En el sur de México, una comunidad indígena ha logrado lo que en muchos lugares del mundo calificarían de casi un milagro: proteger el bosque y combatir el cambio climático, generando al mismo tiempo más de mil empleos y promoviendo el desarrollo local.
La comunidad de Ixtlán de Juárez, en el estado de Oaxaca, es una de las cerca de 8.000 en el territorio mexicano que es propietaria de extensiones de bosque. El número de comunidades que son propietarias de selvas y bosques sitúa en una posición única a México, que podría ser un modelo para el mundo, según un informe publicado esta semana.
«El 70% de bosques y selvas en México son propiedad de comunidades y ejidos, hay unas 700.000 hectáreas manejadas por las propias comunidades con estándares internacionales», dijo a BBC Mundo Iván Zúñiga, del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), una organización no gubernamental.
El CCMSS es coautor del informe junto al Rights and Resources Initiatives (RRI), una coalición de ONGs en Estados Unidos.
Apenas días antes de la cumbre de cambio climático que tendrá lugar a partir del 29 de noviembre en Cancún, el mensaje principal del estudio «y un mensaje aplicable a todos los bosques del planeta, es que podemos al mismo tiempo capturar más carbono, conservar los ecosistemas y generar desarrollo local».
Comunidades propietarias
¿Cómo se explica que la mayoría de los bosques sean de propiedad comunitaria?
«En México ha habido un proceso de reforma agraria en el que se fue reconociendo los derechos de las comunidades indígenas a su territorio y además se otorgó tierra a otras comunidades», señala Zúñiga.
Manejo forestal comunitario en Ixtlán de Juárez, Oaxaca Foto: gentileza CCMSS
En los bosques y selvas de México viven 12 millones de personas.
A pesar de reconocer la propiedad comunitaria, el Estado había concedido licencias de explotación forestal a compañías paraestatales y privadas. Cuando expiraron las licencias hace cerca de tres décadas, las organizaciones comunitarias asumieron el manejo del bosque.
Gracias a la capacitación, ofrecida tanto por ONGs como por el gobierno, muchas comunidades están a cargo de lo que Zúñiga califica de «algunos de los bosques mejor manejados del planeta».
Sesenta comunidades, incluyendo Ixtlán, han logrado la certificación que otorga el Forest Stewardship Council, con sede en Alemania, una de las principales organizaciones en el mundo de certificación de madera producida en forma sostenible.
Las comunidades en México producen desde muebles hasta chicle biodegradable, un producto desarrollado a partir de la savia del árbol conocido como chicozapote. El chicle se exporta enteramente a Alemania y al Reino Unido. Los muebles son vendidos en su mayoría en tiendas del propio mercado mexicano.
PNUMA