La preocupación por el agujero de CO2 más grande del planeta va en aumento. Se habla de un billón de toneladas y gases tóxicos. El proyecto para incinerar toneladas de dióxido de carbono todavía está por llegar y, mientras tanto, la situación es insostenible en varias partes del mundo.
El debate alrededor del dióxido de carbono es largo y parece que nunca termina. Aunque muchos piensan que el CO2 es tóxico y nocivo para la salud humana, en realidad el CO2 no es tóxico en sí mismo. El problema radica en las altas concentraciones en el aire interior. Esto genera un desplazamiento en el oxígeno del aire y hace que la respiración se vuelva más difícil.
La calidad del aire interior es un tema de gran importancia para el ser humano. De él depende, en gran parte, la salud y el bienestar de las personas.
El permafrost se está convirtiendo en un grave contaminante
Una reciente investigación ha sacado a la luz que el suelo congelado ya es emisor neto de metano y óxido nitroso y, en menor medida, de dióxido de carbono. Cuando hablamos de permafrost nos referimos al suelo de tierra congelada situado a unos 14 millones de kilómetros cuadrados de tierra en el Ártico y sus alrededores.
Se estima que los metros superiores guardan un billón de toneladas métricas de carbono y 55.000 millones de toneladas métricas de nitrógeno. Históricamente, toda esa zona septentrional de permafrost fue sumidero de carbono, puesto que los suelos congelados inhiben la descomposición microbiana.
Sin embargo, el aumento de las temperaturas contribuye al derretimiento del permafrost y fomenta las prácticas biogeoquímicas que empeoran el cambio climático liberando gases de efecto invernadero, como CO2, metano (CH4) y óxido nitroso (N20).
El estudio al que nos referimos fue publicado en Global Biogeochemical Cycles y expone las mediciones de gases de efecto invernadero de la región septentrional de permafrost entre 2000 y 2020 para brindar un balance de carbono de la región, además de la primera evaluación exhaustivas de las cantidades de gases de efecto invernadero que absorbe y emite la zona.
El estudio arroja que el permafrost de la zona ha dejado de ser un sumidero para convertirse en una pequeña fuente de carbono. O sea, pasa de captura dióxido de carbono a emitirlo a la atmósfera.
Lo que está pasando con el agujero de CO2 preocupa
Los científicos se armaron de estimaciones anteriores suficientes como para analizar cómo está respondiendo esta parte del mundo al cambio climático. De esta manera, salió a la luz que la zona estudiada era ya una fuente de emisiones de CH4 y N20 en el periodo comprendido entre 2000 y 2020.
Uno de los mayores emisores de metano fueron los humedales y los lagos. Siguiendo esta misma línea, la tundra seca actuó como emisor de N20 y las tuberas de permafrost se quedaron con el segundo puesto.
En lo que respecta al CO2, los investigadores no pudieron establecer si la región ya es una fuente o un sumidero neto de dicho gas. Los ecosistemas terrestres, particularmente los bosques boreales, continúan absorbiendo dióxido de carbono. Este contexto se compensa con los incendios, el deshielo abrupto del permafrost y las aguas continental, que difundieron alrededor de 12 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono.
Las estimaciones de los expertos son que la región septentrional de permafrost arrojó 38 millones de toneladas métricas de CH4 y 670.000 toneladas métricas de N20 a la atmósfera entre los años 2000 y 2020.
Esto es lo que está pasando con el agujero de CO2
Estas cifras exponen ante el mundo que el ritmo de gases tóxicos puede acelerarse conforme el mundo se calienta, razón por la que la preocupación por el agujero de CO2 permanece. Mientras tanto, uno de los temas del pleno del Parlamento Europeo es, precisamente, la reducción de emisiones contaminantes.