La deforestación amazónica en Ecuador se ha intensificado por la expansión de la ganadería, el cultivo de palma y la tala ilegal. Cada año, miles de hectáreas de bosque desaparecen, reduciendo la biodiversidad y liberando grandes cantidades de carbono a la atmósfera. Este proceso no solo degrada el ambiente, sino que también compromete la cultura y subsistencia de pueblos originarios, así como la estabilidad climática del país.
Ecuador enfrenta un dilema crucial: cómo impulsar la producción de alimentos sin seguir cediendo terreno a la deforestación de la Amazonia, uno de los ecosistemas más ricos y frágiles del planeta. En este contexto, la agricultura vertical surge como una alternativa innovadora frente al avance de la frontera agrícola que amenaza selvas, ríos y comunidades indígenas.
El Amazonas mira a la agricultura vertical como solución
Un centro de producción de plántulas puede acelerar la recuperación de áreas degradadas o deforestadas del bosque amazónico, según afirmó este martes en Quito el presidente de la Asociación Colombiana de Actores del Mercado de Carbono (Acocarbono), Marcelo Salame, quien propuso aplicar esta solución en el Parque Nacional Yasuní, una de las áreas de mayor concentración de biodiversidad del planeta.
Durante la tercera edición del ‘Ecuador Carbon Forum’ (ECF), celebrada en Quito, Salame detalló que la agricultura vertical, mediante el uso de domos de plástico, puede optimizar la reforestación al organizar cultivos de plántulas (plantas muy jóvenes) en pisos, para luego trasplantarlas al terreno.
«La agricultura vertical ya se practica en un montón de lugares del mundo, con gran éxito para producir alimentos, pero aquí lo que necesitamos es producir plántulas para la reforestación», indicó el especialista en este encuentro, que buscó promover el conocimiento sobre los mercados ecosistémicos y su potencial para transformar la economía y proteger el medio ambiente.
En el foro, que tendrá una segunda jornada este viernes en Guayaquil, participaron unos sesenta expertos nacionales e internacionales en temas como oportunidades de mercados ecosistémicos, agricultura, innovación, biodiversidad, energías limpias y renovables, entre otros.
Mercados ecosistémicos
En relación con los mercados ecosistémicos (plataformas de intercambio voluntario de bienes y servicios ambientales que buscan reconocer, valorar y financiar los beneficios de la naturaleza), Salame detalló que Ecuador necesita una normativa correcta para poder integrarse en ellos.
«Necesitamos tener una normativa correcta que el Gobierno pueda aplicar. Se requiere un conocimiento sobre los mercados y sobre la dinámica de los mismos para crear una ley que se ajuste. Las normas tienen que adecuarse a la realidad nacional y a los mercados internacionales«, subrayó el presidente de Acocarbono.
Para el ECF, educar sobre estos mercados es fundamental, ya que representa una herramienta clave para combatir cambios extremos de clima, la escasez de agua y alimentos, las inundaciones y la perdida de flora y fauna vitales para la supervivencia de los ecosistemas. Según Salame, de entrar en los mercados ecosistémicos, Ecuador podría acceder a un mercado de cien mil millones de dólares al año: «Hoy estamos fuera, entrar depende del presidente de la República», matizó.
Actualmente, Ecuador –solo junto con Yemen, Haití y Kazajistán- se encuentra fuera de los Mercados Voluntarios de Carbono (MVC), según un comunicado de la Asociación.
El presidente de Asocarbono también subrayó la importancia de repensar la matriz energética del país andino. En declaraciones, Salame explicó la necesidad de salir del patrón hidroeléctrico y de combustibles para apostar por las energías alternativas, que mejorarán -desde su punto de vista- las épocas de estiaje (déficit hídrico) o las consecuencias de fenómenos climatológicos como La Niña.
En definitiva, mientras la deforestación representa una amenaza inmediata, la agricultura vertical simboliza un camino hacia la sostenibilidad. Recordemos que Ecuador ha experimentado una pérdida significativa de bosques, con más de 623000 hectáreas deforestadas en la Amazonía entre 2001 y 2020, según datos de MapBiomas Amazonía y la Fundación EcoCiencia. EFE / ECOticias.com