Con el lema de la presente edición, “Más cálido, más seco, más húmedo. Afrontemos el futuro”, se pretende enfatizar una realidad que, a día de hoy, ya casi nadie pone en tela de juicio: el cambio climático.
Hoy, como cada 23 de marzo desde 1961, se conmemora el Día Meteorológico Mundial, una celebración que pone el acento sobre la prestación de servicios meteorológicos e hidrológicos con la finalidad de proteger la vida humana y los bienes materiales frente a los desastres naturales relacionados con el clima, así como salvaguardar el medio ambiente y contribuir al desarrollo sostenible.
Para ello, resulta fundamental el papel de la Organización Meteorológica Mundial, fundada por la ONU en 1950, cuya misión consiste en promover la cooperación internacional para la creación de redes de observación meteorológica, climatológica, hidrológica y geofísica, así como para el intercambio, proceso y normalización de los datos afines, contribuyendo a la transferencia de la tecnología, la formación y la investigación.
EL CAMBIO CLIMÁTICO, EL GRAN DESAFÍO
Con el lema de la presente edición, “Más cálido, más seco, más húmedo. Afrontemos el futuro”, se pretende enfatizar una realidad que, a día de hoy, ya casi nadie pone en tela de juicio: el cambio climático.
Uno de los efectos más perceptibles de este cambio es el paulatino incremento de la temperatura media del planeta, que se viene registrando de manera constante en los últimos decenios. Este fenómeno provoca consecuencias apreciables, como la alteración del ritmo natural de las estaciones y acentúa la frecuencia e intensidad con que se registran ciertos fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor, las sequías o las lluvias torrenciales. Todos ellos, en opinión de los expertos, hacen presagiar un futuro más cálido, más seco y más húmedo.
No obstante, y en opinión de esos mismos expertos, aún no es demasiado tarde para tratar de revertir el proceso. Si se materializan los compromisos adquiridos por los gobiernos del mundo en la Cumbre de París, llevando a cabo importantes y rápidas reducciones de la emisión de gases de efecto invernadero y apoyo financiero a los países en vías de desarrollo, podrán minimizarse los efectos del cambio climático. Aunque para lograr este objetivo resulta imprescindible también la educación, la formación y la sensibilización de la ciudadanía.
Entretanto, los adelantos científicos están propiciando la generación de información y servicios climáticos, de gran utilidad en el campo de la resiliencia, la adaptación y la mitigación del clima.
Al igual que los aspectos de la política medioambiental, la lucha contra el cambio climático requiere un cambio de actitudes de todos y cada uno de nosotros.