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martes, marzo 28, 2023

La hora de la verdad para la economía verde

El reto es enorme y la política es compleja. Pero tenemos que hacer las cosas bien. De lo contrario, los científicos advierten que cuando un niño nacido hoy cumpla 50 años, el mundo podría haberse calentado hasta 2,5ºC por encima de los niveles preindustriales. Esto desencadenaría dramáticos cambios que alterarían radicalmente la forma en que vivimos.

 

Por ejemplo, si todo sigue igual, es probable que hasta 4 mil millones de personas – casi la mitad de la población mundial actual, sufran una seria escasez de agua, debido en gran parte a la reducción del 60% de los glaciares en el hemisferio norte. También habría un aumento en la sequía y la desertificación. Esto tendría un impacto devastador en la producción agraria y en nuestra capacidad para alimentarnos. Además, previsiblemente daría lugar al desplazamiento de un gran aumento de personas: se prevé que, para 2050, pueda haber hasta 200 millones de emigrantes debido, ni más ni menos, al aumento de los niveles de mar.

 

Los motivos económicos para actuar ahora están claros. El informe de Nicholas Stern, ex Director Económico del Banco Mundial, publicado en 2006 estimó que el cambio climático podría suponer para la economía mundial un coste mayor que el coste total de las dos Guerras Mundiales y la Gran Depresión. Pero el precio de la dependencia del carbono no es sólo una cuestión a largo plazo. Hay que remontarse al año pasado. El detonante de la crisis crediticia fue una crisis de recursos: los titulares de hipotecas subprime no pudieron pagar sus facturas en un período de fuertes subidas de los precios del petróleo y de los alimentos, junto con un aumento de los tipos de interés. Cuanto mayor sea nuestra dependencia de los combustibles fósiles, mayor será nuestra vulnerabilidad a los impactos de los precios.

 

Desde luego, hay quienes afirman que deberíamos dejar el cambio climático de lado mientras afrontamos la tarea más urgente de encontrar una salida a la crisis económica. España y el Reino Unido creen que este planteamiento es erróneo. En el discurso que pronunció durante la reciente conferencia sobre clima en Barcelona, la Vicepresidenta Primera española afirmó que, sea cual sea el coste del paquete de medidas para rescatar la economía mundial, sería reducido en comparación con los enormes costes y las profundas consecuencias de una demora en la acción sobre el cambio climático.

 

De hecho, las inversiones verdes son precisamente la clase de inversiones que necesitamos si vamos a crear una economía más estable, más previsible en el futuro. La buena noticia es que los países, regiones y empresas que reconocen y aceptan ahora el reto de adaptarse a la nueva economía baja en carbono del futuro serán los más competitivos y prósperos.

 

El mercado mundial de bienes y servicios medioambientales y bajos en carbono ya está valorado en unos 3,3 billones de euros. En el Reino Unido supone el 7,4% de nuestro PIB y da empleo a unas 880.000 personas. En 2008, por primera vez la energía verde superó a los combustibles fósiles en lo que respecta a las inversiones mundiales en la generación de energía, de las cuales la energía eólica, la energía solar y otras tecnologías limpias representaron inversiones de 94 mil millones de euros (en comparación con los 74 mil millones de euros invertidos en gas y carbón). Empresas españolas de energías renovables están consiguiendo gran parte de esos nuevos negocios, ayudando a mantener unos 200.000 puestos de trabajo españoles, y los planes recientemente anunciados por el gobierno de ampliar tecnologías establecidas tales como la energía eólica, así como tecnologías punta tales como la energía termosolar, demuestran que esa cifra puede aumentar considerablemente.

 

La comunidad internacional tiene que actuar ahora, con visión y determinación. La Cumbre de Copenhague tiene que lograr un acuerdo integral y políticamente vinculante con cifras y compromisos claros. Si fallamos, la Tierra estará en riesgo. Las generaciones futuras dependen de nosotros para que la protejamos y cuidemos.

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