La crisis afecta al sector ‘bio’. Los datos del consumo interno de alimentos ecológicos en España, y en general en toda Europa, no son tan positivos como en otros momentos. La alta inflación, el desempleo, la incertidumbre económica y la falta de perspectivas de futuro… están propiciando el estancamiento del consumo.
La producción de alimentos ecológicos en España sigue creciendo. Cada vez son más las hectáreas dedicadas a la producción “bio”. En los últimos años, España había aprobado una asignatura pendiente: el consumo interno de alimentos ecológicos. Habíamos ingresado en el ranking internacional dentro del Top Ten, aunque en el último lugar. Ya estábamos entre los 10 primeros, junto con Dinamarca, Alemania, etc. Sin embargo, parece que la expansión del consumo interno se está frenando. Y no solo eso. Se frena y, también, se desplaza hacia otros espacios…
Datos concluyentes
Según publicaban los medios en julio, el consumo de alimentos ecológicos se ha estancado en España, según un conjunto de estudios de la consultora Kantar presentados durante la 4ª Universitat d’Estiu de Mercabarna. La crisis está afectando también al sector ecológico, que hasta ahora había salido indemne de otros problemas. Sin embargo, los datos del mismo informe indican que la compra de productos premium ha crecido un 10% entre 2014 y 2021, especialmente los de proximidad, aunque tres de cada cuatro consumidores no los consumen.
El precio es importante
Según el citado estudio, las encuestas realizadas revelan que el 63,1% de los españoles se quiere cuidar a través de la práctica del deporte o mejorando su alimentación, mientras que el 15,2% quiere hacerlo «pero no puede» y el 21,7% no quiere cuidarse. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el gasto de los consumidores españoles en productos ecológicos alcanzó, en el año 2021, los 2.752 millones de euros. Lo que supuso un crecimiento del 8% respecto al año anterior.
Por su parte, según las mismas fuentes, el porcentaje de gasto en alimentos ecológicos respecto al gasto total alimentario en España en dicho año se situó en un 2,50%, indicando un crecimiento de cerca del 12% respecto a 2019. Pero las cosas están cambiando. En general, el gasto en alimentación de las familias se ha reducido muchísimo en los últimos meses. Los consumidores “eco” se resistían a seguir esta tendencia. Pero la alta inflación y la crisis coyuntural, unido a la falta de noticias ilusionantes y al proceso bélico en Ucrania, está haciendo que el consumo “bio” también se resienta. La crisis afecta al sector ‘bio’.
Desplazamiento
Ya en 2019, podíamos leer en los medios del sector que “en los últimos años se observa en la distribución especializada una evolución de los formatos. El formato comercial originario de hace unos años que recoge pequeñas tiendas especializadas (herbolarios y ecotiendas) está evolucionando hacia estructuras de supermercados ecológicos de más dimensiones, mayor oferta y categorías”.
El consumidor de alimentos ecológicos, como no había hecho prácticamente hasta la fecha, busca ahora ofertas, descuentos, oportunidades… Quiere seguir consumiendo ecológico y de proximidad, pero está abierto a buscar oportunidades, cosa que no había hecho hasta ahora. Y, en no pocas ocasiones, las oportunidades más jugosas están en los supermercados ecológicos más grandes y las grandes superficies, que también venden alimentos convencionales.
Aldi y Lidl siguen innovando e introduciendo nuevas referencias de forma continuada. El Corte Inglés sigue introduciendo nuevas referencias. Carrefour sigue apostando fuerte en ese sentido. Por su lado, los supermercados convencionales también han comenzado a ofrecer en los últimos años un mínimo surtido de productos ecológicos, principalmente de alimentación seca, pero que en algunos casos ya es relevante y que incluyen fruta y verdura.
Decididos ejemplos de esto son las enseñas Día y Consum, entre otros. Por todo ello, aunque es algo difícil de medir, el consumo de algunos clientes habituales del sector ecológico se está desplazando hacia las grandes superficies y/o los súpers “bio”. La crisis afecta al sector ‘bio’.
Un pez que se muerde la cola
El sector ecológico tiene un buen poder de convocatoria aún. Su resiliencia muestra cómo todavía, a pesar de tan negativo marco socioeconómico general, la producción, el consumo y el comercio exterior de los productos ecológicos españoles mantuvieron sus trayectorias de crecimiento. Y su consolidación como línea significativa de alimentación de buena parte de los consumidores españoles en los peores momentos de la pandemia y ahora, en la crisis.
Pero no es oro todo lo que reluce y es inútil seguir amparándonos en esos datos que, fijándose en el bosque, no nos dejan ver los árboles. Muchas tiendas de toda la vida están cerrando. Algunos pequeños productores pequeños lo están pasando tan mal que, por la subida de precios y de combustibles, tienen que subir precios ellos también. Lo que hace que sus productos sean menos competitivos y el pez sigue mordiéndose la cola.
Consumidores engañados
En palabras de J. Antoni Valls, director de Alimentaria (que en su última edición apostó notablemente por la alimentación orgánica), «las últimas tendencias del sector de la alimentación apuntan claramente, y cada vez con más fuerza, hacia la sostenibilidad». España es el mayor productor europeo de agricultura ecológica y ha duplicado sus ventas en los últimos cinco años, por lo que «era necesario que Alimentaria 2022 contase con un espacio diferenciado dentro del certamen dedicado a este segmento en auge».
De una parte, a un director de una feria como Alimentaria le corresponde ser más papista que el Papa y mostrar un positivismo que no siempre se corresponde con la realidad. Y destaquemos también que Valls habla de sostenibilidad… Sí. Ahora todo es sostenibilidad. El “greenwashing” lo inunda todo.
Se habla de alimentos “sostenibles” cuando nos referimos, en muchas ocasiones, a alimentos convencionales. Nos quieren convencer de que un alimento vegano convencional es un alimento ecológico. En este marco, el sector ecológico primordial pierde fuelle ante la gran industria: o bien porque desplaza el consumo de alimentos ecológicos hacia sus grandes superficies; o bien porque redirige las ganas de sostenibilidad hacia productos que no son ni ecológicos, ni locales, ni sostenibles.
Dejémoslo claro: la alimentación más sostenible es la que procede de la agroecología local, más vegetal que animal, lo más artesana posible, con packagings sin plásticos, en mercados y tiendas de pequeñas proporciones… Lo demás puede ser necesario para la transición, pero no como objetivo en sí mismo. La crisis afecta al sector ‘bio’.
Texto de Ángeles Parra: presidenta de la Asociación VidaSana y directora de las ferias BioCultura