Una pereza adolescente de tres dedos fue rescatada del campamento de Infraestructura Miranda, en el sector El Vigía, por la Directora de Ambiente Miranda, Evelyn Pallotta, con ayuda de Jesús Andrade, de salud Miranda, quienes la llevaron a un hábitat adecuado en la vía de El Paso, en Los Teques.
Evelyn Pallotta señaló que la población mirandina debe saber cómo prestarle ayuda a las perezas cuando caen de los árboles, pues son animales inofensivos y pueden ser maltratados por vehículos, caninos y hasta por personas que desconozcan su naturaleza.
En el estado Miranda abundan perezas de tres dedos (Bradypus variegatus), como la que fue rescatada por Ambiente y Salud Miranda. Sin embargo, en toda Venezuela hay tres tipos más de esta especie: la pereza de tres dedos guayanesa (Bradypus tridactylus), la pereza de dos dedos guayanesa (Choloepus didactylus) y la pereza de dos dedos zuliana (Choloepus hoffmanni), que se encuentra en peligro de extinción.
Abordaje y rescate
A la hora de abordar una pereza para insertarla en su hábitat natural hay que seguir tres pasos muy sencillos. Primero, se debe cargar por su parte posterior, ubicando las manos debajo de sus axilas. Luego se debe trasladar hasta un lugar seguro, sosteniéndola con los brazos extendidos, de manera que la pereza quede separada del cuerpo de su rescatista. Finalmente, se le debe acercar hasta un yagrumo -su hábitat natural- y ella, de manera instintiva, se trepará.
El yagrumo (Cecropia peltata) es un árbol de poca frondosidad, y se reconoce porque sus hojas tienen dos características muy notables: se asemejan a una mano humana extendida y el haz es de color verde, mientras que el envés es de color plateado.
Tráfico de fauna silvestre
Las perezas bebé, los monos, guacamayas, loros, aves exóticas y hasta las iguanas forman parte de los “productos” del tráfico ilegal de fauna silvestre. Esta actividad es la segunda más lucrativa del mundo después de la venta de armas y drogas.
Esta práctica constituye un doble delito porque para obtener las especies bebé irracionalmente se separa a la prole de sus madres y en la mayoría de los casos, el traficante mata a la madre, pues ella cuida celosamente a sus hijos y no los suelta a menos que esté muerta.
“Según la declaración universal de la ONU los animales tienen los mismos derechos que los seres humanos, pero el hombre en su afán de controlar su entorno, extrae de sus hábitats a estos animales que a la larga no se adaptan encerrados en una jaula, y terminan desarrollando una conducta agresiva que trae como consecuencia el maltrato por parte de los “dueños”, o sencillamente el abandono. Muchas veces, y en los peores de los casos los “dueños” alimentan inadecuadamente a estos animales, ocasionándoles problemas de salud y cuando se convierten en una amenaza llegan a mutilarlos, desproveyéndoles de sus capacidades para sobrevivir”, explica Pallotta.
La compra y venta de fauna silvestre es un delito y la población debe estar conciente de ello porque en la medida en que se evite adquirir estas especies, se puede frenar la venta ilegal y la matanza indiscriminada.
En Venezuela, leyes como la Constitución, la Ley Penal del Ambiente, la Ley de Diversidad Biológica y la Ley de Protección a la Fauna Silvestre, entre otras, controlan y penalizan el tráfico ilegal de especies, sin embargo no han sido suficientes y hacen falta medidas políticas más severas para evitar que las personas sigan incurriendo en el delito de matanza y tráfico de animales.