Las actividades humanas son nefastas para los caimanes. El estudio explica que los cambios en el uso del suelo pueden alterar significativamente los hábitos alimentarios de los grandes depredadores. En el caso de los caimanes, la instalación de campos de golf en los alrededores de sus hábitats está resultando muy pernicioso para ellos.
Cuando los caimanes viven en las inmediaciones de los campos de golf, la actividad humana interfiere en sus hábitos alimenticios. Los científicos comprobaron que estos especímenes tienen diferentes patrones dietéticos.
Ello se debe a que accede a diferentes comunidades de presas en comparación con los que viven en hábitats naturales. Como resultado, la salud y el comportamiento de los animales podrían verse afectados. Por otra parte, ciertas actividades son aún jamás perjudiciales. Como es el caso de la exposición a sustancias químicas de origen humano.
Caimanes y actividades humanas
Los investigadores llevaron a cabo su estudio en dos islas vecinas ubicadas a lo largo de la costa sureste de Georgia. Lo hicieron centrándose en los hábitos alimentarios de los caimanes jóvenes de la isla Jekyll y de la isla Sapelo.
En la primera hay varios campos de golf y una cantidad significativa de actividades humanas. En la segunda no solo no existe ni un solo campo de golf, sino que tampoco tiene mucha actividad humana.
Los científicos pudieron comprobar que en la isla Sapelo, el comportamiento de los caimanes estaba dentro de los parámetros previstos. Se alimentaban de manera regular de presas naturales que cazaban o de carroña, algo habitual en la naturaleza. Y su comportamiento no tenía grandes variaciones.
En cambio, en el caso de la isla Jekyll, no se vio un comportamiento tan natural, puesto que los caimanes estaban mucho más atentos a las actividades humanas y prestos a huir. También se os vio ingerir alimentos tan inusuales como maíz enlatado, cebos de pesca o hamburguesas con patatas fritas. Las actividades humanas son nefastas para los caimanes.
Acerca del estudio
Los asistentes de campo y estudiantes de la UNF trabajaron con la Autoridad de la Isla Jekyll (JIA) para ayudar a recopilar los datos. El estudio fue dirigido por el Dr. Adam Rosenblatt, profesor asistente de biología de la UNF.
Con la ayuda de Robert Greco y Eli Beal, estudiantes graduados de la UNF. Yank Moore, director de conservación de la JIA. Joseph Colbert, biólogo de vida silvestre de la JIA. Victoria Baglin, pasante de Experiencias de Investigación para Estudiantes Universitarios (REU) de la UNF. Y el Dr. James Nifong, un experto en caimanes. Los resultados fueron publicados en la revista Ecology and Evolution.