A medida que el planeta continúa calentándose, la ciencia trata de comprender mejor las fuentes de emisiones de efecto invernadero. En este nuevo esfuerzo, los investigadores analizaron las emisiones de efecto invernadero relacionadas con la producción de alimentos.
Los investigadores clasificaron los productos alimenticios en tres categorías principales: producción de carne convencional, producción de carne orgánica y producción de alimentos a base de plantas. También tomaron en cuenta las emisiones producidas durante las diferentes etapas del proceso de producción: emisiones producidas durante el cultivo y procesamiento de alimentos y fertilizantes, por ejemplo, y el metano liberado por los animales y de su estiércol.
Los datos, presentados en Nature Communications, revelaron poca diferencia en las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de carne convencional y la que se cultiva orgánicamente. Descubrieron que las reducciones de emisiones de los animales cultivados orgánicamente (en los que no se usa fertilizante para producir alimento) a menudo se compensaban con aumentos en la liberación de metano debido a tasas de crecimiento más lentas y la necesidad de criar más animales, ya que los animales alimentados orgánicamente tienden a producir menos carne.
Más específicamente, encontraron muy poca diferencia en las emisiones entre la carne de vacuno producida convencionalmente y la carne de vacuno cultivada orgánicamente. También encontraron que los pollos cultivados orgánicamente producían un poco más de emisiones que los cultivados convencionalmente y que la carne de cerdo orgánica producía menos emisiones que la carne de cerdo convencional.
Los investigadores sugieren la necesidad de impuestos a la carne que reflejen el costo ambiental de su producción. Calcularon que un impuesto de este tipo para la carne convencional aumentaría su precio en aproximadamente un 40%, mientras que la carne orgánica vería un aumento de precio de solo un 25% (porque ya es más cara que la carne regular). También subirían los precios de los productos relacionados con animales, como el queso o la leche. Los precios de las plantas alimenticias, por otro lado, se mantendrían casi iguales.
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Richard Probst - sábado 20 feb 2021
O el estudio de Nature Communications es sesgado o está incompleto. Las diferentes reglamentaciones de producción orgánica de carne limitan el número de cabezas por hectárea en el caso de los vacunos, en la mayoría de los casos a 4 animales/ha y obligan a los ganaderos a una oportuna y técnica gestión de las excretas en finca para reducir emisiones de CO2 y CH4. Habrán calculado la huella de carbono de las monstruosas factorías ganaderas tan comunes en los Estados Unidos? Otro aspecto crucial es la deforestación, quema y degradación de suelos típica de las explotaciones convencionales y por último, el transporte de los animales vivos o en canal recorriendo grandes distancias.. El estudio habrá sumado este notorio pasivo ambiental en relación los GEI?