El avance del ladrillo en las costas españolas ha arrasado con todo. También con los recursos naturales que proporciona el litoral. De hecho, el 80% de los recursos ambientales que provee la costa está degradado debido a la urbanización masiva.
Concretamente, en los últimos 30 años (desde la aprobación de la Ley de Costas de 1988), la superficie de costa urbanizada se ha duplicado y parece que las cosas continuarán así según denuncia Greenpeace en su último informe: ‘Destrucción a toda costa 2025: Impactos del urbanismo y el cambio climático en el litoral’.
Los ecosistemas costeros proporcionan bienes y servicios ambientales claves para el desarrollo económico y social: seguridad alimentaria, I+D o turismo, entre otros. También son la tabla de salvación para adaptarnos a los impactos del cambio climático en el litoral, en un contexto de eventos climáticos extremos: generan lluvias para frenar el avance de las sequías, al tiempo que funcionan como amortiguadores de inundaciones y controlan la erosión del suelo.
Demasiado sol y muy poca playa
Este calor nos está dejando fritos. Y el concepto es extensible a la costa. Cada vez tenemos una costa más frita. Los detalles los cuentan en el informe Destrucción a toda costa 2025: Impactos del urbanismo y el cambio climático en el litoral, que repasa cómo el cambio climático, el urbanismo excesivo y la falta de planificación está afectando ya a las personas, a la economía y a las playas.
Y si no cambiamos el rumbo, esto no ha hecho más que empezar. En el siguiente mapa son evidentes los más de 500 puntos críticos que han detectado, localidad por localidad. Son puntos de riesgo donde la costa o la playa pueden desaparecer en los próximos años si no actuamos ya.
El urbanismo y el cambio climático acabarán con nuestras playas
No es una exageración, es una realidad científica que hay que afrontar. Y es que se está poniendo cada vez más difícil encontrar un hueco para poner la toalla en la playa:
- Por cada centímetro que sube el nivel del mar, se pierde aproximadamente un metro de playa. El aumento de la temperatura del agua, las tormentas, DANAs y demás eventos climáticos extremos, las playas están sufriendo lo indecible para mantenerse en buen estado.
- Además, no entendemos, o no queremos entender, que algunas prácticas urbanísticas, con ese afán por llenar de cemento y ladrillo la primera línea de playa, juegan en nuestra contra.
Hay que elegir, porque si queremos ver el mar desde nuestra ventana, ese mismo mar, azuzado por las consecuencias del cambio climático, va a hacernos sentir toda su fuerza.
Todas las aguas que rodean la península y las islas se están calentando. Se están calentando mucho. Y nos está tocando lo peor:
- Nuestras aguas se calientan un 67 % más rápido que el resto de los mares y océanos.
- En el caso del Mediterráneo, la cosa está literalmente on fire: lleva en ola de calor desde noviembre del 2024.
- El agua más caliente tiene consecuencias como temporales más brutales y más frecuentes, (que se llevan toda la arena de playa y ponen vidas en peligro).
La biodiversidad está en franco declive
Este calor y aumento de temperatura de nuestros mares lleva aparejado el aumento del número de noches tórridas. Pueden evocar todo tipo de pasión, pero realmente significa que no hay forma de pegar ojo, que nuestra salud se resiente y que las especies marinas se fugan a aguas más frías o se mueren directamente.
Olvídate del pescaíto frito. Y de la paella de marisco. Y de disfrutar de la riqueza de especies de flora, algas, esponjas, corales y peces, que se mueren y son reemplazados por otras especies invasoras de aguas más cálidas como el pez conejo tropical, que se come todas las algas dejando las rocas peladas y sin vida.
El urbanismo se ha descontrolado por completo
No podemos seguir deformando la costa. No es un capricho. Es una necesidad. Y lo que han encontrado en el informe es que los gobiernos locales no lo entienden. Siguen pensando que poner un dique aquí y 25 viviendas allá no tiene consecuencias. Pero, por desgracia, sí que las tiene. Las nuevas urbanizaciones deberían llamarse “Costa Triste” o “Playa pelada”, porque eso es lo que nos van a dejar.
¿Es posible salvar el 40 % de las playas? Sí. Y es hora de ponerse manos a la obra. Porque sólo con una disminución moderada de las emisiones que causan el cambio climático, se evitaría el retroceso del 40 % de las playas de todo el mundo. Merece la pena, ¿no?. Pues lo mismo con nuestras costas: necesitan una nueva dieta para sobrevivir.
¿Cómo salvamos nuestras playas de forma sostenible?
Pues las costas también necesitan cambios en su dieta para sobrevivir y protegernos. Aquí van algunos ingredientes:
- Abandonar los combustibles fósiles que están cambiando el clima de todo el planeta.
- Proteger la costa aplicando una dieta de Soluciones Basadas en la Naturaleza y abandonar el cemento y el ladrillo (sólo un poquito, en los primeros 100 metros, para que sobrevivan las playas, las dunas, los humedales…).
- Conocer el daño a través de los datos que ya existen sobre impactos y riesgos de las inundaciones y la desaparición de playas y costas. La información existe, pero no se usa, y se permite construir en zonas que se sabe que se van a inundar (y ya conocemos las terribles consecuencias que eso supone).
- Tener planes para adaptarnos a estos impactos y hacerlos públicos y conocidos para que sepamos cómo protegernos y a lo que nos enfrentamos.
- Reformular el modelo turístico. Abandonar las cosas que estamos haciendo mal, sobre todo con el turismo. Las administraciones sacan pecho de que cada año hay más turismo, pero se olvidan de quienes viven en esas localidades todo el año y se ven cada vez más asfixiados. ECOticias.com