Ante la dificultad de los gobiernos nacionales a la hora de coordinarse para hacer frente al cambio climático, tal y como quedó patente en la gran cumbre de Naciones Unidas en Copenhague el pasado mes de diciembre, ahora más que nunca es la hora de la acción local, de hacer realidad aquella vieja expresión del ‘piensa globalmente y actúa localmente’.
La Humanidad se ha convertido ya en una especie urbana -más de la mitad de la población mundial vive en entornos urbanos-, y a pesar de representar tan sólo el 2% de la superficie terrestre, las ciudades consumen dos terceras partes de la energía primaria mundial y emiten el 80% de las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, quedarse sólo con estos números nos puede hacer olvidar que en las ciudades es también donde se encuentra buena parte de la solución en la lucha contra el cambio climático: entre el 70 y el 80% de las competencias en mitigación y adaptación al cambio climático son de ámbito local o regional.
Tomando la iniciativa
Precisamente en Copenhague, el gobernador de California, Arnold Shwarzenegger, pidió a Naciones Unidas que celebrara una nueva cumbre donde, en lugar de gobiernos nacionales, participaran gobiernos regionales y locales, asegurando que los estados son incapaces de avanzar solos en la lucha contra el cambio climático, ya que la clave está en las iniciativas subestatales -ya sean regionales o locales-, las únicas que pueden provocar los cambios necesarios. De hecho, este encuentro ya era una realidad en Copenhague de forma paralela a la COP15: la cumbre de alcaldes y alcaldesas organizada por el ICLEI, el grupo de ciudades del C40 y el gobierno de la capital danesa reunió cerca de un centenar de representantes de las ciudades más grandes del mundo, desde Nueva York a México, pasando por Hong Kong, Londres, Buenos Aires, Johannesburgo, Yakarta o Toronto. El principal mensaje que salió de esa cumbre extraoficial fue que mientras los estados discuten, las ciudades ya están actuando, tomando la iniciativa en la lucha contra el cambio climático.
Un buen ejemplo a nivel europeo lo encontramos en el Pacto de Alcaldes/esas para la Energía y contra el Cambio Climático, una iniciativa de la Comisión Europea que pretende conseguir una reducción del 20% de las emisiones de gases con efecto invernadero, una mejora del 20% en la eficiencia energética y un 20% en el uso de energías renovables para el 2020. Más de un millar de municipios ya se han añadido a la iniciativa, de los cuales más de un centenar son de la provincia de Barcelona, donde el Área de Medio Ambiente de la Diputación de Barcelona ha asumido un papel de liderazgo y promoción del pacto entre sus municipios, ayudándoles a elaborar sus Planes de Acción para la Energía Sostenible (PAES), la hoja de ruta que marca las acciones a emprender para conseguir los objetivos del pacto.
Y a nivel catalán, el gobierno de la Generalitat se comprometió a reducir un 20% sus emisiones en el año 2020 y a generar, también en un plazo de diez años, el 20% de su energía mediante energías renovables. «Las regiones pueden convertirse en agentes impulsores de los cambios necesarios para hacer frente al cambio climático. A nivel interno, a través de nuestras competencias y gracias a nuestra mayor proximidad e imbricación con la sociedad civil», aseguró el presidente de la Generalitat, José Montilla, durante el encuentro previo a la COP15, celebrado en Barcelona.
Los municipios, agentes para el cambio
En este sentido, y tal como declaraba el diputado de Medio Ambiente de la Diputación de Barcelona, Joan Antoni Baron, en una entrevista a Sostenible, para combatir el cambio climático no bastará con acuerdos internacionales, leyes o reglamentos «si no somos capaces de cambiar también los hábitos y costumbres de los ciudadanos». No hay que olvidar que todas las grandes políticas ambientales acaban pasando siempre por los ayuntamientos, y sólo éstos tienen la complicidad necesaria con sus ciudadanos para fomentar el cambio de actitud respecto a cuestiones tan importantes como el agua (la sequía sufrida en Cataluña durante 2008 fue un magnífico ejemplo de respuesta ciudadana ante una emergencia), los residuos o el consumo de energía. Así pues, ahora más que nunca, es la hora de la acción local.
Jordi Flamarich – Sostenible.cat