Brasil enfrenta una encrucijada crucial en su camino hacia un futuro sostenible: la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger su vasta biodiversidad, lo que impulsa al país a redoblar su apuesta por la descarbonización y el fin de los combustibles fósiles.
Una meta en la que tiene puestos sus ojos el mundo entero como quedó patente ayer en el comienzo del III Foro Latinoamericano de Economía Verde (FLEV) y con las miras centradas en la celebración en uno par de meses de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU (COP30).
Descabornización del planeta: el reto que debe guiar Brasil
ONG ambientalistas y empresas energéticas expresaron este jueves en São Paulo su expectativa de que Brasil redoble la apuesta por la descarbonización y el fin de los combustibles fósiles durante la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU (COP30), que se celebrará en Belém en noviembre. Los participantes en el III Foro Latinoamericano de Economía Verde (FLEV), que organiza la Agencia EFE, destacaron que alrededor del 90 % de la electricidad brasileña proviene de fuentes renovables, pero afirmaron que eso no exime al país sudamericano de responsabilidad para avanzar aún más en la transición energética.
En ese sentido, Suely Araújo, coordinadora de políticas públicas del Observatorio del Clima, dijo que confía en que el Gobierno brasileño recupere la referencia al fin de los combustibles fósiles, la principal fuente de emisiones contaminantes, en la declaración final de la COP. Esa referencia apareció por primera vez en la COP28 celebrada en Dubái en 2023, pero fue eliminada en la última conferencia, en Bakú. «Brasil tiene que liderar el esfuerzo de negociación y poner en el debate algún tipo de avance, un mayor detalle en cuanto al alejamiento de los combustibles fósiles”, afirmó.
Al mismo tiempo, la activista apuntó a la contradicción que suponen los planes del Gobierno anfitrión de la COP30 de explorar los yacimientos de petróleo en una área marítima situada a unos 500 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas, un lugar de gran fragilidad ecológica.
Con todo, el exministro peruano Manuel Pulgar-Vidal, líder global de clima y energía de WWF Internacional, afirmó que Brasil tiene la “capacidad multilateral” y la “habilidad” para llevar a buen puerto las negociaciones. Pulgar-Vidal dijo que los objetivos del mandato de esta COP30 son «modestos«, pero que el país puede compensarlo poniendo el foco en la implementación de lo que ya fue acordado en conferencias anteriores y en la necesidad de involucrar al sector privado.
Precisamente, representantes empresariales presentes en el foro admitieron que los gobiernos pueden crear incentivos, pero que descarbonizar la economía dependerá al final de la voluntad de las compañías y de su interés económico.
Edson Guimarães, CEO para Latinoamérica de Lots Group, una empresa de logística con prácticas sostenibles, afirmó que ya es “posible” realizar transporte de mercancías con biocombustibles a costos similares a los del diésel. “El liderazgo necesita venir de la iniciativa privada porque ya es posible hacer una transición energética en logística”, afirmó, antes de destacar que Brasil es el sexto mayor emisor mundial de gases contaminantes en el sector transportes.
En la misma línea, Silvia Cabral, directora de regulación, comercialización y sostenibilidad de la empresa Norte Energia, dijo que el objetivo global de triplicar las energías renovables de aquí a 2030 es “audaz”, pero posible si se toman una serie de medidas. Entre los requisitos para implementar ese objetivo, Cabral apuntó a la necesidad de invertir en el almacenamiento de energías renovables como la solar, de mejorar la red de transmisión eléctrica y de aprender del pasado en temas de licenciamiento ambiental. «Tenemos lecciones aprendidas que necesitan ser llevadas a la mesa», declaró.
En definitiva, con políticas firmes y compromiso colectivo, Brasil puede convertirse en un ejemplo de liderazgo en la lucha contra el cambio climático y en la construcción de un futuro más sostenible para todos. Y prueba de ello es un dato esperanzador en este sentido: alrededor del 90 % de la electricidad brasileña proviene de fuentes renovables. EFE / ECOticias.com