El Pacto Verde Europeo se enfrenta a una considerable incertidumbre y riesgo de dilución debido al giro político hacia la derecha que se está dando en las instituciones de la Unión Europea tras las elecciones de 2024.
Este cambio ha envalentonado todos los que se oponen a las directivas de protección del medio ambiente y de la naturaleza, llevando a la ralentización y revisión de algunas normativas clave, al punto que la Defensora del Pueblo europeo ha denunciado acciones de desprotección ambiental.
El PPE, que anteriormente respaldaba políticas medioambientales moderadas, ha cambiado de parecer y adopta una postura más crítica y prudente hacia ciertos objetivos del Pacto Verde Europeo. En ocasiones, ha votado junto a grupos de ultraderecha en contra de iniciativas climáticas específicas.
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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llega al primer aniversario de su segundo mandato casi en paralelo a un hito inédito en Bruselas, las primeras aprobaciones de ‘dossieres’ legislativos con una mayoría de derecha y extrema derecha, que evidencia la geometría variable del poder en la Eurocámara y la tensión entre los partidos de centro.
El cordón sanitario, la regla no escrita que excluía la cooperación con las fuerzas de extrema derecha en la política europea, quedó herido de muerte a mediados de noviembre cuando la propuesta de rebajar normas de sostenibilidad para empresas salió adelante con los votos a favor del Partido Popular Europeo, los Patriotas por Europa, los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y la Europa de Naciones Soberanas (ESN).
Hace apenas cinco días, la combinación se ha replicado -junto a algunos liberales- en el voto para retrasar un año la nueva ley europea para que el consumo europeo de ganado, cacao, café o madera no genere deforestación en origen.
El giro hacia la derecha frena leyes climáticas y ambientales clave
Esta aritmética no es nueva en Bruselas y el último año ha servido para aprobar resoluciones no legislativas, pero las primeras leyes en la legislatura 2024-2029 son ya la gran prueba de resistencia a la coalición de populares, socialdemócratas, liberales -y en ocasiones verdes- que tradicionalmente había liderado Bruselas y apoyado el segundo mandato de Von der Leyen.
Estos votos consolidan el nuevo papel del Partido Popular Europeo como «hacedor de mayorías»: nada puede prosperar sin sus 188 diputados.
Aunque el PPE aún apostará por sacar adelante con la alianza centrista los grandes ‘dossieres’, como el presupuesto comunitario, nada le impide virar a su diestra en las áreas en las que sea más complejo llegar a un compromiso viable con los grupos de centroizquierda.
La mayoría alternativa en la Eurocámara refleja dinámicas que existen desde hace años en diferentes países europeos, como Austria, Países Bajos o, de manera más notable, Italia, con sus partidos de gobierno (Forza Italia, Hermanos de Italia y Liga) repartidos precisamente entre el PPE, ECR y los Patriotas.
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Además, el aumento de escaños de la derecha radical coincide con un cambio de estrategia, ya que ahora buscan participar e influir en la mesa de negociación tras años de ser una fuerza de oposición que a menudo ni siquiera mandaba representantes a las reuniones. «Ahora se presentan a trabajar», apunta una fuente parlamentaria.
Von der Leyen, que ha sido vocal sobre su preferencia de que las leyes salgan adelante con una mayoría que abarque desde los populares hasta los verdes, no se ha pronunciado sobre la ruptura del cortafuegos a la extrema derecha.
El editor y director de Agenda Pública, Marc López Plana, habla de una «crisis de liderazgo silenciosa» en la que el PPE ya no es únicamente una fuerza institucional, sino que se convierte «en un actor político autónomo, dispuesto a marcar distancia incluso frente a la presidenta que él mismo promovió».
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En los partidos a su derecha, las voces van desde las que incitan al PPE a romper definitivamente con el centro, como desea el eurodiputado de Vox Jorge Buxadé, hasta las que son cautelosas y reconocen que esta es una mayoría de las muchas que pueden conformarse en un hemiciclo cada vez más fragmentado, como apunta el líder ultraconservador Nicola Procaccini.
En respuesta, no hay mucho que los partidos de centro puedan hacer; fuentes socialdemócratas reconocen que, en ausencia de una mayoría alternativa progresista, entre sus opciones está ser más asertivos en los ‘dossieres’ en los que el PPE no quiera pactar con la extrema derecha y forzar concesiones de esa manera, pero no en romper la cooperación con los populares.
«Vamos a seguir tendiendo la mano al Partido Popular por responsabilidad con la Unión Europea, no por otra cosa», admite la líder socialdemócrata, Iratxe García.
Cada legislación será una batalla distinta y fuentes parlamentarias calculan que entre ocho y nueve de cada diez votos siguen aun prosperando con la mayoría tradicional, pero el daño está en la confianza de los grupos políticos que hace apenas un lustro funcionaban sin apenas fricciones y tan solo hace un año aprobaron la segunda presidencia de Von der Leyen.
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Aun con esto y las tres mociones de censura que ha enfrentado en menos de un año, apoyadas por la extrema derecha e izquierda, la continuidad de Von der Leyen no está en peligro.
Liberales y socialdemócratas han flirteado con abstenerse en esos votos para mandarle un mensaje, pero forzar la dimisión de la alemana supondría la caída de un equipo de comisarios que también tiene en su cúpula a la socialista Teresa Ribera o al liberal Stéphane Séjourné, además de una crisis institucional sin precedentes en la que los partidos de centro no quieren, de momento, participar.
Bruselas ha retirado o pospuesto por sorpresa varios elementos clave del paquete legislativo del Pacto Verde Europeo,como la propuesta contra el ‘greenwashing’ y las normativas sobre deforestación (EUDR). La prohibición de los motores de combustión para 2035 también está siendo objeto de verificación.
El resultado de este giro político es que la agenda del Pacto Verde Europeo se está ‘desinflando’ y lo hace justo en un momento crítico para la acción climática global, lo que genera dudas sobre la capacidad de la Unión Europea para alcanzar sus objetivos de neutralidad climática para 2050. Seguir leyendo en EFE/ ECOticias.com














