Las energías renovables son maravillosas, sin embargo, no todos los proyectos están destinados a tener éxito y este fue el caso de un curioso invento. Una innovación muy arriesgada parecía tener todo para ganar y ayudar a nuestro planeta con energía limpia, pero nada salió como esperaban, pues contrario a lo que se piensa, esta vez la innovación fue un arma de doble filo.
El mundo de la energía limpia
Las energías renovables llegaron con la promesa de cuidar nuestro planeta y ahorrarnos grandes cantidades de dinero y lo han logrado, especialmente la energía eólica que está presente en muchos países, sin embargo, eso no significa que la innovación vaya a detenerse.
No podemos negar que las turbinas eólicas son bastante eficientes, de hecho, su diseño es tan familiar que se han convertido en un símbolo de la transición energética, sin embargo, cuando se trata de innovar, siempre se puede ir un paso más allá.
En la búsqueda de nuevas ideas, un grupo de empresas británicas pensó en una solución que parecía un concepto de ciencia ficción, pero que sus creadores estaban seguros de que sería la clave para un futuro más limpio.
Se trata del Aerogenerador X, con un diseño que era tan extraño como elegante, con un enorme rotor en forma de «V» que lo hacía parecer una escultura gigante. Su promesa era generar el doble de energía que las turbinas tradicionales y con la mitad de peso, revolucionando la energía eólica marina.
Pero lamentablemente, a pesar de su increíble promesa, el Aerogenerador X nunca se construyó a gran escala, pero la razón de su fracaso no fue una falla en la ingeniería, sino un problema mucho más grande y difícil de superar.
Un problema que no tuvo solución
El Aerogenerador X era una verdadera bestia de la ingeniería, al igual que este coche impulsado por aire, tenía un diámetro de 270 metros, que era más del doble del tamaño de cualquier turbina horizontal en el mercado y sus aspas en forma de ‘V’ medían más de 160 metros.
Lo que lo hacía tan único era su eje vertical, que le permitía captar el viento desde cualquier dirección, eliminando la necesidad de los complejos sistemas de orientación de las turbinas tradicionales, sin embargo, no todo podía ser perfecto.
Pero la verdadera razón por la que no se convirtió en una realidad fue la falta de confianza en el mundo de las finanzas, pues la industria de la energía eólica marina maneja inversiones de miles de millones de dólares y en este negocio, la confianza y seguridad son lo más importante.
Sucede que los bancos y los inversores no estaban dispuestos a apostar por un diseño tan nuevo y sin un historial de funcionamiento de décadas y aunque las ventajas del Aerogenerador X, eran muchas, la industria prefirió seguir invirtiendo en tecnologías más pequeñas y conocidas.
Una dura y triste realidad
Como lo dijo el propio fundador de la empresa, Theo Bird, “para que haya progreso, a veces es necesario aventurarse en aguas desconocidas” pero como ya hemos notado, no todas las buenas ideas están destinadas a tener éxito.
El fracaso del proyecto, no fue un problema de ingeniería, sino de fe en lo desconocido, lo que nos recuerda que algunas industrias prefieren lo seguro y no lo revolucionario, sin embargo, también hay que recordar que para que hayan éxitos, deben haber fracasos.
Lamentablemente el aerogenerador fue un fracaso comercial, sin embargo, su diseño y la búsqueda de una nueva alternativa, nos recuerdan que la verdadera revolución no está solo en lo que se construye, sino en lo que se atreve a imaginar y que la innovación nunca debe detenerse, pues siempre se puede crear algo nuevo, como esta maravilla que produce energía sobre el agua.