En 1992, la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro dio lugar a la creación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que sentó las bases para las Conferencias de las Partes (COP). Tres décadas después, Brasil volverá a reunir a líderes de todo el mundo para la COP30 en un momento crítico para el planeta.
La elección de Brasil como sede de esta conferencia COP30 representa una oportunidad para proteger la Amazonia, el sumidero de carbono terrestre más importante del mundo, y abordar asuntos clave ante una situación de urgencia global sin precedentes.
La ciencia es clara: el tiempo para tomar decisiones transformadoras se agota y los riesgos de inacción son cada vez mayores para el medio ambiente, para nuestra salud y para la estabilidad social y económica global. Y desde la dirección de la COP30 advierten que esta será una Cumbre austera y acorde con el momento que vive el planeta.
La COP30 será una cumbre diferente
La directora ejecutiva de la COP30, la brasileña Ana Toni, afirmó que la próxima «no será una cumbre en la que todo el mundo se aloje en hoteles cinco estrellas» sino que se tratará de una «mucho más real, con problemas de saneamiento, energía y pobreza», en una entrevista publicada este jueves por el periódico Folha de São Paulo.
«No iremos durante quince días a un lugar blindado de la vida real. Mostrar las dificultades reales, tanto en la selva amazónica como en Belém, nos inspirará para tomar decisiones más firmes. Sabemos que el cambio climático es el mayor acelerador de la pobreza y la desigualdad. Y estaremos en una ciudad que representa estos retos», comentó Toni. Además, celebró que Brasil «no oculte sus retos» en materia de deforestación, combustibles fósiles y logística.
La celebración de la cumbre climática COP30 en la ciudad amazónica del estado de Pará hizo que el Gobierno, tanto nacional como local, tenga que acelerar obras de infraestructura en la ciudad, que es una de las capitales con menor índice de desarrollo del país y donde el 80 % de la población vive sin cloacas.
Sin embargo, una de las principales preocupaciones gira en torno a cómo esa ciudad conseguirá hospedar a todas las delegaciones oficiales e invitados que viajarán en noviembre a asistir a la cumbre climática, cuyo número se calcula en 50.000 personas.
La capacidad hotelera de Belém es de unas 20.000 camas, por lo que el Gobierno encaró una negociación para evitar la especulación y los precios desorbitantes, y ha puesto en marcha un plan de cara que incluye la construcción y adecuación de hoteles, la adaptación de escuelas y acuerdos con plataformas de hospedaje. Y contrató dos navíos de lujo que funcionarán como «hoteles flotantes» y anclarán en el puerto de Outeiro, que además está siendo restaurado y modernizado para mejorar la movilidad de los asistentes.
Para intentar aliviar la presión inmobiliaria, el Gobierno ya ha decidido anticipar la cumbre de jefes de Estado de la COP30 para los días 6 y el 7 de noviembre, de modo que sea realizada antes de las deliberaciones técnicas, del 10 al 21 de noviembre. En la entrevista, Toni instó todos los sectores de la sociedad a comprometerse en la lucha contra el cambio climático y resaltó la importancia de medir «los costos de la inacción» en materia climática.
«Seguimos gestionando las catástrofes, en lugar de gestionar riesgos y prevenirlos. Esto está deteriorando nuestra capacidad de financiar el desarrollo», reclamó la que además es titular de la Secretaría Nacional de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil. En ese sentido, adelantó que está pidiendo a economistas a que ayuden «calculando el costo» de la inacción, que es «muy grande, pero invisible«. EFE / ECOticias.com