Esta no es la primera vez que Javier Solana plantea esta cuestión. Siendo Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, el 14 de marzo de 2008 presentaba el Documento titulado “El cambio climático y la seguridad internacional” al Consejo Europeo. En este informe, Solana destacaba los riesgos del cambio climático sobre la seguridad internacional, en concreto, sobre la UE.
¿A qué riesgos sobre la seguridad se refería el informe?
Son muchos los estudios, como por ejemplo los del IPCC, que plantean los efectos del cambio climático sobre el aumento de la temperatura terrestre, con los consiguientes efectos como las inundaciones, sequías, deshielos, etc.
Sin embargo, este informe planteaba otros peligros asociados al cambio climático tales como los efectos migratorios provocados por el cambio climático, la radicalización y las situaciones de fragilidad en ciertos países así como las tensiones por el suministro de energía.
Este informe ponía de manifiesto la vulnerabilidad de la UE frente a la seguridad y al cambio climático. En concreto, hacía referencia al peligro provocado por la existencia de zonas geográficas cercanas a la UE, como son el norte de África y el Oriente Próximo, sometidas a los riesgos del cambio climático. En este caso, el informe señalaba que éstos podían venir provocados por la presión migratoria, así como por la inestabilidad política, los conflictos armados y la lucha por el control de las rutas de suministro de energía a Europa. Como es sabido, desde hace décadas, la geopolítica de la energía marca buena parte de la política exterior de los países productores y demandantes de recursos energéticos primarios, tanto en la vertiente de política militar como en la diplomática. La construcción de oleoductos y gasoductos así como el control de los corredores marítimos y terrestres por donde circula el petróleo y el gas desde los yacimientos hacia los países consumidores explica no pocas tensiones internacionales.
Las conclusiones del informe de 2008 en torno al cambio climático y la seguridad internacional conducían al establecimiento de un organismo supranacional capaz de intervenir en este ámbito. Dos años y medio después, en noviembre de 2010, las reflexiones de Javier Solana plantean de nuevo la posibilidad de que en un futuro próximo sea necesario interceder en la soberanía de los países que no respeten los acuerdos internacionales, sobre todo en materias como el cambio climático y la proliferación del armamento nuclear.
En su conferencia, Solana ha puesto de nuevo de manifiesto las crecientes tensiones que se producen en la explotación de los recursos naturales por el crecimiento de la clase media a nivel mundial. Si continentes como por ejemplo, África, están ya de por sí sometidos a los efectos devastadores del cambio climático, el que la República Democrática del Congo detente el 80% de las reservas minerales de coltan, convierten a esta región en un territorio codiciado por las industrias y multinacionales de los países desarrollados a causa de las singulares propiedades de este recurso sumamente escaso: su superconductividad, soporta temperaturas muy elevadas y es muy resistente a la corrosión. Estas características hacen que este mineral tenga importantes aplicaciones como por ejemplo para la telefonía móvil, ordenadores, videojuegos, armas inteligentes, implantes médicos, industria aeroespacial, entre otras.
Las propuestas de órganos supranacionales para abordar problemas de dimensión mundial no es una novedad. Desde la creación de la ONU en 1948 hasta nuestros días muchas son las iniciativas de esta naturaleza. Baste para ello citar las propuestas de creación de organismos que regulen las transacciones financieras internacionales desde que se desató la crisis económica en 2007. La mayoría de estas iniciativas acaban, sin embargo, en foros de discusión u organismos sin competencias efectivas sobre la materia de la que se ocupan, unas competencias que siguen conservando los estados nacionales.
Sin embargo, a pesar de que estos precedentes recomiendan ser cautos con las expectativas que deben depositarse en estas iniciativas, no deja de ser una propuesta interesante a considerar seriamente por países y organismos internacionales con responsabilidades en la lucha contra el cambio climático.