Mientras el mundo sigue con interés el desarrollo de la COP30 en Belém, Brasil, un nuevo informe de ActionAid ha revelado que menos del tres por ciento de la financiación climática mundial apoya iniciativas de “transición justa”.
Esto significa que esta financiación carece de enfoques diseñados para garantizar que los trabajadores, las mujeres y las comunidades de primera línea no se queden atrás en el cambio hacia una economía más verde.
El informe analizó la financiación de dos importantes fondos climáticos mundiales: el Fondo Verde para el Clima y los Fondos de Inversión Climática y descubrió que solo el 2,8 por ciento de la financiación climática total se destina a proyectos que priorizan los derechos y los medios de subsistencia de las personas.
Menos del 3% de la financiación climática llega a una transición justa
Un nuevo informe de Alianza por la Solidaridad-ActionAid señala que menos del 3% (2,8%) de la financiación climática apoya enfoques de “transición justa” que priorizan a los trabajadores, las mujeres y las comunidades en la lucha contra la crisis climática. Una cifra que apenas alcanza 630 millones de dólares en una década.
En medio de la COP30 que tiene como uno de los principales temas en la agenda la transición, la organización denuncia que estos niveles extremadamente bajos de financiación ponen en riesgo el garantizar que la transición hacia un futuro más verde, sostenible, sin desigualdades que apoye y priorice a los colectivos más afectados.
Un dólar de cada 35: la brecha entre discurso y realidad
El informe “Así se mueve el dinero: Financiación climática para una transición justa”, analiza los datos de los dos principales fondos climáticos mundiales —el Fondo Verde para el Clima y los Fondos de Inversión Climática— y revela que, de forma decepcionante, solo 1 de cada 35 dólares de la financiación climática se destina a una transición verdaderamente justa.
Los datos también muestran que solo uno de cada 50 proyectos (1,96%) escucha y apoya adecuadamente a las comunidades y personas afectadas en este proceso.
“Es urgente abandonar los combustibles fósiles y la agricultura industrial y avanzar hacia las energías renovables y la agroecología, pero esto debe hacerse de manera que proteja los empleos, los derechos de las personas, sin replicar dinámicas extractivistas y que garantice alimentos y energía asequibles para todas” subraya Isabel Iparraguirre, experta en justicia climática de Alianza-ActionAid.
¿Qué es realmente una transición justa y a quién debe proteger?
La transición justa es uno de los temas centrales de la COP30. La transición justa busca transformar el modelo económico, energético, de producción y consumo hacia una economía sostenible, baja en carbono que garantice la protección social, el empleo digno, el cuidado del medioambiente y la biodiversidad para las personas y comunidades afectadas sin dejar a nadie atrás.
Los enfoques de transición justa suelen implicar, entre otras cuestiones, la participación de las comunidades en los procesos locales de planificación, la formación y el apoyo para nuevos empleos y economías más verdes, así como ayudas económicas para cubrir los periodos de transición cuando se cierran industrias destructivas para el clima.
En este sentido, el informe demuestra que este enfoque está infra financiado, y que las cubren las necesidades de las personas, con el riesgo de profundizar en las desigualdades.
Teresa Anderson, autora del informe y líder global en Justicia Climática de ActionAid Internacional destaca que “Los enfoques de transición justa garantizan que la acción climática priorice las necesidades cotidianas de las personas y no las empuje, por accidente, a una mayor pobreza.
Comunidades del Sur Global en primera línea del daño climático
Sin este enfoque, la acción climática y los procesos de transición corren el riesgo de causar daños no intencionados, provocar rechazo y generar un retraso que no podemos permitirnos.”
El informe también recoge historias y testimonios del daño causado por empresas de agricultura industrial y gigantes de los combustibles fósiles en comunidades en el Sur Global.
Durante generaciones, una comunidad que vive cerca de Timbiras, en Maranhão, parte de la región de la Amazonia en Brasil, ha subsistido gracias al babasú, un tipo de palmera que crece naturalmente en el bosque y produce aceite y fibras ampliamente utilizadas en la alimentación, la industria y los cosméticos.
Sin embargo, a medida que avanza la deforestación, la comunidad enfrenta una creciente presión por parte de agricultores, empresarios y políticos para abandonar su territorio y dejar paso a la expansión de la agricultura industrial.
ActionAid pide un “Mecanismo de Acción de Belém” para que nadie se quede atrás
La comunidad ha sufrido intimidaciones para abandonar la tierra. Durante tres años, aviones y drones han fumigado pesticidas sobre el área, lo que ha provocado dolores de cabeza, náuseas, dolores de estómago, mareos y erupciones a las personas.
Aunque ahora esos ataques con pesticidas han sido prohibidos, la aplicación de la prohibición es mínima y la deforestación continúa.
Alianza-ActionAid pide un compromiso para coordinar la transición justa a nivel mundial. En concreto, junto a otras organizaciones, exige la creación de un “Mecanismo de Acción de Belém” sobre transición justa que asegure la coordinación, el aprendizaje compartido y el apoyo a la implementación para que nadie se quede atrás.
Lo más sorprendente fue comprobar que solo uno de cada 50 proyectos. Lo que constituye menos del 2%, (exactamente el 1,96 %) involucra adecuadamente a las comunidades en la planificación y la implementación.
Y por cada 35 dólares que se invierten en acción climática, apenas uno de ellos apoya una transición justa, la lucha contra los combustibles fósiles y la justicia climática. Seguir leyendo en ECOticias.com
















