Las placas solares son una herramienta muy potente para obtener energía del sol. Sin embargo, cada cierto tiempo se ven manifestaciones contas las macroplantas por sus consecuencias en el rural y el medio ambiente. Pero… ¿Podría haber un mejor lugar para las placas fotovoltaicas? Algunos ya han empezado a usarlas en los coches, pero hablamos de espacios en los que se puedan poner varios géneros.
Los ecologistas y naturalistas apuntan a un modelo basado en el autoconsumo. Es decir, la instalación de células solares de manera modesta y sin que suponga un “trastorno” demasiado grande en el ámbito natural. Se busca acudir a energías verdes y no grises. No obstante, los expertos aseguran que es muy difícil renunciar a los grandes beneficios que trae la implantación de paneles solares en lugares naturales.
La energía que se obtiene en estos parajes es más abundante y está garantizada. Sin embargo, no por ello deja de tener importancia la necesidad de obtener energía limpia sin perjudicar el entorno.
En este contexto, cada vez es más tenida en cuenta la posibilidad de recurrir a estaciones solares espaciales. Hablamos de flotas de satélites de gran tamaño girando en órbita terrestre y con enormes placas incorporadas. Las complicaciones ocasionadas por las macroplantas terrestres terminarían de raíz.
El mejor lugar para poner los paneles solares está más lejos de lo que pensábamos
Son varias las razones por las que las macroplantas espaciales podrían ser el futuro para los paneles solares. Para empezar, el entorno no sufriría cambios y serían más eficientes, al recibir una radiación solar mucho más intensa de la que se puede obtener desde la Tierra.
En el caso de las terrestres, la radiación que llega pasa primero por la atmósfera, que absorbe una parte y dispersa otra. Sin embargo, con las espaciales llegaría en mayor proporción al no pasar por este “filtro”. Además, su rendimiento sería constante sin depender en absoluto del clima, la duración del día o estaciones. La necesidad de infraestructuras muy intrusivas desaparecerá.
¿Cuál es el mejor lugar para los paneles solares y cómo funciona?
El punto fuerte de las granjas solares en el espacio es que la energía solar tomada de los satélites se convertiría en ondas de radio (que pueden pasar la atmósfera sin interferencias) y se transportaría a diferentes cadenas colectoras ubicadas en la superficie terrestre. Se situarían en zonas cercanas a puntos de consumo para transformarse en electricidad.
Es un sistema muy parecido al que se utiliza en la radio. Esas antenas colectoras podrían estar en tierra o mar y serían prácticamente transparentes y modestas (en tamaño). Los estudios de este campo aseguran que no existe riesgo alguno en las ondas de radio que albergan el mismo riesgo encerrado en las emisiones de un microondas.
El mejor lugar para instalar las placas solares tendrá que esperar
Sus ventajas suenan espectaculares, pero no todo es color de rosa. Si fuera así, ya se habrían implementado desde hace tiempo. Todavía tiene desafíos que solventar hasta que esta forma de crear energía sea vista como una alternativa viable. Diferentes expertos advierten que podría pasar de la ficción a la realidad a mediados de la próxima década si se destinan los recursos necesarios.
El primer inconveniente con el que se encuentra esta forma de creación de energía es la necesidad de sistemas fotovoltaicos más flexibles, ligeros eficientes y capaces de soportar las condiciones del espacio (donde hay radiación).
Siguiendo esta línea, investigadores de las universidades británicas de Surrey y Swansea han logrado dar un importante paso creando unas nuevas placas flexibles, ligeras, eficientes y resistentes, aunque todavía queda mucho por hacer. Más allá del desembolso económico que se debería hacer para crear una tecnología semejante, enviar al espacio la infraestructura óptima supondría una enorme huella de carbono.
Por ahora, parece que habrá que esperar para que las macrogranjas espaciales sean consideradas el mejor lugar para instalar paneles solares de manera oficial. Mientras tanto, las placas terrestres siguen y varios análisis de EEUU reflejan que, pese a lo que ocasionan en el entorno, salvarán a la humanidad.
