Las ciudades y el cambio climático: una relación estrecha. Más de 4.500 millones de personas viven hoy en ciudades, y esa cifra sigue creciendo. Las áreas urbanas concentran más del 70 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
El rápido proceso de urbanización ha traído desarrollo, innovación y oportunidades, pero también ha generado contaminación, consumo excesivo de energía y desigualdades sociales.
El aumento de las olas de calor, las inundaciones y la escasez de agua ya afecta a millones de habitantes urbanos, especialmente en las grandes metrópolis del sur global.
Ciudades: principales responsables y primeras víctimas del cambio climático
Con su demanda voraz de recursos energéticos, su consumo y sus residuos, los 4.500 millones de personas que viven en las ciudades, el 56 % de la población mundial, son la primera causa del cambio climático a escala global, pero son también inevitablemente sus víctimas y, a la vez, tienen en sus manos la posibilidad de mitigar la crisis.
El día temático sobre las ciudades en la COP de Belém, este lunes, abordará este triple papel de los urbanitas, inquilinos de unas metrópolis que en muchas regiones se han vuelto inhabitables por fenómenos como las olas de calor, las sequías, la contaminación, las inundaciones o los incendios.
Tras las lluvias torrenciales e inundaciones de este octubre en Veracruz y otras ciudades mexicanas, el programa ONU-Habitat sacó a la luz un estudio sobre los patrones de lluvia en más de mil urbes del mundo.
El rápido proceso de urbanización ha traído desarrollo, innovación y oportunidades, pero también ha generado contaminación, consumo excesivo de energía y desigualdades sociales.
El análisis halló anomalías importantes en la precipitación debido a la generación de islas de calor urbano -el asfalto y la falta de árboles retienen el calor-, la contaminación y los aerosoles -más nubes y tormentas- y la estructura urbana -la densidad de los edificios altera el viento-.
COP de Belém: el papel de las ciudades en la nueva agenda climática
¿Están las ciudades preparadas para adaptarse al cambio climático? Las cifras de afectados dicen los contrario.
Más de 150.000 evacuados en la zona de Los Ángeles durante los incendios del pasado enero, una treintena de muertos en Pekín por las lluvias torrenciales de julio, la Torre Eiffel de París parcialmente cerrada durante la ola de calor que castigó a Europa en verano, Hong Kong paralizado por el tifón Ragasa…
A todo esto se suman restricciones de agua en Barcelona tras 56 meses de sequía; el intento fallido de Nueva Delhi, hace apenas unos días, por sembrar nubes para reducir la polución … Una lista interminable de desastres obliga a las ciudades a repensar su trazado para afrontar la crisis climática.
«Cada ciudad y su arquitectura son ligeramente diferentes de las otras, por razones culturales, pero también climáticas. Con el calentamiento global, este equilibrio se puede quebrar: un aumento de pocos grados cambia las reglas del juego», ha explicado Pablo Garrido, socio y director de Tecnología y Sostenibilidad del estudio b720 Arquitectos.
Islas de calor, lluvias extremas y ciudades cada vez más inhabitables
Por ello, añade, han aparecido conceptos como ‘resiliencia’ o ‘refugios urbanos’ que representan medidas paliativas frente al cambio climático.
«La resiliencia incide en la capacidad de la arquitectura para adaptarse a los cambios climáticos; es decir, en pensar nuestras ciudades no solo para las condiciones actuales, sino también para previsibles escenarios de futuro. Los refugios climáticos, por su lado, son espacios preparados para las nuevas exigencias climáticas, compensando así en parte las carencias de la ciudad actual», indica el arquitecto.
Ante ello, Garrido estima que se presenta un reto doble. «Por un lado, la arquitectura y la ciudad se han de adaptar a la nueva situación: todas las viviendas, oficinas, escuelas, equipamientos y espacios urbanos deberían estar preparados para proporcionar confort y habitabilidad en el nuevo escenario», señala.
«Por el otro, esta nueva arquitectura debería reducir drásticamente su contribución al calentamiento global«, apunta.
La resiliencia incide en la capacidad de la arquitectura para adaptarse a los cambios climáticos
La integración de vegetación, la potenciación de la ventilación natural, el aprovechamiento de la inercia térmica de las construcciones o el uso de materiales de construcción de menor impacto ambiental son algunas de sus propuestas.
Aunque estas acciones «no evitarán la necesidad puntual de medidas de acondicionamiento artificial como el aire acondicionado», pueden ayudar a reducir significativamente su consumo final y a mejorar la eficiencia de las ciudades, asegura Garrido.
Resiliencia y refugios climáticos: cómo rediseñar la arquitectura urbana
El reciente Congreso de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN), en Abu Dabi, ya destacó que los desafíos no están solo en la protección de reservas remotas, sino que pasan también por las decisiones que tomen quienes gobiernan las grandes ciudades.
«Las 10.000 ciudades del mundo tienen un impacto enorme que va mucho más allá del 3 % de la superficie terrestre que ocupan, en particular a través de sus demandas de recursos más allá de sus fronteras», advirtieron.
Hay datos que invitan al optimismo: tres centenares de autoridades municipales se reunieron la semana pasada en Río de Janeiro y concluyeron que las ciudades, responsables del 70 % de las emisiones contaminantes, están reduciéndolas a un ritmo cinco veces superior al de los propios países.
«Los alcaldes no esperamos a que otros actúen. Estamos liderando con el ejemplo, protegiendo a los ciudadanos, creando empleos verdes y demostrando que el liderazgo climático puede mejorar la vida de las comunidades», afirmó allí el alcalde de Londres, Sadiq Khan.
Del consumo desbocado al liderazgo climático: el reto político de las metrópolis
Las ciudades inteligentes (smart cities) juegan un papel clave al integrar tecnología, datos y sostenibilidad. A través de sistemas de transporte eléctrico, reciclaje avanzado y planificación urbana inclusiva, es posible crear entornos más resilientes y menos dependientes de los combustibles fósiles.
El futuro climático del planeta se decidirá, en gran parte, en las ciudades. Si los 4.500 millones de urbanitas adoptan estilos de vida sostenibles, el cambio puede ser imparable. Pero si se mantiene el modelo actual de consumo y desigualdad, las urbes podrían convertirse en el epicentro del colapso ambiental. Seguir leyendo en: ECOticias.com / EFE
















