El pulpo es un invertebrado cefalópodo (que significa cabeza con patas) que posee 8 tentáculos alrededor de la boca. En cada uno de ellos tiene dos hileras de ventosas que le ayudan a atrapar a sus presas, a moverse con libertad, sujetarse a las rocas o impulsarse para nadar.
Los pulpos tienen la capacidad de adaptar su color y hasta la superficie del cuerpo a las características del ambiente con el fin de mimetizarse y pasar desapercibido. Esta particularidad le es muy útil tanto para cazar como para evitar que lo capturen a él.
Los tentáculos del pulpo
Los pulpos son capaces de mover sus tentáculos con una destreza impresionante: doblándose y retorciéndose con posibilidades casi infinitas. Investigadores de la Universidad de Chicago (EE UU) arrojan luz sobre cómo estos cefalópodos logran el asombroso control de sus ocho brazos. El estudio, publicado en Nature Communications, revela que el circuito nervioso que controla el movimiento de sus brazos está segmentado.
Control del movimiento
Esta estructura segmentada proporciona a los pulpos un control preciso sobre sus ocho brazos y cientos de ventosas, permitiéndoles explorar su entorno, agarrar objetos y capturar presas con una destreza incomparable en la naturaleza conocida. Según Clifton Ragsdale, profesor de Neurobiología en Chicago y autor principal del estudio, esta configuración es ideal para controlar movimientos tan dinámicos.
Los nervios de múltiples segmentos se conectan a diferentes regiones de los músculos, lo que sugiere que los segmentos trabajan juntos para controlar el movimiento. Esta organización permite al pulpo una comunicación fluida entre los segmentos, lo que ayuda a suavizar los desplazamientos y proporciona al pulpo un control excepcional sobre sus extremidades.
El equipo también estudió calamares, descubriendo que sus tentáculos presentan una estructura nerviosa similar en las zonas con ventosas. Esto sugiere que la segmentación del sistema nervioso es una característica específicamente evolucionada en estos cefalópodos para realizar movimientos similares a los de los gusanos.
Aplicaciones tecnológicas
Este hallazgo no solo mejora nuestra comprensión de la biología de los pulpos, sino que también arroja luz sobre cómo la evolución ha moldeado el sistema nervioso de estos fascinantes animales a lo largo de millones de años. La investigación abre nuevas vías para el estudio de sistemas de control biológicos complejos y podría tener aplicaciones en campos como la robótica y la neurociencia.