Durante siglos, el glaciar Trasllambrión ha sido una rareza en el corazón de los Picos de Europa. Un pequeño parche de hielo perpetuo encajado en la roca caliza leonesa, resistente al paso del tiempo y a los veranos cada vez más cálidos. Hoy, esas 10 hectáreas de hielo que ocupaba en la llamada “pequeña Edad de Hielo” se han reducido a algo que los propios científicos describen como “hielo testimonial”, un bloque de unos 15 metros de lado que ya no permite hablar de glaciar, sino de restos.
El equipo del Grupo de Investigación Geopat lleva dos décadas siguiendo su evolución con fotografías aéreas, satélite y trabajo de campo. Sus conclusiones son rotundas, tanto en lo científico como en lo simbólico. Javier Santos, geógrafo de la Universidad de León, resume así lo que está ocurriendo en la montaña leonesa “Es el final de una época, el Trasllambrión se queda sin hielo por primera vez en unos 700 años”.

Un termómetro del calentamiento en la montaña
Para entender por qué este caso importa más allá de León conviene tener clara una idea básica “Un glaciar de montaña funciona como una hucha de hielo, si cada año entra menos nieve de la que sale en forma de agua, la hucha se vacía”. Eso es exactamente lo que ha pasado aquí.
Durante la pequeña Edad de Hielo, entre los siglos XIV y XIX, Trasllambrión alcanzó las 10 hectáreas de superficie helada. A lo largo del siglo XX ese volumen se fue reduciendo de forma lenta pero continuada, hasta quedar en torno a dos hectáreas a principios del XXI, ya fragmentadas en tres manchas. Las nevadas abundantes entre 2009 y 2020 ofrecieron un espejismo de recuperación, la nieve estacional cubría el helero, pero no llegaba a compensar el desequilibrio de fondo.
En el último lustro, la combinación de temperaturas más altas y menos nieve ha acelerado el retroceso. En 2023 apenas quedaba media hectárea de hielo y, en las últimas campañas, el equipo ha certificado que solo persiste un pequeño bloque. El diagnóstico es claro “La tendencia es negativa, el calentamiento acentúa la fusión y las nevadas ya no consiguen sostener el hielo todo el año”.
Lo que cuenta un glaciar cuando desaparece
Trasllambrión no alimenta grandes ríos ni sostiene a millones de personas, como los glaciares del Himalaya o los Andes. Sin embargo, su valor científico y patrimonial es considerable. En palabras de Santos “Es un representante de una época de enfriamiento climático del siglo XIV al XIX, ahora estamos viendo en directo su final”.
Los glaciares son considerados indicadores muy sensibles del clima. Responden de forma visible a cambios que, en otros parámetros, quedan diluidos entre la variabilidad natural. Por eso la desaparición de este helero no se interpreta como un episodio aislado, sino como parte de una tendencia global. Los investigadores recuerdan que en la Cordillera Cantábrica hubo glaciares de hasta 40 kilómetros cuadrados y 300 metros de espesor. Hoy solo quedan pequeños restos de aquella historia helada.
En paralelo, se sospecha que los pocos glaciares que resisten en los Pirineos podrían desaparecer entre 2030 y 2050 si el calentamiento continúa al ritmo actual. La pérdida de Trasllambrión se suma, por tanto, a un paisaje de alta montaña que se está reescribiendo en cuestión de décadas.
Una advertencia para las próximas décadas
La tesis que se defenderá en diciembre en la Universidad de León, basada en imágenes de satélite y cámaras de seguimiento, va en la misma línea. Sus resultados apuntan a una transformación profunda de la cubierta de nieve en la Cordillera Cantábrica, que ha pasado de grandes extensiones persistentes a manchas casi residuales.
Dicho de forma sencilla “La montaña está perdiendo su memoria de invierno”. Esa memoria no es solo estética, afecta a la disponibilidad de agua, a los ecosistemas de alta cota y al tipo de riesgos (desprendimientos, aludes, inestabilidad del terreno) que afrontan quienes viven y trabajan en estas zonas.
La muerte por calor de Trasllambrión no es el colapso de un gigante de hielo, pero sí un punto de inflexión en la historia reciente de la montaña leonesa. Marca el momento en que un glaciar que había sobrevivido durante siglos deja de existir. Y recuerda que el calentamiento global no es una abstracción lejana, sino un proceso que ya está borrando piezas enteras de nuestro patrimonio natural.













