“El Cambio Climático, las represas, los transvases y la contaminación hacen que el río más largo de la península ibérica, del que dependen millones de personas para su subsistencia, se encuentre al borde del colapso.”
De trasvases y represas
El Tajo, al que en Portugal se le conoce como el Tejo, nace en la norteña provincia de Aragón, pasa cerca de Madrid, sirve de frontera con Portugal y desemboca en el Océano Atlántico, a la altura de la capital portuguesa, Lisboa. En sus más de 1000 kilómetros de recorrido, está represado no menos de 50 veces, solamente en España.
En 1902 se concibió un plan para sifonar el agua en las cabeceras y desviarla al río Segura, para irrigar granjas en el árido sureste, en lo que se conoce como transvase Tajo-Segura. La construcción comenzó en 1966 y el agua empezó a fluir en 1979.
Sin embargo, la cantidad de agua disponible se calculó erróneamente y las sequías cíclicas de España no se tuvieron en cuenta. Actualmente quedan apenas el 47% de los recursos hídricos y los niveles en las dos presas de captación son inferiores al 11%, demasiado bajos para permitir transferencias.
En la actualidad, el sifonado de las cabeceras sólo se permite cuando las presas tienen suficiente agua, anteriormente esto era sólo una opción, no una garantía de suministro. Sin embargo, el gobierno recientemente aprobó una ley, que indica que tan pronto como hay un excedente, existe la obligación de transferir, lo que hace imposible almacenar agua para hacer frente a las sequías.
La ley se opone a la directiva europea sobre el agua y cuando una delegación de la UE visitó el río Tajo y el Ebro el año pasado, emitió un informe sumamente crítico, sobre el incumplimiento de la mencionada directiva por parte de España.
Lo más indignante es que si bien la mayoría del agua trasvasada se utiliza para cultivar frutas y verduras en Murcia y Almería una parte importante se emplea para regar campos de golf que no deberían existir, en estos áridos sitios.
Contaminación
Pero los problemas del Tajo no terminan allí. Incluso después de que aproximadamente el 65% se desvía al Segura, todavía tiene que abastecer a los 6 millones de habitantes de Madrid, cuyas aguas residuales inadecuadamente tratadas se vierten nuevamente río abajo. El agua del Tajo también se utiliza para enfriar reactores nucleares.
Los portugueses se quejan de que España está sifonando el agua y contaminando el río, argumentos que España rechaza. En enero, Lisboa presentó una queja formal ante Bruselas sobre los planes de España, de construir una planta de tratamiento de residuos nucleares, cerca del río y de la frontera portuguesa.
Una pésima gestión
Los expertos sostienen que la gestión del agua en España ha sido impulsada por la economía y no por las consideraciones medioambientales, puesto que en realidad un río no es sólo un mero recurso hídrico, sino que tiene un valor cultural, social, histórico y estético, que las leyes no contemplan.
En términos de agua, España vive más allá de sus posibilidades. La demanda agrícola en la cuenca del Segura ha estado aumentando durante décadas y ello resulta en la sobreexplotación, tanto de las aguas subterráneas como de las superficiales.
El problema más importante es que no se están tomando medidas de prevención y el rio Tajo sigue decayendo, en cantidad y calidad de sus aguas, lo que no solo afecta a los millones de personas que dependen directa o indirectamente de él, sino al Medio Ambiente y a los sistemas ecológicos asociados.