Durante el visita, Joan Duran, propietario de la granja, explicó cómo reconvertir su actividad para conseguir la certificación para vender la carne de cerdo como bio. Actualmente, Mas Duranoc cuenta con 300 cabezas de ganado de raza alemana, repartidos entre 50 madres, 200 cabezas de engorde y una cincuentena de lechones.
Con motivo de la segunda edición de la Semana Bio en Cataluña, el Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE) realizó ayer jueves, coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente, una salida a una de las ocho granjas de porcino ecológico que hay actualmente en Cataluña, invitando a medios de comunicación ya divulgadores del mundo rural y la alimentación para explicar cómo la entidad de control y certificación realiza las inspecciones en las explotaciones inscritas en su registro.
Varios medios, entre televisiones, radios, periódicos e informativos digitales y especializados, se han interesado en conocer cuáles son los controles y la normativa hay detrás de los sellos de producción ecológica de la Unión Europea y catalán, cuestión no del todo conocida entre las consumidores. Este era el objetivo de la visita guiada organizada por el CCPAE en la granja Romanich, en el Valle de Bas (Garrotxa), dedicada a la actividad de cría y engorde de cerdos ecológicos.
Durante el visita, Joan Duran, propietario de la granja, explicó cómo reconvertir su actividad para conseguir la certificación para vender la carne de cerdo como bio. Actualmente, Mas Duranoc cuenta con 300 cabezas de ganado de raza alemana, repartidos entre 50 madres, 200 cabezas de engorde y una cincuentena de lechones.
Por su parte, la inspectora del CCPAE de aquella zona, Marta Masalles, fuimos enumerando cada uno de los aspectos normativos que el Consejo verifica para certificar el cumplimiento de la regulación comunitaria cuando inspecciona in situ las explotaciones, que reciben auditoría al menos una vez al año. La técnica del Consejo explicó cada uno de los controles a los que se somete el operador inscrito, desde el control de registros de entradas, salidas, tratamientos, etc. hasta la toma de muestras de la alimentación o la observación del estado de los animales.
A lo largo del recorrido se evidenció que en el caso del porcino eco las diferencias respecto a la producción convencional son muy evidentes. Empezando por las densidad de cabezas de ganado que puede acoger cada uno de los espacios para la gestación, la lactancia y el engorde, mucho menores, el acceso obligatorio a patios exteriores, o la alimentación-que debe ser 100% proveniente de agricultura ecológica-, todas ellas cuestiones que garantiza un bienestar animal lejos del estrés provocado por el cierre en jaulas. El cerdo en ecológico no puede recibir tratamientos preventivos con antibióticos, tiene zona de paja para el descanso y el tiempo que están en cada fase de la producción hasta llegar al matadero puede alargarse hasta siete u ocho meses, dos o tres más que en convencional.
Al final de la visita, se ofreció una degustación de embutidos con pan, aceite, zumos y vino certificados ecológicos por el CCPAE.
A pesar de la fuerte pujanza de la ganadería eco en Cataluña, el porcino sigue siendo los minoritarios, con tan sólo 8 explotaciones en toda Cataluña. Sin embargo, la ganadería ecológica creció un 18% el año pasado y se está consolidando como una alternativa para aquellos que buscan una salida viable y quieren diferenciar su producto en el mercado. además de llegar a un tipo de consumidor fiel y comprometido con la salud y el medio ambiente.