“Funcionarios del gobierno bogotano “rescataron” a docenas de raros peces asiáticos de un centro comercial en la capital colombiana a principios de enero, sólo para matarlos varios días después al darse cuenta de que no tenían dónde ponerlos.”
Un espectáculo mediático
Los funcionarios confiscaron a los peces y otras especies acuáticas durante una incursión altamente publicitada en Atlantis Plaza, un centro comercial de lujo situado en Bogotá. La operación se llevó a cabo tras la denuncia de un grupo ambientalista sobre las malas condiciones de vida que experimentaba un tiburón del bambú, en los tanques de exposición.
El gobierno de la ciudad determinó que el centro comercial no tenía permisos adecuados para importar o exhibir animales salvajes y exóticos, ya que los peces, según una declaración del gobierno de la ciudad, vinieron de sitios tan lejanos como Australia y las Islas Fiji.
La oficina del alcalde explicó que los funcionarios del gobierno de la ciudad habían decidido sacrificar a los especímenes rescatados en la incursión al centro comercial, para evitar que amenazaran el ecosistema local.
Pero estas explicaciones no han sentado bien a los residentes locales, que están acusando a la oficina del alcalde de actuar imprudente e inhumanamente. Varios activistas pertenecientes a grupos de conservación dicen que el alcalde podría haber encontrado un hogar alternativo para los 40 peces, en lugar de recurrir a la matanza en masa.
«La muerte no tiene que ser la única alternativa después de la confiscación», explicó Camilo Prieto, director del grupo Movimiento Ambientalista. «Hicimos un gran esfuerzo para salvar a estos peces y el gobierno de la ciudad nunca nos escuchó».
¿Y ahora qué hacemos?
Prieto dice que después de que los peces fueron confiscados, su organización se apresuró a buscarles un nuevo hogar e incluso convencieron a la policía de que los llevasen a un centro de investigación en el norte del país, que estaba dispuesto a acogerlos.
Pero en vez de seguir las pautas de quienes habían denunciado el hecho y tenían una solución acorde para reubicarlos, la decisión fue la de sacrificarlos. El gobierno de la ciudad explicó que para hacerlo se siguieron las directrices internacionales publicadas por Conservación Internacional, que dicen que las especies que no llegan de forma apropiada a un país pueden ser sacrificadas, para evitar que contaminen los ecosistemas locales.
Tanto los activistas involucrados en particular, como los bogotanos en general están sumamente indignados con el suceso, ya que parece increíble que se haya montado el espectáculo mediático con la excusa de dar a los peces una mejor calidad de vida y acaben por exterminarlos. Un hecho muy lamentable.