El 17 de abril celebramos el Día Internacional de la Lucha Campesina en recuerdo de la masacre de Eldorado do Carajás en 1996 y honrar la resistencia de las personas campesinas de todo el mundo que trabajan por alimentarnos con justicia social y dignidad.
Por eso queremos expresar nuestra solidaridad e identificación con todas las personas campesinas, pueblos indígenas, jóvenes, hombres, mujeres y diversidades, migrantes, trabajadores rurales y sin tierra, personas en situación de pobreza laboral y desempleadas y junto a ellos nos levantamos con renovada esperanza y fuerza para reivindicar el derecho a una vida digna, libre de amenazas y con respeto a nuestra madre Tierra.
La tierra, el agua y el territorio no son solo mercancías. Son la base de nuestras comunidades, culturas y Soberanía Alimentaria. El derecho a la tierra es fundamental para que trabajadores del campo y comunidades rurales sigan produciendo alimentos saludables a través de la agroecología campesina y participen plenamente en la vida social, económica y política. Sin embargo, este derecho y lucha sigue siendo criminalizada, y los derechos campesinos refrendados por la UNDROP, son sistemáticamente violados en mucho paises del mundo.
Día de la Lucha Campesina 2025: en el día de luchas globales campesinas, este 17 de abril, lideradas por La Vía Campesina y el movimiento estatal Nos Plantamos reivindican la necesidad de una transición agroecológica urgente que favorezca y apoye a la agricultura familiar y social.
Ante la crisis actual de la agricultura, el movimiento estatal Nos Plantamos aboga por la defensa de la soberanía alimentaria, basada en el cuidado de las personas y los ecosistemas.
Con motivo del Día Mundial de la Lucha Campesina 2025, 17 de abril, el movimiento Nos Plantamos, del que forman parte más de 50 organizaciones, reclama la necesidad de apostar por una transición urgente hacia métodos de producción agroecológicos, sostenibles y diversificados, bajo proyectos familiares prósperos y a pequeña escala.
Reivindican, a su vez, un sistema agroalimentario en manos de las personas agricultoras y consumidoras, que no esté dominado por el poder de la industria agroalimentaria, los grandes supermercados ni los lobbies de la agroindustria. Las personas consumidoras quieren poder acceder fácilmente a alimentos sanos, producidos de forma justa y sostenible.
Promoción de la agroecología
Este modelo agroecológico, que responde a los retos sociales y ambientales actuales, busca también la preservación de la biodiversidad y la paz con justicia social, soluciones campesinas a la crisis alimentaria y climática que se vive en España y en otros lugares del mundo.
Ante esta transición, el colectivo también considera imprescindible el acceso a la tierra, precios justos para las productores y las consumidores, la promoción de la agroecología y las semillas campesinas y la defensa de la soberanía de los pueblos.
La disminución del número de personas agricultoras, el aumento de la superficie de las explotaciones de gran tamaño y la disminución de las de pequeño y mediano tamaño o la distribución desigual de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), muestran la realidad de un modelo imperante en España: una agricultura sin agricultores, dominada por los mercados, los acuerdos de libre comercio, y normas y políticas a medida de la agroindustria, que deja atrás la agricultura familiar y social basada en la agroecología.
Transición hacia una agroecología justa para las productores y las consumidores
Este sistema agroalimentario industrial sigue impulsando la pérdida de población rural, de agricultura familiar y social, y la falta de relevo generacional. También conlleva consecuencias ambientales graves, como el aumento de la contaminación de las aguas por la agricultura intensiva y la pérdida de biodiversidad.
A esto se suma el impacto de la crisis climática y de biodiversidad sobre la agricultura de pequeña y mediana escala, con pérdidas de hasta el 80 % según el cultivo.
La agricultura familiar en España supone el 82 % de las explotaciones agrarias, y es fundamental para la cohesión social en el mundo rural, para el cuidado de la biodiversidad agraria que produce alimentos sanos y sostenibles, y para el desarrollo del modelo agrario socialmente justo y sostenible.
Sobre esta agricultura deben centrarse el desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles y resilientes ante la crisis ecosocial, climática y de biodiversidad.
Por ello, desde las organizaciones que conforman La Vía campesina, así como desde Nos plantamos, recuerdan la importancia de apoyar a las fincas familiares y sociales a pequeña escala hacia una transición más sostenible y justa desde un enfoque social, medioambiental y económico que fortalezca la soberanía alimentaria.