Mucha gente se pregunta ¿qué pasa con las baterías de grafeno? La industria de las baterías de los coches eléctricos y de miles de artefactos más, viene superándose año a año. Invirtiendo grandes sumas de dinero para conseguir una mayor vida útil, que se carguen en menos tiempo, que tengan un mejor rendimiento y que proporcionen cada vez más autonomía a los usuarios.
Pero, por otra parte, aún no se ha conseguido dar con la solución para realizar un reciclaje eficaz de los componentes de este tipo de baterías. Por lo que el empleo de las mismas sigue yendo en detrimento de la huella de carbono de los artefactos o vehículos que las emplean. Las baterías de grafeno podrían ser una buena alternativa.
¿Qué son las baterías de grafeno?
El grafeno es un material compuesto por una sola capa de átomos de carbono fuertemente unidos gracias a una estructura hexagonal, que se asemeja mucho a la de los panales de las abejas. Esta estructura 2D es muy liviana y tiene propiedades excepcionales: excelente conductividad térmica y eléctrica, gran flexibilidad y muy alta resistencia y bajo peso.
En la actualidad se está intentando conseguir el material ideal para fabricar supercondensadores, que permitirían acumular la energía que necesita una batería, pero con tiempos de carga y descarga mínimos. El grafeno podría ser una solución sostenible y supereficiente para este tipo de sistemas. Por ello, muchos expertos afirman que el futuro es de las baterías de grafeno.
¿Por qué no producimos grafeno?
El problema que aún no han podido resolver los científicos es cómo fabricar estas láminas superdelgadas de forma masiva y con costes accesibles, con el fin de emplearlas, además de en las baterías de los vehículos eléctricos, en otros sistemas de movilidad eléctrica y en una gran cantidad de otras tecnologías.
Si bien se sabe que empresas como Tesla, Samsung y algunos fabricantes de coches eléctricos chinos están trabajando en este tema, invirtiendo en innovación para reducir los costes, por ahora producir grafeno resulta prohibitivamente caro. Por lo que esta tecnología aún no es viable de aplicar a los productos de consumo masivo.
Pero sí se tiene la certeza, de que las aplicaciones que podrían darse al grafeno son tan amplias como variadas. Y que, de conseguirse una forma de producirlo, que sea sostenible y más accesible, el mundo de la tecnología cambiaría por completo. Puesto que muchos de los materiales que hoy se emplean quedarían obsoletos y las baterías de grafeno serían un buen ejemplo de ello.
Encontrar la fórmula del grafeno barato podría lograr que la tecnología fuese muchísimo menos dañina con el medio ambiente y beneficiaria a la humanidad de formas inimaginables. Confiemos en que la meta está cada vez más cercana y que las baterías de grafeno sean una realidad en poco tiempo.