El hábitat de dos felinos, yaguarundí y margay, originarios de Latinoamérica está disminuyendo de forma radical, al punto de que los investigadores alertan de este suceso. Mediante varios tipos de técnicas combinadas se está estudiando su comportamiento, para saber cómo ayudarlos a que no desaparezcan.
Conociendo al yaguarundí
La primera vez que se registró la presencia de un yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi) en Uruguay fue en el año 2015, cuando el proyecto de monitoreo participativo con la comunidad de Paso Centurión, en Cerro Largo, ubicó cámaras trampa en esta zona de frontera con Brasil. El hallazgo llamó la atención de la bióloga Florencia Grattarola, quien en ese momento formaba parte de esa investigación.
“Así se despertó mi interés en el yaguarundí, porque fue el primer registro. En ese momento nos preguntamos: ¿qué está pasando con esta especie?, ¿está viniendo hacia el sur?, ¿se está moviendo?”, recuerda Grattarola, quien actualmente es investigadora de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Ciencias de la Vida de Praga, en República Checa.
El hallazgo del yaguarundí en las imágenes de la cámara trampa fue, para la investigadora, el punto de inicio de una serie de estudios sobre esta especie y en general sobre carnívoros, utilizando la técnica de modelos integrados de distribución de especies (ISDM).
Mediante esta técnica, explica Grattarola, se puede tener una visión temporal del cambio de ocupación de una especie en su rango total de distribución a nivel continental. “Lo que hacemos es recopilar toda la información disponible de una determinada especie y elaborar un mapa, que no es estático y que permite tener, con bastante precisión, la distribución de la especie en un determinado tiempo”.
Para ello, se analizan investigaciones previas hechas sobre la base de cámaras trampa, así como registros de la presencia del animal en bases de datos de plataformas como iNaturalist. Toda esta información, además, se combina con los rangos establecidos en la Lista Roja de especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Este método también tiene la característica que puede abarcar periodos largos de tiempo.
Bajo este modelo, Grattarola, junto a otros dos colegas de la universidad de República Checa —Kateřina Tschernosterová y Petr Keil— realizó una investigación con cinco carnívoros del neotrópico: yaguarundí, margay (Leopardus wiedii), lobo de crin (Chrysocyon brachyurus), tayra (Eira barbara), y nutria gigante (Pteronura brasiliensis).
Para esta investigación se analizaron los datos de cámaras trampa y de bases de datos que corresponden a dos periodos de tiempo, el primero va del 2000 al 2013 y el segundo del 2014 al 2021. Los resultados se presentan en el estudio Descenso a escala continental de la ocupación y diversidad de cinco carnívoros neotropicales, publicado en septiembre de 2024 en la revista científica Global Ecology and Conservation.
Elevar el status para el yaguarundí
Los resultados del estudio indican que para el caso del yaguarundí se han “contraído sus límites de distribución en el sur de Argentina y en el sur de Brasil, mientras que mantiene su presencia en el centro de Brasil y el norte de Sudamérica, y expande su distribución en el noreste de Brasil, entre los biomas Cerrado y Caatinga, y el oeste de la Amazonia”.
Grattarola señala que “la densidad de estas especies cambia mucho a lo largo del continente. En algunos lugares son muy abundantes y en otros la densidad es bajísima”. El yaguarundí, dice la investigadora, convive bien en lugares incluso un poco alterados, contrario a lo que ocurre con el margay, el otro félido que fue objeto de estudio del artículo científico. La bióloga también menciona que la recopilación de una gran cantidad de estudios sobre estas especies les ha permitido saber que existe poca información sobre los gatos silvestres pequeños.
Tadeu de Oliveira, investigador asociado de Pro Carnívoros de Brasil e integrante del Grupo de Especialistas para Gatos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), señaló a Mongabay Latam que ha tenido a su cargo la revisión de la Lista Roja de la UICN para el yaguarundí, la misma que está actualmente en revisión. De Oliveira indica que también estará a cargo de la revisión de la Lista Roja para el margay, un trabajo que se iniciará pronto.
De Oliveira señala que, de acuerdo con la investigación que ha realizado junto con su equipo, se debe revisar la calificación de amenaza que tiene el yaguarundí. “Vamos a proponer que se cambie su categorización de Preocupación Menor a Casi Amenazada. Lo que hemos visto es que [el yaguarundí] tiende a ser más raro en todos los lugares, especialmente en el bosque amazónico”. El investigador también señala que en Brasil, el pequeño félido ya está considerado como Vulnerable.
