El mundo se ha llevado una profunda decepción con la que muchos llaman la “energía del futuro”. Solo supone el 1% de la que podemos producir. Actualmente, las empresas y los encargados políticos se han convertido en los responsables de garantizar un suministro de energía seguro y fiable, a un coste asequible y con un impacto ambiental mínimo. Una misión difícil si tenemos en cuenta la dependencia a los combustibles fósiles que todavía padece el ser humano. Sin embargo, muchas empresas y agentes del sector se han puesto en marcha con proyectos como el de Grecia, que está produciendo energía con agua y sol.
Conforme el cambio climático ocasiona más fenómenos meteorológicos extremos y catástrofes medioambientales, como el vertido de petróleo siguen sucediendo, la amenaza contra el medio ambiente y la propia salud del ser humano seguirá vigente. En este contexto, cada vez más personas apuestan por energías limpias y libres de carbono en su día a día.
Sin embargo, aun cuando los ciudadanos/as de a pie pueden efectuar algunos cambios individuales, para que existan cambios significativos es necesario sustituir el abastecimiento proveniente de fósiles por alimentación energética limpia.
La energía del futuro no es lo que pensábamos: este dato decepciona a un gran número de personas
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la producción de hidrógeno limpio (la energía del futuro) sigue siendo marginal a nivel mundial. El informe Global Hydrogen Review 2023 reveló que el H verde todavía se encuentra muy lejos de ser el mayoritario, mientras que el H azul y el marrón sí están muy presentes en la producción mundial.
Para producir hidrógeno limpio, la industria puede recurrir a diferentes métodos principales. El famoso H verde abarca el empleo de agua para separar el O2 del H2 mientras que el otro, el H de bajas emisiones, usa fósiles para capturar el CO2 generado. En la actualidad, la industria utiliza muy poco estos sistemas. Según la AIE, más del 99% del H generado en 2022 tuvo su origen en combustibles en procesos que no capturan CO2.
Un resultado que evidencia que las 95 millones de toneladas de H producidas en ese año produjeron emisiones de 900 millones de toneladas de CO2. Cabe destacar que los datos de este informe fueron presentados en Madrid por la Agencia Internacional de la Energía y registra la actualización a nivel mundial sobre la generación de hidrógeno, tanto el creado a partir de agua y energías renovables (H verde) como el generado a partir de combustibles fósiles (hidrógeno azul o marrón).
Las refinerías son las principales productoras y consumidoras de la llamada “energía del futuro”. No obstante, también hay otros sectores que lo usan en sus procesos industriales, como el farmacéutico. Este gas juega un papel vital en la fabricación de productos como fertilizantes o amoníaco.
La energía del futuro da la peor la noticia: no era lo que esperábamos
Aunque más de 40 países han creado estrategias nacionales para crecer en su producción de hidrógeno, el de “bajas emisiones” supone menos del 1% de la producción y el consumo total de hidrógeno a nivel mundial. Esto quiere decir que más del 99% del hidrógeno utilizado en la actualidad tiene su origen en combustibles fósiles con emisores de CO2.
Según el informe de la agencia, la producción anual de hidrógeno de “bajas emisiones” podría llegar a las 38 millones de toneladas en 2030 aproximadamente si los proyectos anunciados llegan a concretarse. Supondría un aumento de casi un 50% en comparación con las proyecciones mencionadas. No obstante, solo el 4% de las iniciativas mundiales dispone de una decisión de inversión confirmada o está en fase de desarrollo, principalmente en Europa y China, aunque existe una tendencia ascendente en otras zonas del mundo como América Latina, Australia, Nueva Zelanda y Norteamérica.
De esta manera, la energía del futuro se torna como una decepción mundial. Sin embargo, todavía hay mucho por decir, dado que el hidrógeno sigue siendo tomado en cuenta en proyectos ambiciosos como el AVE de hidrógeno.




















