“El 8 de junio fue declarado por la UNESCO como el día Mundial de los océanos, con el fin de concientizar del valor que éstos tienen para la vida de todos los seres que habitan el planeta y de las terribles consecuencias que la contaminación puede tener sobre la salud y el equilibrio de sus aguas.”
Datos de los océanos
Los océanos cubren más del 71% de la superficie del planeta. Hasta la fecha, sólo un poco más del 1% del océano está protegido.
Se estima que entre el 50 y el 80% de toda la vida en la tierra se encuentra debajo de la superficie del océano y los océanos contienen el 99% del espacio vivo en el planeta. Menos del 10% de ese espacio ha sido explorado por los seres humanos.
Las minúsculas plantas marinas llamadas fitoplancton liberan la mitad de todo el oxígeno que recibe la atmósfera, a través de la fotosíntesis.
Los océanos representan el 96% de toda el agua en la superficie de la Tierra, siendo el resto agua dulce, en forma de ríos, lagos y hielo.
El océano absorbe aproximadamente el 25% del CO2 añadido a la atmósfera por causa de las actividades humanas cada año, reduciendo en gran medida el impacto de este gas de efecto invernadero en el clima.
Los depósitos totales de carbono que albergan los sistemas costeros como manglares, marismas y pastos marinos pueden llegar a ser hasta cinco veces mayores, que el carbono almacenado en los bosques tropicales.
Contaminación
Las fuentes terrestres (como la escorrentía agrícola, la descarga de nutrientes y plaguicidas y las aguas residuales no tratadas, además de los plásticos) representan aproximadamente el 80% de la contaminación marina, en todo el mundo.
Los hábitats marinos a nivel global están contaminados con desechos generados por el ser humano. Los derrames de petróleo siguen siendo una preocupación, si bien es cierto que éstos han disminuido constantemente durante las últimas décadas.
Una amenaza grave
Los nutrientes excesivos de los desagües de las aguas residuales y de la escorrentía agrícola han contribuido a la creciente incidencia de áreas bajas en oxígeno (hipoxia), las zonas muertas, donde la mayoría de la vida marina no puede sobrevivir, causando el colapso de algunos ecosistemas.
Se estima que hay unas 500 zonas muertas con una superficie global total de más de 245.000 km². El exceso de nitrógeno también puede estimular la proliferación de algas marinas y microorganismos y causar floraciones de algas (eutrofización) que pueden causar la muerte masiva de peces, contaminar los mariscos con toxinas y alterar los ecosistemas.
La basura suele acumularse en enormes parches flotantes o lavarse en las costas. Los plásticos ligeros y resistentes flotan en el Océano, liberando contaminantes a medida que se descomponen en micro-partículas que los animales confunden con los alimentos.
Los peces y las aves pueden ahogarse en estas partículas, enfermar por acumulación de las mismas en el tracto digestivo o morir enredados en plásticos, hilos y demás residuos.