En España, se apuesta por la energía limpia tanto como en otras zonas del mundo. Sin embargo, el costo a pagar podría ser demasiado alto. Está latente la idea extendida de que la energía solar o eólica son la solución “perfecta” para acabar con el cambio climático. Sin embargo, el estudio sobre los recursos que se necesitan para construir estas tecnologías muestra el lado B de la sostenibilidad.
Todo lo que parece sostenible o ecológico ¿lo es realmente? En principio, la captación del Sol y viento es ecológica. No obstante, el concepto que tenemos de estas fuentes de energía puede variar cuando pensamos en las “herramientas” que se necesitan para explotarlas: turbinas eólicas y placas solares.
Para que estos dispositivos existan, el ser humano tiene que recurrir sí o sí a la minería. Sin ella, la transición energética no podría llevarse adelante. Las energías limpias no están exentas al 100% del coste ambiental.
Los minerales que se necesitan para crear las tecnologías renovables suelen ser críticos, ya sea por escasez, dificultad de extracción o concentración geográfica. Y abrir nuevas mineras puede dejar huellas visibles. A este contexto se le suma otro, que está resonando fuerte en España.
Queremos energía limpia, pero ¿a cualquier precio?
Las dudas sobre las energías limpias siguen en aumento. Sobre todo, después de exponerse lo que está pasando con varios de sus cultivos. El despliegue acelerado de parques solares sobre suelos agrícolas de alta productividad ha provocado un conflicto nacional en España.
Diversas organizaciones rurales y ecologistas han acusado a las administraciones de permitir una expansión descontrolada. Advierten que, en pos de una transición verse, están apartándose cultivos, expropiándose tierras y alterándose ecosistemas.
Frente a esta situación, SOS Rural y la Asociación Ecología y Libertad presentaron una macrocausa judicial para frenar la “destrucción del campo”, consigna Infobae. El propósito es paralizar la supresión de más de 100 000 olivos centenarios en la provincia de Jaén.
La Junta de Andalucía ya ha brindado autorizaciones para que varios proyectos fotovoltaicos se lleven a cabo en esta ubicación.
“Esta lucha no es contra la energía renovable, sino contra su implantación irresponsable en tierras fértiles y productivas que son esenciales para el futuro común”, dijo Natalia Corbalán, portavoz de SOS Rural, durante una rueda de prensa. Así lo publicó el medio nombrado.
Denuncian el daño colateral de la energía limpia
Esta demanda ya dispone de 132 000 firmas. Además, se prevé la presentación de más de 300 000 antes de finalizar 2025. Se encuentra articulada en la plataforma Campiña Norte contra las Megaplantas Solares. El municipio de Lopera constituye el primer frente jurídico.
Allí, cuatro proyectos fotovoltaicos auguran la eliminación de más de 100 000 olivos. Muchos de ellos son de carácter centenario. La provincia de Jaén es una de las más afectadas por el auge solar.
Registra más de 20 proyectos en curso que, de acuerdo a diversas organizaciones, podrían transformar el paisaje agrario y la identidad rural.
Posible solución para disfrutar de energía limpia sin dañar los cultivos
Estudiando la zona de Andalucía, el 69,6% de las plantas fotovoltaicas y el 90,9% de las termosolar se localizan sobre suelos clasificados como S1 y S2. Así lo recoge el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Este tipo de suelos son de de alta capacidad productiva.
El establecimiento de proyectos en estas áreas acaba con tierras fértiles que tardan siglos en volver a formarse. También altera ecosistemas de manera irreversible. La propuesta busca otorgar prioridad a los terrenos degradados para la implantación de infraestructuras fotovoltaicas.
Además, pasa por instaurar una zona vinculante que impida la utilización de suelos agrícolas productivos. Están arrancando cultivos de alimentos en España en busca de energía limpia. Necesitamos esa energía para acabar con el cambio climático, pero sin un control adecuado ¿el precio es demasiado alto? El mismo problema se extrapola también a los océanos.