Existen multitud de opciones entre las que elegir a la hora de producir energía. No todas las fuentes ofrecen las mismas ventajas ni suponen el mismo impacto medioambiental. La energía fotovoltaica se presenta como una de las fuentes más competitivas en todos sus aspectos.
¿Qué es exactamente la energía fotovoltaica?
La energía fotovoltaica es aquella que se obtiene convirtiendo la radiación solar en electricidad. Para ello, se basa en el efecto fotoeléctrico, por el cual ciertos materiales son capaces de absorber los fotones presentes en la luz solar y liberar electrones que son los responsables de generar dicha electricidad. Esto se consigue a través de placas solares, las cuales recogen la luz solar para convertirla en energía eléctrica.
Se trata pues, de un tipo de energía infinita, limpia y renovable. El uso de este tipo de energía es útil tanto para satisfacer grandes demandas de electricidad como para un consumo individual. Cabe distinguirla de la energía solar térmica que, a diferencia de la fotovoltaica, aprovecha la radiación del sol para producir agua caliente.
¿Qué tipos de paneles existen?
La mayoría de paneles solares de hoy en día se basan en el silicio como material para realizar la conversión de la energía solar en electricidad. Para ello, se fabrican unos lingotes de silicio, bien de un solo cristal (monocristalino) o bien de varios cristales (policristalinos), para luego cortarlo en finas obleas, las llamadas células fotovoltaicas. Posteriormente, estas células son agrupadas en paneles, junto a otros elementos para mejorar su eficiencia o conferirles resistencia.
Las paneles monocristalinos poseen del orden de un 20% más de eficiencia, esto es, consiguen una potencia eléctrica un 20% mayor en una misma superficie. Por contra, su precio es más elevado, ya que la obtención de cristales monocristalinos conlleva una mayor complejidad.
Sin embargo, la creciente producción y la mejora de los procesos de fabricación ha disminuido la diferencia de precio entre ambos tipos de paneles, con lo que cada vez más el mercado tiende al empleo de paneles monocristalinos.
En función de su tamaño, los paneles más utilizados son los de 60 y 72 células. Sin embargo, debido a las últimas técnicas que dividen las células por la mitad, pueden encontrarse asimismo paneles de 120 y 144 células. Los paneles de 72/144 células son un 20% más grandes y producen un 20% más de potencia.
La energía fotovoltaica en España
En España, a pesar de contar con una radiación solar que claramente favorece el uso de esta tecnología, no se cuenta cuenta con una importante presencia de plantas solares fotovoltaicas en comparación con otros países como Alemania, y mucho menos a niveles más reducidos.
Esto está cambiando en los últimos años. El conocido como impuesto al sol, que encarecía las instalaciones y obligaba a ciertos consumidores a pagar impuestos sobre la producción obtenida, se traducía en una baja rentabilidad de estas instalaciones.
A día de hoy, tras su reciente derogación por la que el autoconsumo de esta energía pasa a ser totalmente gratuito, se está incrementando el uso y la instalación de esta fuente de producción de electricidad sostenible en nuestro país.
En este nuevo contexto, en los últimos tiempos están naciendo empresas como Enerpop con la finalidad de combatir el consumo de combustibles fósiles y el cambio climático mediante el uso de energías renovables. Entre sus muchos servicios se encuentran la instalación de sistemas fotovoltaicos y de aerotermia, la optimización de facturas energéticas y las auditorías que permiten optimizar al máximo los consumos.
¿Qué ventajas se obtienen de las instalaciones fotovoltaicas?
En primer lugar y teniendo en cuenta el importante impacto medioambiental que está causando el cambio climático sobre nuestro planeta, la principal ventaja se basa en que la energía fotovoltaica es totalmente limpia, salvo durante su fase de fabricación, lo que quiere decir que no produce ningún residuo contaminante durante la producción de electricidad.
Otra de sus principales ventajas es que supone un gran ahorro para el consumidor. Para el uso de estas energías es necesario realizar una inversión inicial al instalar el sistema y obtener sus correspondientes licencias legales, a partir de lo cual puede aprovecharse esta fuente de energía totalmente renovable y sostenible para el medio ambiente sin costes añadidos.
Además, la vida útil de estos aparatos es de más de treinta años, apenas requieren mantenimiento y el precio ha disminuido considerablemente en los últimos tiempos.
Por otro lado, es posible vender la energía que no se autoconsume y pueden obtenerse ayudas a nivel municipal y autonómico para las instalaciones, gracias a lo cual se consiguen ahorros y periodos de retorno lo suficientemente atractivos para muchos consumidores.
¿Existen inconvenientes?
Como cualquier tipo de instalación, los sistemas fotovoltaicos pueden presentar algunos inconvenientes.
El principal de ellos es la idoneidad del tejado de cada vivienda para una instalación solar. En este sentido, los tejado orientados al sur, con una inclinación cercana de 30º y sin obstáculos ni sombras son los más idóneos para este tipo de sistemas. Por ello, es necesario estudiar con detalle cada caso.
Otro de ellos es que desgraciadamente todavía existen muchos ayuntamientos que dificultan la realización de este tipo de instalaciones, exigiendo proyectos visados en vez de memorias técnicas y encareciendo innecesariamente los presupuestos. Por este motivo, es recomendable informarse en cada ayuntamiento acerca de los condicionantes.
Para terminar, el coste inicial puede resultar disuasorio en algunos casos, si bien generalmente es más rentable realizar una instalación fotovoltaica que invertir en un depósito o en un fondo de pensiones en términos económicos.
Gracias a que las ventajas superan los inconvenientes, cada vez estamos más cerca de la eliminación de energías fósiles que están perjudicando gravemente el planeta en el que vivimos y de la plena utilización de energías renovables, limpias y que además suponen un gran ahorro para nuestro bolsillo.