El agua es un recurso tan valioso como el oro, pero muchas veces, no le damos la importancia que se merece, hasta que es demasiado tarde y eso es lo que ha pasado en una ciudad, que lamentablemente ahora se ha quedado sin este recurso vital.
Una ciudad que lamenta sus decisiones
El agua es un recurso vital, sin embargo, no es un recurso ilimitado, pues aunque todos nosotros asumimos que apenas abrimos una llave el agua saldrá automáticamente, no todas las personas pueden tener esa misma suerte.
Mientras nosotros utilizamos el agua como si nunca se fuera a acabar, millones de personas en el mundo sufren de escasez y lo peor, es que esa escasez ya no se limita únicamente a zonas rurales o remotas, sino que ha llegado a ciudades enteras.
En Asia, una gran ciudad ya está sufriendo las consecuencias, pues todos los días, miles de familias se ven obligadas a pagar precios altísimos por cada litro de agua, o a sacrificar horas de trabajo y estudio, solo para poder beber, cocinar o asearse.
Se trata de Kabul, la capital de Afganistán, quien podría convertirse en la primera capital moderna del mundo en quedarse completamente seca, un problema que se ha transformada en una emergencia sanitaria, económica y social.
La peor combinación de factores
Lo que está ocurriendo en esta ciudad, es el resultado de una serie de malas decisiones humanas que han agotado los recursos, sumadas a las consecuencias del cambio climático que provocan aumentos temperatura y por ende, más sequias, incluso los pulmones del planeta están fallando.
La ciudad se llenó de gente a un ritmo impresionante después del 2001, pero como nadie construyó más infraestructuras de agua, la gente empezó a sacar el agua que estaba bajo la tierra, de forma descontrolada.
Es como si la ciudad fuera un gran pozo, donde todos sacaron agua descontroladamente, sin darle tiempo a que se vuelva a llenar y debido a esto, en los últimos diez años, los niveles de agua han bajado hasta 30 metros.
La situación se agrava aún más por el cambio climático, pues las nevadas en las montañas cercanas han bajado mucho y la nieve es muy importante para evitar la escasez de agua, ya que la nieve se derretía lentamente y era la que ‘recargaba’ el agua subterránea de la ciudad.
Y por si fuera poco, a esto se suma que la ayuda externa, que llenaba en parte el vacío de la falta de gestión, ha sido suspendida, lo que ha dejado a la ciudad con apenas 8 millones de dólares para agua y saneamiento de los 264 millones que se necesitan.
La primera capital sin agua
El costo de esta crisis se siente en cada aspecto de la vida de los habitantes de Kabul. Familias enteras se ven obligadas a pagar por cada litro de agua, lo que las lleva a sacrificar la compra de alimentos y otros bienes esenciales.
Para ponerlo perspectiva, Abdul Shakoor, un residente de la ciudad, gasta hasta 29 dólares cada dos días para que un camión cisterna le entregue agua, un precio imposible para la mayoría de la población, pero ¿Qué hay del resto?
Otros, como la familia de Sayed Hamed, pasan horas haciendo fila en mezquitas o pozos comunitarios para llenar sus cubos, los niños faltan a la escuela para poder ayudar y las mujeres, se arriesgan a ser acosadas por salir a buscar agua.
La crisis también ha traído una grave emergencia sanitaria, pues debido a la contaminación industrial, hasta el 80% del agua subterránea está contaminada, lo que ha provocado enfermedades constantes como diarrea y vómitos.
Sin duda, la situación es lamentable y si no mejora, probablemente los habitantes de la ciudad no tendrán otra opción que dejar sus hogares y Kabul podría pasar a la historia como la primera capital en quedarse sin agua, a menos que logren crearla de la nada, tal como lo hacen en Alemania.