El acceso a agua potable y saneamiento y el manejo de ecosistemas de agua dulce son esenciales para la salud humana, la sostenibilidad ambiental y la prosperidad económica. Actualmente, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial, una cifra que seguramente aumentará como resultado del aumento en temperaturas globales como resultado del cambio climático. Para garantizar el acceso a agua limpia y asequible, será necesario invertir en infraestructura e instalaciones sanitarias, tecnologías de tratamiento y eficiencia del agua, y la gestión racional de ecosistemas de agua dulce.
El acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene representan la necesidad humana más básica para el cuidado de la salud y el bienestar. Miles de millones de personas no tendrán acceso a estos servicios básicos en 2030 a menos que se cuadrupliquen los avances. El rápido crecimiento de la población, la urbanización y las crecientes necesidades en materia de agua de los sectores agrícola, industrial y energético están provocando un aumento de la demanda de agua.
Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos es la meta número seis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), habida cuenta de la importancia que tiene para la construcción de un mundo justo.
Reducir la demanda y mejorar la eficiencia
La falta de agua se ha convertido en una grave amenaza para más de 2 millones y medio de personas. Esto representa una tercera parte de la población mundial. Y son los que viven en zonas marcadas por la escasez. Muchos de ellos solo tiene la opción de migrar. Es tan grave el problema que, posiblemente para 2030, casi 750.000 millones de personas serán migrantes ambientales en busca de condiciones de vida más favorables.
Los expertos estiman que más de 2.000 millones de personas viven actualmente con «estrés por déficit hídrico«, un término que se utiliza cuando la proporción de agua dulce utilizada supera el 25 por ciento de los recursos totales.
La demanda global crece en torno a un 1% por una serie de factores que tienen que ver no solo con el aumento de la población o el desarrollo económico. Si no también con los patrones de consumo. Los expertos predicen que dicha tendencia se mantendrá e incluso podría crecer de cara a las próximas décadas.
Ya en la actualidad, el 40 % de la población mundial sufre escasez, pero entre 24 y 700 millones de personas podrían verse abocadas a abandonar sus hogares antes de 2030. A causa de situaciones derivadas de estas carencias, sobre las que es complicado establecer cualquier tipo de pronóstico o evaluación.
Se habla de limitar el uso de agua en zonas con un gran estrés hídrico. También hay propuestas para emplear tecnologías y prácticas eficientes, que permitan reducir la demanda. E iniciativas destinadas a aprovechar al máximo los recursos en zonas agrícolas. puesto que más de alrededor del 71 % del agua global se emplea en riego.
Naciones Unidas propone varias soluciones basadas en la naturaleza. Estas usan o imitan los procesos naturales a la hora de gestionar el agua. Y ello se hace partiendo del hecho de que el agua forma parte de un complejo proceso. Y que su ciclo natural es complejo pero predecible: evaporación, precipitación y absorción a través de los suelos.