Las emisiones de gases de efecto invernadero son las grandes culpables del calentamiento global que se experimenta en todo el mundo y es imperativo que se reduzcan de forma radical si queremos cumplir con lo pactado en el Acuerdo de París.
Este tipo de emisiones afecta al planeta de forma global, pero tambien incide en el cambio de las temperaturas a nivel puntual, es decir que en las ciudades en las que hay más GEI es factible que la subida de temperatura sea más acusada.
Este es el caso de la ciudad de Barcelona. Los expertos advierten que si no se logra un disminución significativa de las emisiones de GEI, para el año 2100 es muy posible que la temperatura de la ciudad pueda incrementarse hasta en 3.7º C.
Barcelona debe reducir inmediatamente las emisiones de GEI
La temperatura media en el ámbito metropolitano de Barcelona podría subir hasta 3,7 grados en 2100 si no se reducen «sustancialmente» las emisiones contaminantes. Así lo ha advertido el consejero delegado de Acción Climática del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Guille López, en un acto celebrado en el Parc de la Solidaritat, en El Prat de Llobregat (Barcelona).
«Los nuevos modelos nos proyectan un escenario peor de cara al futuro: un incremento de la temperatura media de entre 1,7 y 3,7 grados. En el peor escenario, llegando a un incremento de tres grados de temperatura a mediados de siglo, en 2050, y cuatro grados en 2100«, ha explicado, algo que ocurriría si no se reducen «sustancialmente» las emisiones contaminantes.
Estos valores, recogidos por el Proyecto Icaria -en el que el AMB participa-, están «muy por encima» de los marcados por el Acuerdo de París, que fue adoptado en diciembre de 2015 por casi 200 países para limitar el calentamiento mundial por debajo de los dos grados.
Así, López ha avisado de que el aumento radiografiado por el Proyecto Icaria «supondrá el aumento de los días de calor», donde se superan los 30 grados, y los de calor extrema, que rebasan los 35 grados. «Se multiplicarán las noches tropicales, aquellas en las que el termómetro no baja de los 20 grados, y también las tórridas», ha señalado.
Noches infernales y olas de calor
Además, aparecerán las llamadas noches infernales, donde se superan los 30 grados, y las olas de calor serán más frecuentes, largas e intensas. De hecho, López ha asegurado que se pasará «de una media de una ola de calor cada dos años» a sufrir estos fenómenos «tres o cuatro veces al año».
«Tendremos un impacto directo en la salud de la población, pero también en las infraestructuras y la planificación urbana«, ha detallado, y lo ha ejemplificado con el transporte por ferrocarril: «Las vías se expanden, lo que hace que el servicio ferroviario se tenga que interrumpir».
Estas predicciones también dibujan la posibilidad de que las zonas urbanas densamente pobladas, como Barcelona, puedan registrar temperaturas «un poco superiores» a las que se observarían en entornos rurales, debido al efecto «isla de calor». EFE / ECOticias.com




















