¿Ya conoces el ‘decálogo’ para mantener vivos los bosques? A su vez, la población pide cada vez más dinamizar el mundo rural y utilizar la madera local como material sostenible y de proximidad. ¿Cómo se gestiona todo esto?
El CREAF ha resumido 10 propuestas basadas en la ciencia para mejorar la gestión de los bosques de Cataluña y las ha presentado en el Parlamento Europeo.
Concretamente lo ha hecho el director del centro, Joan Pino, durante el seminario “La necesidad de la gestión de los bosques. El caso de los bosques mediterráneos” organizada por el eurodiputado Jordi Solé el pasado 7 de noviembre.
El mensaje clave del decálogo es que la gestión de los bosques debe acompañar al bosque, un sistema vivo y dinámico, en tres retos a la vez: mantener la biodiversidad que acoge, hacerlos más resilientes al cambio climático y ayudar a que proporcionen los servicios que le pedimos como sociedad.
Gestión forestal basada en la ciencia
En este sentido, CREAF apuesta por una gestión forestal basada en la ciencia y consensuada con los actores del territorio.
Es necesario encontrar prácticas de gestión que permitan un desarrollo sostenible de la bioeconomía forestal, aprovechando los productos y servicios del bosque, pero sin perjudicar la salud y su buen funcionamiento.
Apuesta también por diversificar las prácticas de gestión, con niveles de intensidad adaptados a cada lugar y objetivo.
Y, de hecho, reconoce que no intervenir (aparentemente, no gestionar) también debe entenderse como gestión forestal si es una decisión planificada y con un objetivo claro.
No hay una receta única por todos los bosques
Las 10 recomendaciones recuerdan que Cataluña tiene una gran diversidad de paisaje y bosques. Cada bosque se encuentra en un estado, en un contexto climático, topográfico, socioeconómico e histórico distinto.
En esta realidad, es recomendable que la gestión tenga en cuenta las funciones que deseamos restaurar, mantener o mejorar según cada territorio o paisaje. No podemos esperar todo del bosque en todas partes.
Según los investigadores, también debe tenerse en cuenta que los ecosistemas, y particularmente los bosques, son multifuncionales, es decir, realizan diferentes funciones a la vez que contribuyen a nuestro bienestar, desde ocio hasta aprovechamiento de madera, setas o regulación del clima, entre otros.
Coexistir varios modelos de gestión del bosque
Así pues, tendrán que coexistir varios modelos de gestión del bosque según las funciones que se necesiten en cada lugar y según lo que cada bosque es capaz de ofrecer.
Esto pasa por una ordenación territorial coordinada, una tarea que tendrán que realizar las administraciones competentes con la ayuda de personas expertas y con la implicación de los sectores concernidos (propietarios forestales, ganaderos, empresarios del turismo verde, grupos conservacionistas, etc.).
El decálogo hace mención especial a las amenazas y vulnerabilidades del cambio climático. En este contexto, es necesario apostar por una gestión preventiva, debido al riesgo de incendios, y adaptativa, para ayudar a los bosques a hacer frente al cambio climático.
Las medidas no son generalizables a todo el territorio
Las medidas no son generalizables a todo el territorio, debido a los costes económicos y sociales que implican y porque no siempre son efectivas.
Habrá que hacerlo por zonas: en las zonas más accesibles y estratégicas para el control del fuego o con mayor riesgo para la población, habrá que crear paisajes con menos carga de combustible y más discontinuidad forestal, en las más inaccesibles o remotas, habrá que asumir que la dinámica natural -incluido los mismos incendios o las sequías- puede ser la que acabe gestionando el bosque.
Por último, la gestión debe velar por mantener los bosques saludables y llenos de vida. Por tanto, también habrá que reservar una parte sustancial de los bosques mejor conservados para que evolucionen hacia estadios más maduros y sin otra gestión que su propia dinámica natural.
10 reflexiones y propuestas para dibujar el futuro de los bosques
La hoja de ruta del CREAF sobre cómo debe ser la gestión forestal del futuro, se sintetiza en un decálogo, fruto de un proceso de reflexión interna en el que han participado la mayoría de las personas expertas forestales del centro.
El decálogo
La gestión forestal debe hacer frente a un nuevo entorno climático y social que cambia aceleradamente. Este nuevo entorno está provocando cambios en la composición de especias y pérdida de biomasa. Los bosques responderán progresivamente o de forma más repentina, con mortalidades masivas de árboles causadas principalmente por sequía, plagas y/o incendios. Por otra parte, los bosques ya deben hacer frente a las nuevas demandas de la sociedad y esto hace que aumente la presión por los llamados servicios ecosistémicos que proporcionan. Hay que acompañar al bosque en su transición hacia este nuevo contexto socioambiental.
