En la actualidad, mientras muchas regiones del mundo ponen en marcha planes de crisis contra la sequía, otras padecen los estragos de lluvias torrenciales que sumergen ciudades y cultivos bajo la fuerza de las aguas salvajes. ¿Estaríamos todos de acuerdo en que es necesario mejorar nuestra comprensión de los impactos del cambio climático y diseñar políticas que permitan hacerles frente? Entonces, implicar a los pueblos indígenas y a las comunidades locales es crucial y, si se hace correctamente, los resultados serán valiosos para la sociedad en general.
Esta es una de las conclusiones de un amplio estudio coordinado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) que incluye a 48 Pueblos Indígenas y comunidades locales de todas las zonas climáticas del mundo habitadas. El proyecto «Indicadores Locales de Impactos del Cambio Climático» (LICCI), dirigido por Victoria Reyes-García, Profesora de Investigación ICREA en el ICTA-UAB, ha sido financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC) y realizado en colaboración con numerosas organizaciones locales, desde universidades e instituciones gubernamentales hasta la sociedad civil. Los resultados de este trabajo se han publicado recientemente en la revista Nature Communications Earth & Environment.
«Los efectos del cambio climático son enormes, numerosos y diferentes en las distintas comunidades, lo que dificulta el diseño de estrategias de adaptación. Somos conscientes de ello. El proyecto LICCI ha demostrado que los conocimientos indígenas y locales aportan nuevas pruebas que pueden servir de base para intervenciones justas y eficaces contra el cambio climático«, afirma Victoria Reyes-García, investigadora principal de LICCI.
Cambio climático: conocimientos de los pueblos indígenas y las comunidades locales
El cambio climático es un fenómeno global con causas y efectos complejos que requieren la colaboración internacional a todos los niveles. Sin embargo, la variabilidad de los impactos del cambio climático es tal que las intervenciones locales para mitigarlos no siempre son eficaces.
Además, la complejidad de algunos impulsores del cambio, como los conflictos locales, la planificación de grandes infraestructuras o el turismo, por citar algunos, puede distorsionar nuestra comprensión de las causas y los impactos del cambio climático. Y lo que es más importante, los efectos del cambio climático son percibidos de forma diferente por las comunidades cuyos medios de vida difieren de las actividades económicas de las principales economías del mundo y que encarnan visiones y comprensiones culturales distintivas del mundo. En consecuencia, la soberanía alimentaria, la seguridad económica y la identidad cultural están en juego en muchas partes del mundo.
Por este motivo, los científicos y los responsables políticos llevan muchos años buscando formas de incluir las necesidades de los pueblos indígenas y las comunidades locales en sus estudios y programas de intervención, con iniciativas internacionales como la Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas (LCIPP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC).
Desgraciadamente, la mayoría de las veces estas comunidades han sido ignoradas desde el principio hasta la fase de aplicación. Una de las razones, aunque no la única, fue el reto de integrar mediciones aplicables y reproducibles a escala mundial -críticas para informar modelos climáticos intrincados- con datos escasos y poco comparables procedentes de zonas remotas de todo el mundo. Este reto es especialmente acusado en regiones donde las comunidades dependen en gran medida de la naturaleza, lo que las hace más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas (LCIPP)
Este es el problema que el proyecto LICCI se propuso resolver. Mediante un esfuerzo de colaboración en el que participaron 81 investigadores de 65 instituciones, el equipo de LICCI desarrolló y puso a prueba un protocolo específico para cada lugar, pero comparable entre culturas. Este enfoque innovador pretendía documentar sistemáticamente los impactos del cambio climático tal y como los perciben los habitantes de las regiones seleccionadas. El proyecto contó con la participación de más de 5.000 personas de 48 culturas y nacionalidades diferentes, que representaban a 179 comunidades de 37 países.
Aunque no se pudo consultar a todas las comunidades, el análisis de los 1.661 impactos notificados, clasificados en 369 indicadores, destaca por su amplia inclusión. De adoptarse ampliamente, los protocolos de la LICCI ofrecen una perspectiva global exhaustiva, facilitando la integración de los pueblos indígenas y las comunidades locales y sus conocimientos en la investigación y las políticas internacionales sobre el cambio climático.
El estudio subraya que los pueblos indígenas y las comunidades locales comparten una profunda conciencia de los efectos persistentes, palpables y de gran alcance del cambio climático. Sorprendentemente, son capaces de discernir y ver el impacto simultáneo de estos efectos y los fomentados por otras fuerzas transformadoras en sus comunidades, que van desde la construcción de carreteras y la modificación de la normativa nacional e internacional sobre el uso de la tierra hasta las variaciones en el acceso a bienes y servicios comunes.
