La aceleración del cambio climático de origen antropogénico ha degradado los ecosistemas a nivel mundial incluyendo grandes cambios en fenómenos como los incendios, que durante mucho tiempo fueron parte de la renaturalización de los montes y bosques.
El fuego es un proceso ecológico importante en muchos ecosistemas del mundo. Sin embargo, los cambios sustanciales que han afectado a los patrones de los incendios amenazan actualmente los ecosistemas, ya que el fuego es mucho más destructivo que antes.
Ciencia e incendios forestales
Un estudio liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) propone soluciones para mejorar la salud de los ecosistemas y sus procesos naturales al tiempo que ayuden a reducir los incendios forestales más peligrosos y masivos.
El trabajo pretende restaurar los patrones de incendio a través de prácticas como la quema en mosaico localizado que es aquella que se realiza en áreas con diferentes tipos de ecosistemas que se encuentran muy cerca unos de otros. Otras opciones incluyen dejar que ciertos incendios ardan de forma natural, reintroducir especies animales que se alimentan de la maleza o cambiar los patrones hidrológicos.
Esta visión, conocida en Europa como renaturalización o rewilding, busca lograr un sistema socioecológico equilibrado, a pleno rendimiento, que sea capaz de soportar perturbaciones naturales como pequeños incendios, plagas o sequías gracias a la diversidad de paisajes resilientes al cambio climático. Es importante aclarar que la idea se basa en identificar nuevos regímenes de incendios que beneficien los procesos ecológicos a medida que el clima cambia, no en volver a los antiguos patrones.
Objetivo: disminución de incendios de alta intensidad
Nuestro estudio propone soluciones que refuercen procesos naturales, hoy perdidos, que podrían contribuir a disminuir los fuegos de alta intensidad. Eso significa aprovechar el papel de la fauna, las plantas, los humanos y ciertas perturbaciones como la sequía, e incluso de los propios incendios.
Aunque es algo que la mayoría desconoce, el fuego genera vida y desempeña un papel crucial a la hora de mantener la naturaleza en equilibrio. Por ejemplo, la rica biodiversidad que caracteriza al Mediterráneo se debe en gran parte a los incendios.
En Brasil, el fuego estimula la floración del 66 % de las plantas del Cerrado, la sabana tropical más grande de Sudamérica. Y, en el norte de Australia, las poblaciones de rata canguro se encuentran en declive debido a la falta de fuegos, que hacen prosperar un tipo de hierba del que se alimenta este marsupial.
Autorregulación de la naturaleza
En las Montañas Rocosas de Norteamérica, los castores represan los ríos, lo que altera la humedad del suelo y evita que los incendios alcancen ciertas áreas. En Mozambique, los búfalos se alimentan de especies vegetales específicas de la sabana, permitiendo áreas llanas que podrían actuar como barreras naturales a la hora de evitar la propagación del fuego. Con el fin de construir su nido, el ’malleefowl’, un pájaro endémico de Australia, excava y deshace material combustible que podría propagar un incendio.
En sistemas forestales mediterráneos, la renaturalización podría dirigirse, por un lado, a promover árboles grandes y bosques más maduros, que creen microclimas más frescos, mejoren el ciclo del agua y del carbono, ofreciendo troncos que son hábitats naturales de muchas especies y madera muerta como base de alimento de hongos e insectos. Y por otro, a aprovechar los fuegos locales y las sequías que favorecen la discontinuidad del bosque al provocar la muerte de algunos árboles.
No obstante, en la actualidad, en vez en de aprovechar los procesos naturales de autorregulación, se da prioridad a una gestión de la naturaleza altamente controlada, artificial y costosa, donde la intervención humana intensiva manipula sus dinámicas y mantiene paisajes a menudo artificialmente estáticos o rígidos.
Renaturalizar por medio del fuego
Entre las posibles prácticas de renaturalización que proponemos destacamos las quemas localizadas para abrir espacios en zonas clave. Este tipo de soluciones funciona como reclamo para distintas especies endémicas de mariposas y aves, cuyas poblaciones han disminuido de manera alarmante en los últimos cuarenta años. La quema en mosaico no sólo beneficiaría a la biodiversidad, sino que evitaría el riesgo de incendios peligrosos.
Como en toda gestión medioambiental, estas estrategias requieren de una cuidadosa planificación. Por ejemplo, la decisión de no apagar un fuego constituye una práctica sólo apta cuando el entorno no representa un riesgo para humanos, en entornos con especies acostumbradas a convivir con las llamas y de las que se benefician.
El fin es dejar que el sistema funcione de forma más equilibrada asumiendo al fuego como una perturbación, que los bosques sean más resilientes y se reduzcan costes en su gestión a largo plazo.
Los científicos destacan algunos desafíos y oportunidades importantes para la reintroducción de especies silvestres en la restauración de los bosques tras los incendios, con el fin de mejorar la función ecológica en una nueva biosfera y hacerla más resiliente al fuego. ECOticias.com