Los coches eléctricos son el futuro, eso es innegable. Las ciudades son el principal foco de contaminación por gases de efecto invernadero, partículas y elementos polucionantes. Dichos niveles dependerán del tamaño de las mismas, del tipo de actividades que en ellas se lleven a cabo y de la educación y grado de involucramiento en la búsqueda de soluciones, de sus habitantes y sus gobernantes.
Por tanto, la movilidad eléctrica debe ser una de las bases de la reconversión, de las ciudades que apuesten por liberarse del carbono. De hecho, en países como Noruega, Francia, Finlandia o Países Bajos se pueden encontrar metrópolis en las que el mix eléctrico va camino de independizarse de los combustibles fósiles y se imponen los coches eléctricos.
Los coches eléctricos son uno de los pilares de la movilidad eléctrica. Y la realidad es que, a pesar de que se maquillen las cifras y se publiciten datos incorrectos, en la mayoría de los países del mundo se siguen comprando mayoritariamente vehículos que funcionan con combustibles fósiles, en detrimento de los que no contaminan.
Lo que sí es cierto es que hay un aumento generalizado, sostenido y bastante rápido de las ventas de coches eléctricos en los últimos años. Lo que presagia que su evolución continúe. A lo que se suma las promesas de las grandes marcas de no fabricar más motores térmicos en breve.
La industria, los usuarios y los gobiernos
Los últimos años se han conseguido importantes avances en el ámbito tecnológico, que han ayudado a que las opciones de coches eléctricos se multipliquen. Y que sus costes de fabricación se redujesen. A pesar de esta realidad, las grandes marcas no ofrecen tantas alternativas 100% eléctricas y de coches híbridos, como sería de esperar. Aunque ahora las publiciten con mayor ahínco.
Por otra parte, están los usuarios que siguen pretextando exactamente lo mismo, desde hace años. E insisten en que los coches eléctricos adolecen de las incertidumbres de siempre: la autonomía, la vida útil, el reciclaje de las baterías, la disponibilidad de puntos de recarga, etc.
A día de hoy los gobiernos deben incentivar la compra de coches eléctricos de forma eficiente, como ya lo hicieron en su momento con los de combustión interna. Con un plan a largo plazo que incluya bonificaciones, subvenciones y exención de peajes e impuestos a nivel nacional.
El rol de las ciudades
De manera paralela y local, en cada ciudad se le deben dar beneficios como recargas y aparcamientos gratuitos, opciones de uso del carril bus o permisos de aparcamiento especiales y prioritarios. Todos estos temas poco a poco se van encaminando, pero para los usuarios, va más lento de lo necesario.
Otro de los temas que compete a los gobiernos locales y nacionales es el de la posibilidad de que las redes de distribución eléctrica puedan saturarse, si las mismas no se adecuan a las posibles nuevas cargas. Los picos de consumo que podrían darse si la venta de coches eléctricos se dispara, son algo que se debe prever, para no tener que paliarlos cuando ya sean un problema.
Las ciudades y las naciones deben prepararse para el cambio hacia los coches eléctricos, algo que obligatoriamente debe pasar por la descarbonización real, progresiva e inexcusable de la generación energética. Sin la cual, la movilidad eléctrica tendría escasos, condicionados y limitados beneficios. Y no sería realmente una movilidad sostenible. Movilidad eléctrica: las ciudades tienen que espabilarse.
Ejemplos de que es posible el cambio hacia los coches eléctricos y la movilidad sostenible
Oslo
En 1990, la ciudad de Oslo, capital de Noruega, fue pionera a nivel mundial en este tipo de planes de desarrollo de la movilidad eléctrica, creando una serie de políticas de incentivo para la compra de coches 100% eléctricos y de vehículos híbridos enchufables. A día de hoy en Oslo más de la mitad de los coches son de ese tipo y las cifras nacionales superan el 40%.
Otro de los sistemas que fomenta el municipio de Oslo es el de compartir coches eléctricos. Pero no solo se preocupan de que en un coche no vaya solo una persona, sino que también apoyan la tenencia compartida de bicicletas y ciclomotores. Lo que permitiría que estos recursos se emplearan de la manera más eficaz, optimizando su vida útil.
Ámsterdam
Ámsterdam, en los Países Bajos, se ha propuesto que para 2025 se logre una descarbonización total del tráfico de la ciudad y que este sea cero emisiones. Para ello, el municipio ha creado un departamento que se dedica a la implantación de la movilidad eléctrica, desde el que se apoyan una amplia cantidad de proyectos.
Por ejemplo: gradualmente se están excluyendo de ciertas zonas a los vehículos que se consideren más contaminantes. Además, se está intentando una reconversión de los taxis para que todos sean ecológicos. A cambio de darles beneficios y bonificaciones a sus conductores y de la instalación de puntos de recarga rápida gratuitos y de fuentes de energías renovables.
Las metrópolis de muchos otros países están tomando el ejemplo de estas ciudades pioneras, que han puesto en marcha sistemas con los que han obtenido resultados provechosos. Pero es un proceso lento y arduo, ya que la implantación de estos planes no es fácil: requiere tiempo, una buena planificación y muchas negociaciones, además de un alto nivel de educación, concienciación e implicación de sus habitantes.