En muchos casos, estas comunidades han demostrado su capacidad de recuperación respondiendo de forma proactiva a tales impactos: han ajustado estratégicamente sus actividades socioeconómicas y culturales con el objetivo de mitigar las repercusiones tanto en el medio ambiente como en su modo de vida. Pero, en otros casos, no hay mucho que hacer a escala local y la población se siente impotente y desbordada.
Al igual que en muchos otros protocolos de investigación, las comunidades que participan en el proyecto LICCI informan con frecuencia de cambios en las temperaturas medias o estacionales, así como de cambios en la productividad de los cultivos y la abundancia de plantas silvestres, siendo estas las observaciones más comunes. Sin embargo, lo que diferencia a LICCI es su detallado sistema de indicadores, que permite asociar los cambios en la temperatura media o la productividad de los cultivos con observaciones y explicaciones en distintos lugares.
Esto abarca desde el viento seco procedente del Sáhara que afecta a Ghana hasta la reducción de las precipitaciones que repercute en Chile cuando se tiene en cuenta la temperatura. Del mismo modo, incluye el acortamiento de los ciclos de condensación en Senegal y las infestaciones de plagas en Rumanía al evaluar la productividad de los cultivos.
¿Cómo pueden los conocimientos de los pueblos indígenas y las comunidades locales modificar la investigación y la política sobre el cambio climático?
En España y en el resto del mundo, el proyecto LICCI ha demostrado que los cambios en la forma en que las comunidades locales interactúan con el medio ambiente sirven como indicadores cruciales de los cambios climáticos que observan. Teniendo en cuenta el complejo y profundo conocimiento que han demostrado tener, junto con su capacidad para adaptarse al cambio climático y mitigar sus impactos en sus comunidades, el Consorcio LICCI ha resumido sus aprendizajes en tres importantes recomendaciones tanto para investigadores como para responsables políticos:
- La colaboración con los pueblos indígenas y las comunidades locales amplía, enriquece y profundiza nuestra comprensión del cambio climático y sus efectos a nivel local. Esta comprensión puede utilizarse para mejorar los planes y las intervenciones de adaptación pertinentes a nivel local.
- En el contexto de las negociaciones globales para la justicia climática, el proyecto LICCI proporciona una metodología para medir y comparar los impactos del cambio climático en todo el mundo, que también puede informar sobre las medidas compensatorias apropiadas.
- Proteger los conocimientos y sistemas culturales indígenas y locales implica apoyar su capacidad de adaptación a los impactos actuales y permitirles contribuir a los esfuerzos globales de mitigación.
Cambio climático: las comunidades LICCI en España
El proyecto LICCI ha estudiado tres regiones españolas: Cabrales (Asturias), Sierra Nevada (Andalucía) y el Cabo de Creus (Costa Brava). Estas regiones, elegidas por sus condiciones orográficas únicas y sus diversos entornos ecológicos, ofrecen ejemplos convincentes de cómo las comunidades se adaptan y comprenden en profundidad los efectos del cambio climático.
En las localidades de Arenas, Arangas y Asiego, en el municipio de Cabrales, los investigadores han documentado los efectos del cambio climático en los huertos familiares, cruciales para la independencia alimentaria. La población local describe la inquietante difuminación de las estaciones, con cambios en las precipitaciones y la temperatura, así como fenómenos meteorológicos extremos que han alterado las prácticas de riego y los calendarios de cosecha, contribuyendo a un aumento de las enfermedades de los cultivos. Para contrarrestar estos problemas, los residentes están construyendo invernaderos y depósitos de agua, e intensificando el uso de fungicidas.
En Sierra Nevada, un punto caliente de la biodiversidad europea que alberga el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, la población informó de impactos similares del cambio climático. Las personas con estudios superiores, que son las que trabajan en menor medida en el sector primario, mostraron un menor conocimiento de los impactos. Esto subraya la importancia de los conocimientos locales sobre el terreno y el ecosistema para comprender las complejidades del cambio climático.
En la Costa Brava, los expertos del LICCI trabajaron con pescadores artesanales y documentaron sus avanzados conocimientos del medio ambiente. Los pescadores locales relacionan los cambios en las tormentas y el viento con cambios en la población de diversas especies marinas que, en última instancia, afectan a sus medios de vida. El complejo conocimiento ecológico que poseen permite identificar impactos del cambio climático que no se han examinado en la literatura científica, como los efectos en el comportamiento de los animales marinos, en las cadenas alimentarias e incluso la contaminación de origen sintético.




















