles: su madera permite fabricar desde papel de alta calidad hasta grandes vigas de madera para las bateas que sostienen las cuerdas donde se crían los mejillones en las Rías Baixas.
Por eso, aunque sus plantaciones se ubiquen lejos de las casas, forman parte del paisaje cultural y económico. Al igual que la patata o el tomate, es una especie no autóctona que se ha integrado en el paisaje y el día a día. Pero como se puede ver, su expansión puede tener consecuencias.
El problema surge cuando la expansión de estas plantaciones de eucalipto se ha ido de las manos. Los planes forestales no se cumplen y algunos intereses económicos juegan a favor de que se desregule la plantación de eucaliptos. Y esto provoca algunos problemas serios.
El primero: a algunas especies de eucalipto, y le pasa al Eucalyptus globulus, les es relativamente fácil salirse de donde ha sido plantado, le gusta viajar. Tiene una estupenda estrategia de propagación y muchas veces los incendios favorecen su viaje a zonas cercanas, luego a otras… y acaba naturalizándose. Como, además, es un superdotado, entra en competencia con el resto de especies nativas y, poco a poco, va cambiando la composición del suelo, del agua, de la biodiversidad… En fin, que no es un buen compañero de la biodiversidad. Eucalyptus globulus mola, pero cuando se fuga de las plantaciones no mola nada.
La falta de acción política
Otro problema es el tabú existente dentro de la administración forestal española a abordar el problema. Hace ya unos cuantos años (la última vez en 2017), el Comité Científico de Flora y Fauna Silvestre estableció que estos árboles deberían ser catalogados como “especie exótica invasora”. Pero, ante la enorme relevancia económica y social del eucalipto, la administración forestal tomó una decisión política no basada en la ciencia, cerrando en falso el debate y eligiendo esconder bajo la alfombra las evidencias del efecto sobre la biodiversidad de los eucaliptos naturalizados en los diversos territorios.
El no haber querido o sabido parar a tiempo esta expansión de las plantaciones de eucalipto y sus efectos sobre la fauna y la flora ha provocado que algunos de nuestros paisajes más valiosos se han eucaliptizado o, como también se dice, tienen el mal de la “eucaliptosis”.
Desde el río Miño, en la frontera con la vecina Portugal, hasta el territorio de Bizkaia, una extensa superficie cubierta por nuestro amado Eucalyptus globulus forma un arco que inunda las rías Baixas, la costa de A Coruña, la Mariña lucense, cubre las rasas litorales y la montaña media en Asturias y Cantabria y empieza también a transformar el paisaje de Bizkaia. Como una mancha de aceite. Además, el primo de Eucalyptus globulus, que se llama Eucalyptus nitens, es más rudo y aguanta mejor el frío, por lo que lo están plantando en zonas de interior.
Total, hay eucaliptos subiendo por las montañas en el norte y el noroeste, en El Bierzo (León), las Merindades (Burgos), etc., y seguirá extendiéndose allá donde quieran llevarlo. Recuerda, “eucaliptosis”…
De hecho, una parte importante de los espacios naturales protegidos en el área de distribución actual del eucalipto contienen en su interior plantaciones de eucaliptos y, también, eucaliptos naturalizados. Existen 7.840 hectáreas de eucalipto dentro de los espacios naturales protegidos de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Ocurre, por ejemplo, en el Parque Natural de las Fragas del río Eume, en Galicia, o en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, en Euskadi.
Por si fuera poco, hace un par de años apareció en el horizonte la amenaza de construir una nueva fábrica de celulosa, el proyecto GAMA de la papelera portuguesa Altri, en un pequeño municipio de Lugo. Aunque ya hay suficientes empresas en Galicia, Asturias, País Vasco o Aragón que fabrican celulosa a partir de madera de eucalipto, la Xunta de Galicia quiere construir otra más, que va a necesitar, en su primera fase, 1,2 millones de metros cúbicos de madera de eucalipto cada año. Pero una vez que entre a pleno rendimiento consumirá el doble, 2,28 Mm³/año. ¿De dónde va a salir toda esa madera de eucalipto?
La eucaliptización del territorio es un problema y por ello se necesita detener su expansión ampliando las actuales moratorias a las nuevas plantaciones de eucalipto.
Tanto es así, al problema del eucalipto, que esta conflictividad de la expansión de las plantaciones ha tomado tintes serios, hasta al punto de que los vecinos de Portugal establecieron en 2017 una moratoria a las nuevas plantaciones de eucalipto que se extiende hasta 2030. En Galicia, en el año 2021 se hizo lo mismo, pero solo hasta finales de este año, 2025. Y, por último, en Bizkaia, desde 2022 hasta también finales de 2025.
En este sentido consideran que el MITERD debe reabrir, con valentía e imaginación, el debate sobre el impacto del eucalipto fuera de las plantaciones. Y empezar a sacar los eucaliptos de los espacios naturales protegidos a través del Plan Nacional de Restauración de la Naturaleza. ECOticias.com