Una de las claves en la recuperación del lince ibérico ha sido la comunicación y la capacidad de la especie para generar una empatía social y política que permitió la unificación de esfuerzos de multitud de entidades, como ONG, administraciones, propietarios privados y, por supuesto, la sociedad civil.
Este carismático felino ha conseguido que haya un consenso entre las partes implicadas en su conservación, lo que ha facilitado el establecimiento de un compromiso a largo plazo, gracias al que, el estado de la especie ha pasado de estar en ‘peligro crítico’ al de ‘vulnerable’.
La belleza y la singularidad del lince ibérico con sus características patillas y orejas puntiagudas lo han convertido en un símbolo emblemático. De hecho, ya es la ‘bandera’ de la conservación del ecosistema mediterráneo y ha generado una fuerte conexión emocional con la gente.
Lince ibérico: cómo la comunicación cambió la historia del felino
El lince ibérico consiguió llegar a cada casa de la sociedad española. La lucha que iniciaron los técnicos y las administraciones para conseguir salvarle de la extinción permeó a la ciudadanía, que hizo suyo este propósito, algo que se consiguió en gran parte gracias a la labor de comunicación y divulgación de esta tarea.
Una de las artífices de este hito ha sido María Navarro, responsable de comunicación y divulgación del proyecto LIFE y de Iberlince, quien asegura que el éxito que ha supuesto la recuperación de la población del felino europeo más amenazado no solo se debe a la labor de los equipos sobre el terreno, sino también a las importantes campañas para dar a conocer su importancia en amplios sectores y esferas de la sociedad.
«Si no hubieran ido de la mano, no hubieran servido, evidentemente, ninguna de las dos, porque si no hubieras hecho divulgación y si no hubieras conseguido el apoyo de la gente que vive en el territorio, no hubieras conseguido posiblemente nada desde el punto de vista técnico», defiende Navarro, que lleva más de dos décadas comunicando sobre el lince.
Un animal admite, que lo ha puesto muy fácil para hacerlo llegar al imaginario colectivo, porque es «muy bonito» y porque «sus ojos que te cautivan, el pelaje y su fiereza cuando lo ves en el campo» hacen que todo el mundo termine tratándolo con cariño.
Pero para llegar hasta este punto, se tuvo que transitar un largo camino en el que se partía de una idea antagónica: «Hemos pasado de ser algo que se consideraba advenedizo, extraño, una alimaña, a que ahora el lince sea como un bien propio de los ayuntamientos, como un vecino honorífico».
Cafés, bares y conversación diaria: la clave del cambio social
Pero esa comunicación de éxito no se ha basado en grandes campañas, congresos o charlas, sino en algo mucho más mundano del día a día. El éxito ha residido en «ir todos los días al mismo bar y tomarte café con la misma gente y hablarle del lince ibérico».
La responsable de comunicación y divulgación de Iberlince tiene claro que si no se consigue implicar a la gente nada puede hacerse en materia de conservación, la partida está perdida. Por eso, desde el principio, asumieron que lo que debían hacer era hacer ver a la sociedad que el lince ibérico era algo suyo.
«Lo que tú haces tuyo es tu casa, es tu coche, es tu hermano, es tu hijo. Cuando tú dices «es mi lince y se llama Orco», ya todo el mundo se pregunta de dónde viene y quién era su madre, se convierte en tu lince, es el lince que vive en tu sierra, en tu pueblo, en tu territorio. Y ese lince ibérico no es más que el que te abre la razón a otros linces que vendrán, y a implicar a otra gente», explica Navarro.
De ahí que, por ejemplo, hayan decidido que las sueltas de linces criados en cautividad en su hábitat natural sea abierta al público, para que todo el mundo «lo vea, lo sienta de cerca y lo haga suyo».
Sueltas abiertas al público para crear vínculo emocional
El otro gran éxito de esa campaña comunicativa fue, para Navarro, haber conseguido sentar «en la misma mesa» a organizaciones ecologistas, a los cazadores, a las asociaciones agrarias y que todos ellos «empezaran a hablar del lince. Ahora nos preguntan que cómo fue eso posible», indica la responsable de comunicación, quien explica que fue «de la forma más natural del mundo: se sentaron y empezaron a hablar».
Y es que, «muchas veces las cosas parece que las complicamos nosotros mismos y son tan sencillas como sentarte a hablar con un café delante», concluye Navarro.
Es de destacar que se llevaron a cabo numerosas acciones de sensibilización y formación que estuvieron dirigidas tanto a las comunidades locales donde se reintrodujo la especie, como al público en general con el objetivo de concienciar sobre las amenazas que ponen en peligro al lince ibérico y la importancia de su recuperación.
La comunicación se reforzó cuando hubo resultados claros y positivos de los programas que protegían al lince ibérico. Ese fue el caso del cambio de categoría en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN y que el último censo contabilizó 2400 ejemplares en libertad, a partir de los menos de 100 que quedaban hace 25 años. Seguir leyendo en ECOticias.com / EFE