Restaurar, mantener o mejorar la salud o funcionalidad ecológica de los bosques
El objetivo principal de la gestión forestal en Cataluña debe ser restaurar, mantener o mejorar la salud o funcionalidad ecológica de los bosques. Sólo así podemos asegurar que se conserva su biodiversidad y que mantenemos a largo plazo el bienestar y servicios que los bosques aportan a la sociedad. La gestión forestal debe permitir ganar tiempo y evitar transiciones traumáticas que pueden comportar pérdidas de suelo y colapsos en los servicios ecosistémicos y la biodiversidad, además de riesgos para la población asociados a perturbaciones como los incendios forestales.
Conseguir bosques multifuncionales
La gestión debe buscar conseguir bosques multifuncionales, que provean el máximo de funciones y servicios, pero será necesario adaptar esta provisión a los objetivos específicos de cada caso, en función de las potencialidades de cada bosque. Esto significa que en ocasiones se podrá combinar la gestión orientada al aprovechamiento forestal con la destinada a la prevención de incendios oa la conservación de la biodiversidad, pero esto no debe porque pasar siempre, y entonces habrá que elegir.
Herramientas de gestión forestal muy diversas
Mantener la funcionalidad de los bosques requiere herramientas de gestión forestal muy diversas con gradientes de intervención que van desde promover la evolución libre de las masas forestales hasta la roturación del bosque y la sustitución por cultivos o pastos, pasando por cortes de frecuencia e intensidad variables según los objetivos específicos y el contexto socioambiental de cada sitio. Esta gestión es necesariamente compleja, aplicada a escalas espaciales muy distintas e integrada en los sistemas socioecológicos locales, y con resultados a medio y largo plazo.
Basarse en el conocimiento que proporciona la ciencia
La gestión forestal debe basarse en el conocimiento que proporciona la ciencia: debe contemplar el estado de salud actual de cada bosque, las diversas funciones que se dan y los servicios potenciales del bosque; debe considerar escalas espaciales muy diferentes (rodal, paisaje, cuenca, región), y escalas de tiempo también diversas y como mínimo de decenios; debe contemplar el contexto ambiental actual pero también el futuro que resultará del cambio climático. En Cataluña hay muchos actores del ámbito de la investigación que pueden aportar información y datos de alta calidad que deben transferirse a la planificación de la gestión.
Soluciones basadas en la naturaleza
La gestión forestal debe priorizar las llamadas soluciones basadas en la naturaleza: éstas permiten que los bosques mantengan la complejidad que se requiere para ser resilientes a los cambios y para ofrecer múltiples funciones y servicios ambientales. Un bosque monoespecífico y con una estructura simplificada difícilmente podrá ofrecerle lo que le pedimos. El concepto de soluciones basadas en la naturaleza debe permitirnos alinear las estrategias forestales, de gestión del territorio y de conservación de la biodiversidad catalanas, españolas y europeas.
Combinar la gestión con la recuperación
Es necesario combinar la gestión con la recuperación de los procesos naturales perdidos que regulan la dinámica del bosque, como son la herbívoría y los regímenes de inundaciones o de incendios. Esta combinación también debe comprender los procesos asociados a la actividad humana, como es la extracción de madera o el pasto de los rebaños domésticos. Es necesaria una visión de conjunto que contemple los sistemas naturales y humanos con sus respectivas dinámicas y la valoración de los riesgos asociados a estos procesos. Esta recomendación está totalmente alineada con las estrategias forestales y de conservación de la biodiversidad europeas y españolas y el concepto de soluciones basadas en la naturaleza.
Realizar una planificación territorial
Es necesario realizar una planificación territorial de los usos del bosque para asegurar que la gestión mantiene la complejidad y multifuncionalidad a escala de paisaje. La gestión forestal debe apoyarse en la ordenación y la planificación territoriales, debe ser compartida y debe estar integrada en la dinámica socioeconómica del territorio. En este sentido, es necesario avanzar hacia un modelo compartido de gestión del bosque, con estrategias e indicadores acordados entre los diversos sectores concernidos y que tengan en cuenta tanto los condicionantes ambientales como los socioeconómicos.
Reflexión específica y de conjunto sobre la problemática de los incendios forestales
Es necesaria una reflexión específica y de conjunto sobre la problemática de los incendios forestales, que evalúe la idoneidad y la factibilidad de aplicar diversas herramientas de gestión a situaciones socioambientales diferentes. No se pueden aplicar reducciones de la carga de combustible en todas partes ni gestionar todo el paisaje para la prevención de incendios, por diversos motivos (ecológicos, sociales, y también económicos). Por tanto, habrá que aceptar una cierta frecuencia de incendios, priorizar dónde se realizan las intervenciones más intensas y dónde es más razonable utilizar el fuego como un proceso natural y promover la dinámica libre de los ecosistemas.
Entender el bosque como un ecosistema clave
Es necesario entender el bosque como un ecosistema clave y ponerlo en valor por su papel en la conservación de la biodiversidad, en la provisión de funciones, bienes y servicios esenciales para el conjunto de la sociedad. Para ello es necesario enriquecer y ampliar el relato sobre el que consideramos gestión forestal, incorporando la recuperación y el mantenimiento de procesos naturales como herramienta clave. ¿Ya conoces el ‘decálogo’ para mantener vivos los bosques?
