La actividad náutica a motor se ha expandido en los últimos años, contribuyendo en determinados ámbitos a la degradación de los ecosistemas y reservas marinas en toda la región Mediterránea. La masificación de yates y lanchas a motor (especialmente los meses de verano) en espacios de alto valor ecológico sigue suponiendo un impacto negativo muy importante sobre la biodiversidad marina.
Están bien documentados los impactos del fondeo y del anclaje sobre las praderas de posidonia y otras fanerógamas marinas o los derivados de las emisiones contaminantes, hidrocarburos o derrames de aguas residuales, etc. Sin embargo, otros impactos, a pesar de ser considerables, continúan siendo subestimados. Este es el caso, por ejemplo, de la contaminación acústica generada por este tipo de vehículos acuáticos.
Proteger los ecosistemas marinos del ruido
La Conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural, por medio de la Dirección General de Pesca y a petición del Ayuntamiento de Andratx, ha regulado por primera vez la velocidad de las embarcaciones en la Reserva Marina del Freu de sa Dragonera.
Y ha establecido que a partir de ahora se podrá navegar a una velocidad máxima de 10 nudos. El conseller Joan Simonet ha asegurado que «esta medida contribuirá principalmente a la conservación de la biodiversidad y los recursos marinos, lo que favorecerá al sector pesquero artesanal y a las actividades económicas relacionadas con la observación de los peces».
La Orden por la que se regula la velocidad de las embarcaciones, que se ha publicado ayer en el Boletín Oficial de las Illes Balears (BOIB), también establece una zona de alta protección, ubicada dentro de esta Reserva Marina, en torno a los islotes de Es Calafats.
De hecho, esta reserva era la única de las Illes Balears que no disponía de una zona de alta protección, y en la Comisión de Seguimiento del mes de septiembre ya se puso de manifiesto la necesidad de crearla, con el objetivo de favorecer las actividades económicas no extractivas ligadas a los recursos marinos.
La contaminación acústica es nefasta para las reservas marinas
De acuerdo con la normativa de pesca marítima, marisqueo y acuicultura de las Illes Balears, se puede regular cualquier actividad que tenga lugar dentro de las reservas marinas y que pueda afectar a los recursos marinos vivos. En este sentido, el director general de Pesca, Antoni M. Grau, ha explicado que «está demostrado que el ruido submarino de origen humano tiene efectos nocivos en la biodiversidad marina.
Por eso, es necesario que en zonas de gran valor biológico se tomen medidas para mitigarlo». Además, ha añadido Grau, «en zonas de tráfico marítimo elevado, como es el caso del Freu de Sa Dragonera, el ruido está muy ligado a la velocidad de la navegación de las embarcaciones, y para reducirlo, es primordial regular la velocidad de navegación».
Las reservas marinas son áreas marinas donde se limita la explotación de los recursos marinos vivos para incrementar la repoblación de alevines y fomentar la proliferación de las especies marinas objeto de explotación o proteger los ecosistemas con características ecológicas diferenciadas.
Además, ha remarcado Grau, «son una herramienta de gestión pesquera para recuperar las poblaciones de peces comerciales, así como para conservar los hábitats naturales marinos y ayudar a la pesca profesional de artes menores».



















