“Originalmente, el bosque Atlántico o Mata Atlántica se extendía más de un millón de kilómetros cuadrados y cubría vastas áreas de Paraguay, Brasil y Argentina. Sus niveles de biodiversidad y especies nativas eran similares a los de la región amazónica.”
Devastación arrolladora
Hoy en día, toda la zona se ve seriamente amenazada por la expansión de la agricultura. Sólo el 10% del bosque primario sobrevive en Paraguay. La mayor parte de este bosque se encuentra en áreas demasiado pequeñas para resistir el embate de la acción antropogénica.
El Bosque Atlántico es uno de los ecosistemas más alterados en América Latina y hablamos de un área llena de especies nativas, de enormes árboles y el corazón de los grandes ríos. Debido a sus maderas preciosas, la gran demanda de tierras agrícolas y su ubicación ha sido fuertemente mermado y dividido.
Además, es una de las siete zonas activas biológicas existente en América Latina de un total de 35 en todo el mundo, es decir, que tienen un alto nivel de biodiversidad. Cada uno de estos puntos es el hogar de más de 1.500 plantas nativas, además de abundante fauna.
Estos sitios están amenazados por la deforestación. Sólo una quinta parte de todos los bosques primarios permanecen. Según los Indicadores de Desarrollo del Banco Mundial, América Latina tiene la segunda mayor tasa de deforestación en el mundo, a pesar del descenso en la última década.
Medidas para detener el proceso
Paraguay promulgó una ley contra la deforestación en el año 2004, lo que ha reducido la tala en los bosques en un 85% en tan sólo cinco años. Además, se creó un proyecto innovador, Paraguay Biodiversidad, que está trabajando para volver a conectar las áreas forestales restantes para conservar la biodiversidad y para crear el mayor corredor biológica del país.
Ya hay corredores verdes que unen más de 125.000 hectáreas de áreas protegidas de la Mata Atlántica, que conectan el paisaje con las reservas de producción privados. Las reservas privadas cubren 65,619 hectáreas y son un importante refugio para la biodiversidad.
Esta iniciativa es liderada por la empresa ITAIPU Binacional Electric Company, propiedad de los gobiernos de Paraguay y Brasil, que gestiona la mayor central hidroeléctrica del mundo. Dada su dependencia de la cuenca superior del río Paraná, sus afluentes, los ríos y nacientes en la zona, la empresa ha dado prioridad a la Mata Atlántica, como parte de su responsabilidad corporativa ambiental.
La protección de los bosques también permite a los servicios ambientales fomentar y contribuir a la recuperación de la cuenca, así como de los ríos y las nacientes de las que depende la planta de energía ITAIPÚ.
Gracias a estos esfuerzos, unas 14.000 personas que viven en 55 comunidades indígenas producen yerba mate y miel en una superficie de más de 125.000 hectáreas que bordean el bosque y cuyas tierras se gestionan mediante prácticas sostenibles.