La sabana brasileña es uno de los biomas más ricos y amenazados del planeta, que a pesar de ser el segundo ecosistema en tamaño de Brasil —ocupa el 23% de su territorio— sigue siendo muy desconocido. Y la deforestación está acabando con ella
Hay que frenar la deforestación YA
Sabana brasileña. El Cerrado, la “sabana brasileña”. Sufrirá un fuerte aumento de temperatura y sequías si la deforestación continúa en la región. Según un estudio presentado en el Foro Mundial de Biodiversidad 2022 realizado en Davos, Suiza (26 jun. – 1 jul.). Estos cambios climáticos pueden hacer inviable la agricultura local. Y comprometer la biodiversidad y el suministro de agua del país.
Sin embargo, un segundo estudio del mismo grupo muestra que es posible conciliar la recuperación de este bioma, mediante la expansión agrícola en áreas ya degradadas. Y sin necesidad de más deforestación. Se denomina bioma a un grupo de ecosistemas que comparten características como el clima, la vegetación y la fauna.
La sabana brasileña es una de las más grandes del mundo
“La sostenibilidad ya no es una opción, sino un imperativo para el Cerrado y la Sabana brasileña”. Dijo en una conferencia durante el evento la bióloga Mercedes Bustamante, de la Universidad de Brasilia (UnB), líder de las investigaciones.
El Cerrado es el segundo bioma más grande de América del Sur, después de la Amazonía. Y una de las sabanas más grandes del mundo, con dos millones de kilómetros cuadrados. Ubicado en el centro de Brasil, es un importante sumidero de carbono. Y alberga una amplia variedad de vegetación. Desde bosques hasta praderas, amenazados por la expansión de los pastos y de las plantaciones de soja. Se estima que el 57 por ciento del bioma ya se ha degradado.
La sabana brasileña en la revista Global Change Biology
En el primer estudio, aceptado para publicación en la revista Global Change Biology. Los investigadores modelaron tres escenarios futuros para el clima de la sabana brasileña. Con base en investigaciones de campo y datos de satélites sobre temperatura, humedad del aire y deforestación, recogidos entre 2006 y 2019.
El primero, llamado “Colapso del Cerrado”. Modeló el clima con la continuación de la deforestación legal e ilegal en la región hasta 2050. La legislación vigente del Código Forestal brasileño permite deforestar hasta el 80 por ciento del área de las propiedades privadas del Cerrado.
Un segundo escenario intermedio preveía sólo la deforestación permitida por ley, por un total de 28 millones de hectáreas. Y un tercer escenario, más positivo, modeló lo que sucedería con el clima de la región bajo una política de deforestación cero. Combinada con la recuperación de áreas degradadas ilegalmente. Como pastos en áreas estatales de conservación o en áreas de propiedades privadas que por ley tienen que ser preservadas.
Calor y sequía severos para mediados de siglo
Los resultados arrojaron calor y sequía severos para mediados de siglo. Si continúa la deforestación de cualquier tipo de vegetación de la sabana brasileña. El aumento de temperatura fue de 0,68 °C en el peor de los casos y de 0,31 °C en el escenario intermedio. La estimación es solo para la región. Y no incluye el calentamiento global esperado de más de 1 °C en el período.
“En estos escenarios está comprometida la actividad agrícola”. Según la investigadora, ese cambio de clima va a comprometer el ciclo de las lluvias en la región. Y el suministro de agua a otros biomas importantes, como la llanura aluvial del Pantanal. La sequía provocará más incendios forestales. Que amenazan la biodiversidad local y contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
Bosque invertido
El Cerrado frecuentemente se llama el “bosque invertido” porque su vegetación. Aunque pequeña en la superficie, tiene largas raíces que almacenan carbono. Estas raíces también extraen agua de las camadas profundas del suelo. Que es liberada al aire por las hojas como vapor cuando estas transpiran. Este vapor forma nubes y lluvia.
La zona más afectada en el modelo es el norte del bioma, llamado de Matopiba. Un área de más de 9 millones de hectáreas que incluyen partes de los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahia. Esta región es hoy la más preservada del bioma y también donde el cultivo de soja avanza más rápidamente.
El mejor escenario, con reversión de la deforestación. No compensaría totalmente los impactos ya vividos por el Cerrado. Pero los reduciría, con un enfriamiento de la temperatura de 0.06 °C, más agua liberada a la atmósfera. Mejores condiciones para animales y plantas y más absorción de carbono.
Buenas noticias para la sabana brasileña
Y la buena noticia es que es posible conciliar esta restauración con una cierta expansión de la agricultura en la región sin deforestar nuevas áreas. Señala un segundo estudio del grupo, aceptado para publicación en el Journal of Applied Ecology.
En el trabajo, los investigadores mapearon las áreas ya degradadas de pastos abandonados en todo el Cerrado. Que suman 60 millones de hectáreas, e identificaron qué regiones son las más adecuadas para la restauración y para el plantío de soja.
Consideraron como mejores áreas para la restauración aquellas que ya muestran retorno de vegetación nativa y biodiversidad. Mientras que las más aptas para la agricultura, incluyendo siembra de soja, son aquellas áreas con menor biodiversidad. Y que cuentan con infraestructura de riego y flujo de producción.
“Muchas de estas áreas se superponen”, dice Bustamante. “Si las transformamos todas en plantaciones de soja, podríamos duplicar el área cultivada. Pero eso no tiene sentido”, afirmó.
Plantar sin deforestar la sabana brasileña
El mapeo estará disponible de forma gratuita. Y Bustamante espera que esta información pueda orientar políticas públicas que promuevan una ocupación “más racional” de áreas ya deforestadas. “Queremos mostrar a los tomadores de decisiones que hay opciones”. Dice la científica. “Todavía tenemos áreas para plantar sin deforestar y también áreas que se pueden recuperar”.
El biólogo Rafael Loyola, científico de la Universidad Federal de Goiás y director ejecutivo del Instituto Internacional para la Biodiversidad explica que investigaciones como esta son fundamentales para orientar a los formuladores de políticas.
Loyola, que también ha estudiado el Cerrado durante décadas, cree que hay un desajuste entre las políticas de conservación en Brasil y la evidencia científica. “Es absurdo tener una legislación que todavía permite tal deforestación en el Cerrado”, concluye.