Ingrid Newkirk legará una oreja al Rey Felipe VI. Recientemente, el rey Felipe IV de España fue visto asistiendo a una corrida de toros en Las Ventas, Madrid. Por ello, la fundadora de PETA le ha legado una de sus orejas en su última voluntad y testamento, actualizado esta semana. Con el fin de prolongar su activismo por la protección animal mucho después de su muerte.
El obsequio sirve como protesta contra la tauromaquia, en la cual el matador tiende a cortar las orejas al toro como trofeo. La oreja es solo una de las partes de su cuerpo que serán enviadas en diversas direcciones cuando llegue el momento.
El testamento original de Ingrid Newkirk se redactó hace 20 años después de que el avión en el que viajaba sufriera una avería y se viera obligado a realizar un aterrizaje de emergencia. Debido a que las entidades de PETA de todo el mundo han obtenido tantas victorias para los animales desde entonces, cada tanto lo reescribe.
Por ejemplo, Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus, el circo más grande y de mayor duración del mundo, al que ella había dejado su dedo índice para señalarlo como la “Mayor acusación del mundo”, dejó de usar animales. Por lo que ahora recibirá un pulgar de aprobación en agradecimiento por abandonar el maltrato animal.
Un testamento singular
En los documentos presentados ante su albacea testamentario, el testamento actualizado de Newkirk incluye los siguientes legados (y la lista completa está disponible aquí):
- Una oreja al rey de España en protesta contra las corridas de toros. En las que el matador frecuentemente corta las orejas al toro como trofeo.
- Parte de su cuello al rey Carlos III del Reino Unido. Si no ha logrado cortar los lazos con la colombofilia. Ya que a las aves “perdedoras” a menudo les retuercen el cuello después de padecer duras pruebas y carreras, durante las cuales muchas fallecen.
- Parte de su piel, curada y convertida en un cinturón y una cartera, a Hermès. Que, de manera reiterada, ha maltratado y asesinado animales en nombre de la moda.
- Uno de sus pies a la marca de ropa para actividades al aire libre The North Face. Para darle una “patada en el trasero” y empujarla a dejar de vender plumón y lana para mantenerse en línea con su afirmación de estar comprometida con la ropa respetuosa con el medio ambiente.
- Un pedazo de su corazón para que Elon Musk lo clone para sí mismo. Ya que sus crueles y mortales experimentos cerebrales de Neuralink en monos, cerdos, ratas y ovejas demuestran que no lo tiene
- Su columna vertebral para el cobarde cazador de trofeos Donald Trump Jr., quien podría dejar de intentar demostrar su hombría, si es que la tiene, matando a tiros a animales magníficos, inofensivos y desprevenidos
- Se le sacará el hígado, se envasará al vacío y enviará a Emmanuel Macron, presidente de Francia. Para recordarle que es imperdonable permitir la alimentación forzada de patos y gansos para producir foie gras.
No al especismo
“En su lecho de muerte, le preguntaron al actor estadounidense Bob Hope dónde quería que lo enterraran y él respondió: ‘Sorpréndanme’”, dice Newkirk. “En mi caso, cuando muera, espero seguir sorprendiendo a quienes dañan a los animales, provocando conversaciones sobre el especismo y haciendo campaña contra el maltrato animal”.
Se mantendrán otras instrucciones de su voluntad original, incluyendo freír su carne (con cebollas) para una barbacoa humana y cortar su otro pie para un soporte de paraguas, como los hechos con patas de elefante que vio cuando crecía en la India.
También se incluye enterrar otra parte de su corazón en el circuito de carreras de Silverstone – ya que Newkirk es fanática de la Fórmula 1 de toda la vida – en honor al campeón de carreras vegano Lewis Hamilton. Y enviar a Bruno y Rupert, los osos de peluche que ha tenido desde que era bebé, a un orfanato en la India.
PETA, cuyo lema dice: “Los animales no son nuestros para experimentar, comer, vestir, usar para el entretenimiento ni abusar de ellos en ninguna forma”, se opone al especismo, una visión supremacista del mundo. Ingrid Newkirk legará una oreja al Rey Felipe VI.