Esta situación afecta mayormente a familias de bajos ingresos que no pueden hacer frente a unos gastos energéticos muy elevados.
Se puede creer que este problema afecta más a los países fríos, pero los datos revelan que en nuestro país, un 10% de la
población no puede mantener su casa a una temperatura adecuada1. Una de las causas principales de la pobreza energética es la calidad edificativa de las viviendas, dado que el 60% del parque de viviendas español fue construido con anterioridad a la
normativa de regulación térmica. Una vivienda mal aislada pierde calor y, por tanto consume más energía de la necesaria para poder mantener una temperatura interior adecuada. Si a esta situación se le añade el continuo aumento de los precios de gas y
electricidad, esto explica por qué una décima parte de la población española está en situación de pobreza energética.
Entre las consecuencias de la pobreza energética cabe destacar: los problemas de salud relacionados con el frío y la humedad, que afectan principalmente a enfermos crónicos, niños y ancianos; la degradación de los edificios debido, por ejemplo, a la
humedad; la acumulación de deudas provocada por el excesivo consumo y el elevado precio de la energía; y un exceso en emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, producto del uso de aparatos menos eficientes.
Para abordar el problema es necesaria la intervención en al menos tres ámbitos: el energético, el social y el de la salud. El proyecto europeo European Fuel Poverty and Energy Efficiency (EPEE) ha analizado este tema en España a través de ECOSERVEIS. Puede consultar las páginas web (www.fuel-poverty.com y www.ecoserveis.net) para saber más sobre el proyecto y cuáles son las líneas de trabajo futuro en el campo de la pobreza energética.