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martes, junio 6, 2023

Buscando agua en la Luna y despilfarrándola en la Tierra

Sin embargo, en Chile no existe un castigo para todos aquellos que dilapidan (despilfarran) abyectamente este líquido esencial. Me impongo por la prensa que se está bombardeando a la Luna para ver si allí hay agua. Una potencia, Estados Unidos de Norteamérica, avizorando el negro futuro de nuestro planeta, inició su prospección en el satélite de la Tierra.

¿Y qué es el agua?

Pues, al igual que la luz del sol y el aire que respiramos, es un elemento vital para cualquier forma de vida que habite el planeta. Para la vida humana, para la animal, para la bacteriana, para la flora. Sin este elemento, el agua, no habría vida en la Tierra que “el hombre”, el ser pensante y soberbio, está empeñado en destruir.

Noventa y siete por ciento del agua del planeta está en los océanos, y el restante 3% es agua dulce, aquella que tomamos para vivir, la que nos da el sustento alimenticio a través del regadío agrícola. El agua está en forma líquida, que ya escasea; la reserva en los hielos, que se derriten aceleradamente por el estropicio del hombre, y en forma gaseosa o de vapor, que propician las nubes y, por lo tanto, las lluvias, cada vez más intermitentes. Se calcula que hacia 2030 la humanidad estará clamando por tener vida… o sea, contar con agua dulce para subsistir.

Sin embargo, en Chile no existe un castigo para todos aquellos que dilapidan (despilfarran) abyectamente este líquido esencial. Yo habito en el casco central de Santiago, camino día a día de madrugada y veo con estupor cómo la gente en forma inescrupulosa, por no decir delincuencial, barre el cemento del frontis de los edificios con agua.

¿Cómo puede ser?

¡Es! Por ejemplo el edificio del Banco Central es barrido constantemente con agua, empujando papeles y colillas de cigarrillos hacia las alcantarillas que los cultos transeúntes arrojan al piso. O sea, doble delito, gasto innecesario de agua y tapón en los ductos de evacuación de aguas lluvia, que, a la larga causarán grandes inundaciones. También lo hacen la Intendencia de Santiago, por calles Moneda y Morandé; el edificio isla de la Bolsa de Comercio, en todo su derredor, el Banco del Estado de Chile sucursal Morandé (esporádico), el Instituto Británico de Cultura de Huérfanos 554; el edificio Doña Lucía, en Huérfanos 574; el restaurante Patagonia de la calle Lastarria; el edificio de Lastarria 26; el Hotel Foresta (esporádico); y los urinarios del tercer piso de La Nación.

Es el recuento en un espacio reducido. ¿Cuántos más habrá? ¿Cuántos millones de litros de agua bebestible se desperdician día a día por causa de estas entidades y negocios que abusan sin escrúpulos de este vital elemento? ¿Por qué nuestras autoridades no miran una cuarta fuera del ojo y controlan esta desastrosa situación? ¿Por qué las municipalidades, especialistas en cursar partes a quien detiene su automóvil frente a un hospital para bajar a un enfermo, no utiliza el hostigamiento de sus perros de presa para perseguir a quienes mal utilizan el agua de todos?

Recordemos que la sabia naturaleza entrega el remedio y el castigo.

Pnuma

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