Los derrames petroleros son grandes enemigos de la humanidad desde hace décadas. Esto a causa de su poder contaminante, que afecta tanto a seres humanos, especies animales y vegetales. El petróleo se trata de una materia prima vital en la economía global. Es precisamente en los procesos de extracción y transporte en los que a veces surgen accidentes o malas prácticas que derivan en consecuencias devastadoras.
Cuando tiene lugar un incidente de estas características es vital actuar rápido y en la dirección correcta, dado que pueden existir soluciones alternativas según el tipo de fuga, ubicación, condiciones climáticas y un largo etcétera. Los principales afectados por los derrames petroleros son la fauna y flora del lugar.
Con el vertido, los peces consumen presas con crudo y se envenenan. Toda la cadena trófica queda perjudicada pudiendo afectar hasta al ser humano. También da lugar a la destrucción de huevos o crías con malformaciones. Las algas no pueden hacer la fotosíntesis por la obstrucción del paso de la luz y aves y mamíferos marinos murieron tras ser impregnados de petróleo.
¿Qué podría ser peor que los derrames petroleros? La minería submarina
Por mucho tiempo se ha hablado sobre las consecuencias de los derrames petroleros. Sin embargo, hay otra realidad que también puede destrozar grandemente los ecosistemas marinos. Está a la orden del día últimamente debido al interés de Trump en esta práctica. Se trata de la minería submarina.
Corresponde a una manera de extraer metales preciosos y algunas piedras preciosas situadas en el fondo marino. Es posible que se generen depósitos de sulfuros con cobre, plata, oro, cobalto y manganeso entre fuentes hidrotermales y nódulos polimetálicos.
Tanto científicos como activistas llevan un tiempo extenso alertando acerca de la amenaza que representa la minería submarina.
Entre sus riesgos está la extinción de especies y daños generados a la red trófica oceánica y la posibilidad de aumentar el cambio climático debido al movimiento de sedimentos que almacenan carbono.
Los océanos absorben importantes cantidades del CO2 que llega a la atmósfera. Vulnerarlos significa ir contra ese equilibrio que nos protege.
La minería submarina deja daños que no se borran, aunque pasen décadas
En los 70, se dio la primera iniciativa de minería submarina en aguas del Pacífico. Se hizo como un ensayo aislado, pero suficiente para determinar los efectos de la actividad. Salió a la luz que el impacto ambiental permanece aún 40 años después.
Quienes formaron parte de la investigación, publicada en la revista Nature, aseguran que la recuperación total podría ser algo “imposible”.
Llevarla adelante también trae consigo un riesgo invisible y subestimado: ruido. En las profundidades del océano, el ruido genera consecuencias ecológicas en cascada. Altera la biodiversidad, comportamientos y procedimientos fisiológicos de un gran número de especies.
Un informe que involucra más de 2800 investigaciones efectuadas en la Zona Clarion-Clipperton (CCZ, por sus siglas en inglés) puso de manifiesto que la mayoría de los animales que habitan el área son sensibles al ruido.
La zona es una vasta llanura submarina que dobla el tamaño de India. Está ubicada en el océano Pacífico, entre Hawái y México.
Ruido, otra de las feroces consecuencias de la minería submarina
Sin embargo, los efectos de la contaminación acústica han sido analizados solo en el 35% de esa biodiversidad, advierte el artículo de Marine Pollution Bulletin que será publicado en septiembre, advierte SciDev.
La zona cuenta con rocas negras brillantes y responde a la región de exploración mineral más grande del planeta, con abundancia de nódulos polimetálicos que albergan cobalto, níquel, manganeso y tierras raras.
Si la vida marina colapsa de forma masiva, los océanos cambiarán de una manera que alterará la vida en la superficie: desde el oxígeno que respiramos hasta la capacidad de alimentarnos del mar y mucho más.
De avanzar la minería submarina, el hombre podría estar acelerando con ella su propia extinción. Los derrames petroleros parecerían así “una tontería” en comparación. Greenpeace denuncia aún más peligros vinculados a la minería submarina.




















