Pero la sociedad podría ahorrarse el gran coste ambiental y económico del trasvase –que será pagado con dinero público- si se aplicasen en la zona medidas básicas de control del uso del agua en la agricultura, según un análisis de WWF.
Esta tarde se vota en el pleno del Congreso de los Diputados la proposición de ley para aprobar un trasvase de agua hacia los cultivos de regadío del entorno de Doñana. El trasvase llevaría 15 hectómetros cúbicos al año, suficiente para abastecer medio año a la ciudad de Sevilla.
Pero la sociedad podría ahorrarse el gran coste ambiental y económico del trasvase –que será pagado con dinero público- si se aplicasen en la zona medidas básicas de control del uso del agua en la agricultura, según un análisis de WWF. Para WWF, el trasvase tan sólo perpetuará el problema del uso insostenible de agua en el entorno de Doñana, la mayor amenaza para el futuro del Parque Nacional, y puede provocar un “efecto llamada” para crear nuevas superficies de regadíos.
Este nuevo trasvase de 15 hectómetros cúbicos anuales desde la demarcación del Tinto-Odiel-Piedras hacia los regadíos del entorno de Doñana, en la cuenca del Guadalquivir, se suma al de 4,99 hectómetros cúbicos aprobado en el año 2008 y que no ha impedido que los cultivos de regadío sigan creciendo de forma ilegal en la zona.
El uso ilegal e insostenible de agua para el regadío en Doñana –principalmente para el cultivo de frutos rojos- está llevando al límite a los humedales del Parque Nacional de Doñana, una situación que se agrava por los efectos del cambio climático. Científicos y los organismos internacionales que velan por la conservación de este espacio Patrimonio de la Humanidad –como la Comisión Europea o la UNESCO- han mostrado en muchas ocasiones su preocupación por este problema, que WWF lleva años denunciando.
WWF se ha opuesto al trasvase a Doñana porque supone un derroche de dinero público y porque la legislación establece que antes de plantear un trasvase es imprescindible controlar el uso de agua, implantar medidas de ahorro y, por supuesto, eliminar las fincas de cultivo y pozos fuera de la ley.
WWF ha elaborado un análisis que demuestra que los 15 hectómetros cúbicos de agua adicionales del nuevo trasvase no serían necesarios si se eliminan todas las fincas ilegales y se controla el uso del agua. Para WWF, la enorme inversión de dinero público en la obra podría emplearse en dar formación a los agricultores y financiar tecnología de ahorro de agua para las fincas, además de dotar de medios y recursos a los agentes de medio ambiente para que controlen el uso de agua en la zona.
La experiencia demuestra que los trasvases no sirven para resolver los problemas del agua, sino tan sólo para perpetuarlos e incluso para provocar un “efecto llamada” para aumentar la superficie de cultivo. Esto no sólo provocaría un impacto por el mayor consumo de agua, sino también agravaría problemas como la erosión o la contaminación difusa de la agricultura, que están creciendo en Doñana.
En el caso del Mar Menor (Murcia), por ejemplo, la llegada de más agua (procedente de trasvases o desaladoras) ha servido para aumentar la superficie de regadío y los problemas de contaminación agrícola, según un informe publicado por WWF y la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) la semana pasada.
En palabras de nuestro secretario general, Juan Carlos del Olmo: “El trasvase es una salida fácil de los responsables políticos, para no tener que afrontar las medidas necesarias para asegurar el futuro de Doñana y del propio sector. Con el cambio climático pisándonos los talones, es suicida e irreal seguir basando la gestión del agua en aumentar la oferta, en vez de poner límites a la demanda”.