En ese sentido, De Oliveira señala que la investigación de Grattarola estaba en lo correcto al sugerir que se revise la calificación de esta especie en la Lista Roja de la UICN y que los resultados han sido como un “llamado de atención” para poner los ojos en esta especie.
De Oliveira explica también que si ahora se registran más especímenes de yaguarundí en su área de distribución, se debe a que desde el año 2010 existen más investigaciones y más registros de esta especie a través de cámaras trampa. “Ahora tenemos más registros pues varios investigadores han trabajado con cámaras trampa, sobre todo en la Caatinga, pero eso ha sucedido a partir del 2010”.
Por otro lado, el investigador señala que el rango de distribución del yaguarundí se ha contraído debido a la pérdida de su hábitat y cita como ejemplo lo que ha sucedido en la Catinga de Brasil, donde la información oficial indica que la vegetación original de este ecosistema se ha perdido en alrededor del 50 %. De Oliveira también señala que, según la información que obtienen de yaguarundíes a los que les han colocado radio collares, estos animales no habitan en zonas ocupadas por cultivos.
Los mapas que resultaron de la investigación de Grattarola muestran cómo se ha reducido el área de distribución de la especie. En el que realizaron con información del año 2000 hasta el 2013, se observa que este gato silvestre estaba presente en la zona norte de Argentina; mientras que el estudio que abarca el segundo periodo, entre 2014 y 2021, su distribución en el país sudamericano se ha reducido. “El uso de suelo se está alterando muchísimo en muchas zonas, sobre todo en La Pampa de Argentina y en la región de la sabana uruguaya”, dice Grattarola.
Mas datos sobre el margay
En el caso del margay, la investigación señala que se “observaron disminuciones de su área de distribución en el sur de Perú y en las regiones del Chaco y el Pantanal en Bolivia, Paraguay, norte de Argentina y suroeste de Brasil, mientras que hubo expansión de su área de distribución en la sabana de Uruguay y en sus fronteras con Argentina y Brasil, así como en parte de las regiones del Cerrado y la Caatinga, el norte del Bosque Atlántico en Brasil, y el norte de Perú y Ecuador”.
Grattarola señala que es “interesante el acercamiento de la especie hacia zonas más áridas, sobre todo en Brasil, hacia la zona de la Caatinga”. Señala también que hay tres factores que están afectando a esta especie: el cambio de uso de suelo, los cambios a nivel climático y la composición de las especies que habitan en las áreas de ocupación del margay.
La investigadora también comenta que el aumento del uso de cámaras trampa ha permitido tener una mayor cantidad de reportes de este félido. En los mapas presentados en la investigación se observa un ligero aumento en la zona de distribución del norte de Argentina, en Uruguay y el sur de Brasil, pero una marcada retracción en la zona central de Brasil y en Bolivia.
Flavia Tirelli, miembro de la Sociedad Brasilera de Mastozoologia y del Grupo de Especialistas en Gatos de la UICN, señala que, en un estudio que realizó para comprender la distribución potencial del yaguarundí y del margay, observó que los patrones en las preferencias de hábitat de las dos especies eran muy diferentes. “El yaguarundí tenía preferencia por hábitat más áridos y áreas más abiertas, mientras que el margay prefería las áreas más húmedas y boscosas”.
Marina Favarini, investigadora de Pro Carnívoros, realiza actualmente una investigación sobre el margay a través del monitoreo con collares. “Lo que hemos observado es que el margay tiene una amplia distribución en Brasil”, señala y explica que en el sur de Brasil hay dos biomas, la Mata Atlántica, formada por bosque y la Pampa, una zona de pastizales. “La información que teníamos es que el margay no habitaba en la Pampa porque era una especie más forestal, como la mayoría de felinos. Además,está adaptado a la vida arbórea. Pero lo que hemos observado con las cámaras trampa es que también está presente en la Pampa”.
Favarini también explica que la investigación realizada en Brasil les ha permitido confirmar que el margay y el yaguarundí están presentes en el sur del país, hasta la frontera con Uruguay. “Lo que estamos observando con relación a la densidad es que existe un descenso de la población del margay donde existen otros félidos competidores. Donde hay una alta densidad de ocelotes, tendremos una baja densidad de margay. La Pampa termina siendo una buena zona para el margay porque ahí no habita el ocelote”.
Los investigadores sugieren que el yaguarundí pase del estatus de Preocupación Menor al de Casi Amenazado en la Lista Roja de especies de la UICN. Mientras que el margay empieza a ocupar los espacios que dejó el ocelote en la Pampa argentina, pero resulta preocupante la reducción de esta especie en otras zonas de América del Sur.
Yvette Sierra Praeli – Mongabay