Las energías renovables se han vuelto las protagonistas en la lucha contra el cambio climático, por lo que cada día surgen nuevas tecnologías que prometen generar más energía limpia de manera eficiente, pero ¿Alguna vez has pensado que podrían causar el efecto contrario? ¿Qué tal si no son tan buenas como parecen?
La llegada de las energías limpias
Las energías renovables se han vuelto cada vez más populares, especialmente entre quienes buscan cuidar nuestro planeta y ahorrar dinero, pues estas soluciones permiten ahorrar mucho dinero en electricidad y por ende generar menos emisiones.
Las energías renovables utilizan recursos gratuitos como el sol o el viento para generar electricidad, sin embargo, aunque la energía solar y la eólica son las más conocidas, hay otras opciones, por ejemplo la energía eólica marina y la energía mareomotriz.
Estas últimas tienen un punto en común y es que se instalan en el mar aprovechando el clima y el espacio disponible en estas zonas, sin embargo su impacto ambiental es bastante cuestionado, pues queramos o no, la instalación de un sistema en el mar significa un gran cambio para el ecosistema marino.
El océano ya sufre por las consecuencias de las actividades humanas, la pérdida de especies y hábitats marinos se aceleran por la contaminación, la sobrepesca y el cambio climático, así que para mitigar el daño los países están tomando diversas medidas.
El Marco Mundial de la Diversidad Biológica Kunming-Montreal, estableció el ambicioso objetivo «30×30» que consiste en proteger al menos el 30% del océano para 2030, pero aquí donde muchos se preguntan ¿podemos instalar sistemas energéticos en el mar y al mismo tiempo protegerlo?
Un dilema en el ecosistema marino
Lograr ambos objetivos suena tan contradictorio como la paradoja de los coches eléctricos, especialmente en ecosistemas tan sensibles como el Mar Mediterráneo, hogar de más de 17 000 especies y que ya está al límite por la contaminación, la sobrepesca, el turismo y el tráfico marítimo.
Entonces, si le añadimos miles de turbinas y otras instalaciones energéticas, es como si lo estuviéramos «industrializando», lo que empeoraría la situación, sobre todo porque las mejores zonas para poner estas instalaciones energéticas, también son las áreas cruciales para la vida marina.
Por otro lado, la construcción y el funcionamiento de estas máquinas marinas provocan ruido y vibraciones que pueden dañar o desorientar a los animales marinos, además de que existe el riesgo de que choquen con las turbinas o que sus hábitats importantes sean destruidos.
Y por si fuera poco, no sabemos del todo qué efectos tendrán estos grandes proyectos a largo plazo en los ecosistemas marinos, como en las corrientes o en la cadena alimenticia, por lo tanto hay que ser muy cautelosos.
Podemos salvar nuestro planeta
La buena noticia es que por muy contradictorio que suene, sí es posible ejecutar este tipo de proyectos sin dañar los ecosistemas, pero la clave está en ser precavidos y planificar todo de manera inteligente.
Para conseguirlo, hay varias estrategias importantes y una de ellas es la Planificación Espacial Marina (PEM), una herramienta que permite identificar en qué zonas es más rentable hacer una actividad, por ejemplo pescar, navegar o instalar una turbina, es básicamente un mapa del mar.
Otro punto clave es que los proyectos de energía marina no solo causen el menor daño posible, sino que también tengan un «impacto neto positivo» y para ello deben compensar cualquier efecto negativo y restaurando zonas dañadas.
Y lo más importante es la colaboración y el diálogo, los gobiernos, empresas, pescadores, científicos y grupos ecologistas deben trabajar juntos, pues muy importante escuchar a las comunidades locales, para que la transición energética sea justa para todos.
Si todas estas estrategias se aplican correctamente, podemos encontrar un equilibrio entre el cuidado de los ecosistemas marinos y la generación de energía renovable, logrando acercarnos más a la sostenibilidad y la transición energética, además se ha demostrado que algunos proyectos eólicos benefician a las especies marinas.