El seminario, celebrado el pasado 20 de enero en la sede de Gas Natural, sirvió para poner sobre la mesa, con argumentos sólidos, la importancia de este concepto dentro del engranaje de la sostenibilidad. La principal conclusión: la eficiencia energética no es sólo una necesidad ambiental sino también una magnífica oportunidad para reactivar la economía. Los ponentes coincidieron en que, pese a los obstáculos existentes, no hay coyuntura mejor que la crisis actual para promover la eficiencia en todos los ámbitos, de la producción al consumo.
En cuanto a la vertiente estrictamente ambiental, el director de la Fundación Gas Natural, Pedro Fábregas, recordó que el peso de la eficiencia en la reducción de emisiones de efectos invernadero se ha estimado en un 60%. Con un cierto contraste, pero en la misma dirección, el conseller catalán de Economía y Finanzas, Antoni Castells, subrayó que incluso si no hubiera cambio climático la eficiencia sería una obligación debido a que hay que moderar el consumo energético como filosofía general.
El catedrático de recursos energéticos por la Universidad de Barcelona, Mariano Marzo, completó las intervenciones presentando una serie de conclusiones relativas a la eficiencia a partir del documento La política energética en el nuevo escenario mundial. Reflexiones y propuestas desde Cataluña. Este documento ha sido elaborado por un grupo de expertos -del cual Marzo forma parte- para asesorar al departamento de Economía y Finanzas. Una de las conclusiones señala que la opción prioritaria es «la gestión de la demanda con ahorro y eficiencia energética como elemento estratégico clave para garantizar un sistema energético sostenible para Cataluña».
La crisis como oportunidad
Pero el argumento estrictamente ambiental no deja de ser parcial. Como portavoz del grupo de expertos, Marzo añadió que toda política energética debe tener en cuenta un triángulo formado por tres vértices: la protección ambiental, la seguridad energética y el desarrollo económico. Y fue taxativo al respecto: «si descuidamos cualquiera de estos tres frentes perderemos la guerra con toda seguridad». Estos vértices se pueden ver también como los tres grandes ejes de la sostenibilidad que aparecen en tantos esquemas. Marzo habló entonces de «la gran oportunidad de negocio que supone el estímulo de la eficiencia» por un lado porque reducimos nuestra dependencia de las importaciones de combustibles fósiles y, por otro, porque el solo hecho de activar este proceso implica realizar importantes inversiones y abrir nuevos mercados. El conseller Castells se refirió a la eficiencia energética en relación a la misma oportunidad, pero con el objetivo añadido de «salir de la crisis».
Dos ejemplos
Estos diagnósticos fueron corroborados por otros ponentes, como el director de Soluciones y Servicios Energéticos del Grupo Gas Natural, Josep Codorniu, o el director general comercial de Baxi Roca, Jordi Mestres, en estos casos desde el punto de vista de los hechos y de la experiencia profesional. El primero explicó los modelos de negocio de las empresas de servicios energéticos que son especialistas en mejorar la eficiencia energética de edificios e instalaciones y ofrecen al cliente ahorros garantizados. El sector servicios -dijo Codorniz- tiene el potencial más elevado de ahorro, en el que destaca el subsector hotelero con un 30%. Por su parte, Mestres describió el funcionamiento de las calderas de condensación que Baxi Roca comercializa, en conseguir retener el calor que las calderas convencionales expulsan, mejoran el rendimiento entre un 15% y un 20%. También comentó la importancia creciente en el mercado de las calderas que pueden generar electricidad (microgeneración).
Los obstáculos
La directora del ICAEN, Encarna Baras, hizo un análisis de la acción de la administración pública y mencionó las principales barreras con que cuenta esta línea de trabajo. En este sentido dijo que los años de la expansión económica no favorecieron nada la creación de una cultura del ahorro y de la eficiencia y, como consecuencia, ahora nos encontramos con una serie de carencias: técnicas (no hay suficientes especialistas) económicas (los costes externos no están incorporados al precio de la energía) de fragmentación (planes y estrategias públicos y privados inconexos o redundantes), entre otros. Según el conseller Castells, sin embargo, la principal barrera no es técnica sino que es la batalla partidista, en definitiva, «los intereses parciales y minoritarios que impiden hacer una buena política energética».
Las claves del cambio
El cambio hacia la eficiencia en el marco de una política energética pasa, según Castells, «por un discurso unitario fruto del consenso y de una visión de país». El conseller dijo que esto era perfectamente posible «porque contamos con actores potentes que son empresas con capacidad de innovación, centros de investigación avanzados y unas administraciones que saben lo que hay que hacer y tienen la voluntad de hacerlo». Marzo fue más lejos reclamando un pacto de estado para consolidar un modelo energético «en el que sobra el electoralismo».
Un ejemplo de buena orientación que demuestra la capacidad de colaboración entre administraciones y empresas ha sido la creación el año pasado del Instituto de Investigación en Energía de Cataluña (IREC). Su director, Antonio Martínez, dijo que «el IREC quiere hacer llegar los resultados de la investigación al mercado ya la vez investigar pensando en el largo plazo» y destacó que «la línea tecnológica de referencia del IREC es la eficiencia energética». La inclusión de este instituto en uno de los 6 grandes núcleos de innovación europea convierte a Barcelona en una ciudad puntera en este ámbito. Se trata de una iniciativa que complementa la política de la Generalitat de Cataluña en el fomento de la eficiencia.
El concepto eficiencia tuvo un protagonismo central, en el seminario como era lógico, pero el profesor Marzo provocó la reflexión citando la paradoja de Jevons: «la eficiencia debe ir de la mano del ahorro para que sea útil», sentenció.
